martes, abril 29, 2008

Amor, amor, desamor

Qué ingenua fue Lolita, más bien su compositor, cuando cantaba al amor infinito en aquella su única canción de juventud que se instaló en la memoria colectiva como himno ñoñi-flamenco del amorismo en mayúsculas. Un sufrido que ha serpenteado por los desaires de los latidos arrítmicos se queda preplejo cuando lee cosas como: "Un nuevo estudio hecho en Nueva York ha revelado que los gays y lesbianas jóvenes quieren tener una pareja estable con hijos, como cualquier otra familia".

Me veo en la necesidad de relativizar esta información. Más bien concretarla en la dimensión patria. Puede que quedemos algunos ilusos de fantasía corazonera, pero la realidad arcoiris es que aquí se demandan cuartos oscuros y no carruajes románticos; que el sexo se llena de desconocimiento y free frenesí, lejos de la caricia del cuerpo a cuerpo de largo recorrido; que se piensa en coleccionar chulazos y no menaje de hogar con tu pareja clonada; que todo pasa y poco queda; que la frivolidad se cotiza al alza frente al sentido idilíco. Vamos que a no ser que los americanos estén superando sus propias fobias y miserias, mucho han cambiado las cosas. Lo triste es que aquí cada día se extrema más el espectro y posicionarse en el bando débil, el del ilusionismo fiel y sentido pasa a ser una losa.
En esta sociedad de lo inmediato, del ya adherido a la piel, de la lucha contra los complejos, de la rotura de mobiliario rancio frente al apolillamiento, de la exclusión dentro de los excluidos, de las vergüenzas aireadas entre alcanfor... Así es imposible aspirar a ese súmun del amor, amor, amor. Basta con que el ejército de los mariclones nos conquiste con buenas armas de seducción masiva y derribe de una vez por todas tanta tontería.
Aunque resulta curioso que ahora salgan voces críticas contra esa minoría que supuestamente quiere alcanzar el estatus social y de vida de los heterosexuales, esos enfermos de la normalidad. Y digo enfermos porque es lo más justo si tal cosa se aplica a los homo por su diferencia. Pero retomando, que es patético al cuadrado que a estas alturas de partido se juzguen los sueños y proyectos personales por pertenencia a un colectivo. Y es que seremos atómos de una célula inmensa, pero nuestro sentido propio siempre debe primar. Con o sin amor.

lunes, abril 28, 2008

Carrera de fondooo

En los revoltillos que propicia el misterio de la vida siempre hay espacio para derrocar los muros y despertar entre un sueño hecho real. Ocurre en todos los ámbitos de nuestra inmensidad como seres complejos. Si en lo cardiaco una flecha puede reavivar un corazón entiritado en lo profesional un proyecto en nebulosa, de pronto, pasa a materia visible y de larga duración. Y así el tiempo recoloca el apartamento de tus frenesís, en una concesión sorpresiva que delata la bondad de la experiencia y la relatividad. Porque cuando un nubarrón se instala en tu cabeza y te niega como que aquello que esperas pasa al plano de lo imposible. El caparazón crece y las uñas dejan de tener consistencia para estar a la altura de la jaula de grillos, tigres o locas que pelean por pisotear, humillar o despreciar. Pero contra la maldad de los (des)conocidos nada mejor que una sobredosis de yoísmo, con los resortes de la confianza. Esa misma que no se necesita airear ni defender en una apología del ego mal entendido.

Hoy me congratulo conmigo mismo de ver un horizonte en positivo. De saberme ser mutante y superviviente en tiburonlandia. Con ilusiones robadas pero reencontradas en la sección de sueños perdidos. Como protagonista, por fin, de mis pasos lejos de momentos titiriteros entre malas artes y peores palabras. Sabiendo que cada movimiento será consecuencia de una labranza que en secano era mustia, hasta el hallazgo de territorios en flor. Todo muy primaveral y expansivo. Con las sensaciones en la maleta de la permanencia en esta tierra infinita llena hipocresías. La misma que premia las estancias en el querer y no en el ser. Pero que atrapa en su tela de araña con el estilo de vida cosmo-montañista-chic como base de la construcción de otras posibilidades.

Qué dura es la vida del atleta de fondo. Tantos entrenamientos, tantos sinsabores y lágrimas de sal para acabar como prisionero de la incertidumbre. Con la depresión como almohada de lo más íntimo, de ese dolor que no se quiere hacer externo por no caer en la debilidad cuestionada. Si la idea de reivindicarse y no apearse de la lucha por el más allá era esto puedo recomendar la travesía. Ya se sabe que somos habitantes de los altibajos, de los sí pero no y de los quita y pón, pero hay emociones y contextos propios que nadie podrá arrebatarnos jamás.

Te espero aquí. O allí. O más allá. Gracias.

viernes, abril 25, 2008

De ciclotimias, falsas monedas y revisiones de Jekyll&Hyde

La continuidad de espíritu y de propia personalidad es una meta harto-difícil. Pero una cosa es ser inconstantes y otra bien distinta pasar de la noche al día a ser un ser diametralmente opuesto. Aunque, en ocasiones, en el tránsito sólo media una frase o un gesto que no son proporcionales a la mutación del propio yoísmo. En la página en blanco de cada día también escribimos nuestro palpitar, la fluidez y nervio aplicable a cada paso, como vasos comunicantes con los entes ajenos, visionarios del espectáculo que interpretamos. Lo que me fascina y al tiempo me aterra es esa capacidad de montaña rusa que incorporamos cual traje de chaqueta y que nos hace presentarnos como animales extremos.

Unos somos más radicales que otros en el trayecto del bien al mal o viceversa. Aunque los polos no tienen que ser necesariamente ese par de estadios sobre los que tanto y tan mal se configura. Lo duro es cuando el volcado de tortilla humanoide parece enquistarse y la sensación final es más que agria. Porque el destino y su crueldad suelen decantarse por la peor de las opciones de estabilidad supuesta. De ahí que las víctimas se vayan acumulando en campos de exterminio de la dualidad demoledora. Sin lecturas positivas como refugio y con el recurso al estómago en un puño (que ya es difícil) por ese mal trago de la mutación de ciertos cromos sociales.
Como ser ciclotímico y lunático por la gracia divina de mi signo cancerígeno zodiacal sé lo que es la tal mutación de quita y pon. Nada que ver con asumir que haya adyacentes que se quedan con la cruz y no con la buena cara, rompiendo con la nostalgia de lo vivido y demostrando que la falsa moneda sigue en circulación. Y es que integrar el momento revisionista de Jekyll&Hyde no es tarea sencilla, porque supone renunciar a lo malo conocido y dejar en suspenso ese bueno por conocer sino todo lo contrario.
La radicalidad de la montaña rusa emocional llega a asentarse en lo patético y a cuestionar relaciones, vivencias y sensaciones que pasan a un limbo que se antoja infernal. La sorpresa del ímpetu del tránsito ajeno descoloca al más pintado. Pero tenemos que llegar al punto de entender que nadie está libre de mutación o hijoputacion. ¡Nadie!

martes, abril 22, 2008

Hitos a contrapié

La paradoja de las calles, del océano surrealista que no da tregua en la tierra de Esperanza, hace que el impulso y la sorpesa vayan de la mano. En el cúmulo de los días de huida la tartera de contextos crece como la mala hierba, sólo que en una dimensión gratificante. Porque de lo más peor siempre se extrae una lección de vida(s) o todo lo contrario. Es la curiosidad del chasquido de realidad que nos transporta a rincones o prototip@s que no pueden dejarnos indiferentes. En una urbe que debora los segundos, las ilusiones y la propia memoria se da ese contraste constante de lo vivible y lo vivido. Con una sensación final de no pertenencia, de estadio onírico-límbico que, a veces, asusta. Como ese protagonismo sin búsqueda de un cuento que te supera.

Sin ir más lejos en la noche canalla, pese a tener una buena y amable compañía, me topé con un desagradable incidente con dos tetas postizo-siliconadas como enemigas. Resultó que una mujer en tránsito y cambio de sí misma necesitaba carnaza (¡más!) y decidió tomarme como conejillo (mala moraleja) de indias. Me vi al ejemplar de cuasihembra en mi espacio íntimo y cuando quise apartar a ese ser noctámbulo se puso hecha una fiera de circo barato, propinándome una patada en la espinilla (tengo secuelas por la muy ...), incluso amenazándome con rajarme en un paralelismo con su paso propio por quirófano. Malo o bueno fue que mi acompañante no reaccionó y yo mismo miedoso de las malas artes de la gataparda menos. Pero algo así sólo me ocurre a mí.

Pero no todo es curiosidad personificada, también hay visiones de insoliteces que campan a sus anchas por el engranaje de la ciudad en masa. Hoy, en el centro más céntrico, con los peatones dejados de sí mismos y atrapados por su estrés supino, me topé con la digievolución del concepto de mendigos. Por primera vez visioné como un par de habitantes de la calle en todas sus consecuencias pedían monedas en una disección por compartimentos estanco: para matar la gula, para las cervezas, para la resaca... En cada cesto había una recaudación y a juzgar por sus rostros lozanos dentro de la dejadez, el negocio de la variedad de demanda da sus frutos. Ya me imagino al resto de moribundos en necesidad priorizando por grupos sus ídem. Aunque quizá algo así sólo sea posible en esta capital de gentes por doquier y emociones por dosificar.

Y el con el más y más no puedo evitar caer en el consumismo voraz que me persigue. La recaudación de hitos de moda y adyacentes es casi infinita. Si algún día me reindependizo mi ropero tendrá que ser del tamaño de un minipiso. Todo se andará o se endeudará.

Buenos deseos, libros sin fin y besos cálidos a la masa enriquecida y lectora de este despropósito de letras sin rumbo. Es lo que tiene el tecleado barato.

lunes, abril 21, 2008

Ritual urbano

Los volveres siempre son una mezcla de nostalgia caduca y novedad impresionable. Nunca se sabe cómo será la balanza de las sensaciones y situaciones, pero está claro que el que no arriesga no vive. Podrá sentir pero padeciendo. Por eso, en lugar de comerme las uñas en un encierro involuntario de ser atomizado en el universo gentíl, sabía que mis constantes vitales pedían a gritos una nueva incursión en la recurrente capital de la z reconvertible. El territorio que deja víctimas y héroes a cada paso y que conmueve con su palpitar. Una realidad propia que reivindica de por sí cada calle, cada contexto o cada ser mamarracho.

Como las opciones se multiplican o más, la agenda se convierte en una amalgama de idas y venidas, visiones y revisiones, encuentros y desencuentros, compras y devoluciones, dramas y risas sin enlatar, sueños y decepciones... Los ying/yang hechos constante del devenir por cada recodo del urbanismo desaforado, de la prisa a flor de piel, del peligro como ficción, de la lucha de clases y de seres como un ring hasta el cielo... Es increíble cómo la sorpresa, la emoción y ese espíritu de lo imprevisto se antojan la base del periplo que marca el reloj. Y es que por mucha decadencia siempre hay un resurgir de cenizas en este mar con fondo social.

Cada paso es una historia, una mirada, una revolución. La tendencia hecha persona, el desastre en traje de sastre, el grito como plusvalía. El famoseo una intermitencia de fantasmas de su propio ego. Curiosidades como setas. Significados polisémicos como equipaje. Y violencia verbal y física como compañeras de la vida en la calle(s).

Grande Madriz. Para quedarse o quejarse.

viernes, abril 18, 2008

Ficción hecha vida(s)

¡Esto supera la ficción debe ser la realidad! Palabras ajenas - de Ajo - que son un poema y esconden otro, el del gentío que sufre en carnes vivas lo imaginable para superar sus propias biografías. Hoy en uno de los contextos de regalo que jamás quieres desenvolver me topé con una buena mujer que escondía en sus arrugas y ojeras el dolor por salir adelante entre necios y problemáticas. Lo triste es que necesitara desahogarse ante los oídos vírgenes de los desconocidos para superar su propia catarsis. Atónito estaba el auditorio ante los horrores con cúmulo y la desazón integrada en un día a día imparable, ajeno al disfrute y con el drama de tresillo. Asistimos a un diario de higadillos con cuarto y mitad de sal gorda. Todo en un ejercicio de superación encomiable.

Y yo mientras escuchaba el relato de una mujer marcada, dejada de la mano de un marido incorregible e insufrible, con unos hijos aprovechados y una lucha por bandera… No podía dejar de preguntarme de dónde alguien puede sacar las fuerzas para sobreponerse a una coyuntura enquistada, por mucho que a la fuerza ahorcan dejarse morir así en vida me resulta más que un drama. Por eso ante el guión de lo ajeno, con sus claroscuros, pensar en unas gotas de agua que llegan a colmar el vaso de mi existir me parece del todo injusto.

A veces nos aferramos tanto en lo nuestro, exageramos en una práctica de andalucismo sin igual, que olvidamos que hay vidas de película y no el sentido romántico de la expresión sino en la carga de drama. Cada casa es un mundo con un hilo narrativo y unos puntos de giro que se antojan de montaña rusa. Y en las paredes de al lado se nos escapa el oscurantismo o lo rocambolesco que empaña las biografías del vecindario.

Qué jodida es la vida y sus retorcimientos, esos que nos desconciertan, que exprimen lo peor de nosotros mismos y nos impiden materializar una vida digna. Lo malo es que el número de dolientes en silencio que cargan en su espalda con la mochila de la porquería vital crece por momentos. Nacen, crecen, sufren, vuelven a sufrir y mueren. Un ciclo real que, tiene guasa, se nutre de lo peor de la ficción.

martes, abril 15, 2008

¡Maricón, el último!

No es que me sienta atrapado en la ranciedad de Pajares y Esteso, ni en el discurso incoherente de gaviotas al viento, ni en las confesiones de las bajas pasiones de ensotanados. Es todo eso y más. Es la doble moral, la falsedad hecha hechos y el autoengaño aplicado al propio instinto. Últimamente reflexiono mucho de ello y quedaba coronar mis tesis con un ejercicio de carcajada grandilocuente. No es común que el cine español se plague de diálogos mordaces y subversivos. Cuando lo intenta suele salir la jugada más que mal. Por eso comprobar que las críticas a ‘Fuera de carta’ le hacen justicia pues como que congratula. Uno aprenderá poco pero se reirá mucho. Más si como un servidor se tira encima medio litro de refresco pringoso. El antiglamour hecho paradoja.

En la soledad de la isla, como superviviente del séptimo arte que reivindica su butaca única, pude ver cómo el filme retrata a las claras que sigue habiendo mofa del mariconeo ajeno. A estas alturas se supone que todo está conseguido y que el matrimonio ha sido el exceso final de un colectivo que más que reinvindicarse ha hecho que prodigarse sobre tacones y lentejuelas. Por no decir entre musculaciones anabolizadas o oscurantismos free sex. Pero no. Se comprueba que el horizonte es difuso y no tiene tantas balsosas amarillas como desearía cualquier amante del pop decó.

Los ideales chocan con la homofobia, la visible y la armarizada, esa que se distingue por el doble rasero. Tengo muchos amigos gays, sí, pero que no se apropien del matrimonio ni quieran adoptar niños que es aberrante. Esos discursos de cara a galerías y plenos de anomalías son moneda común. Es triste que la sociedad sigue plegada en consideraciones de otros tiempos y sea exclusiva, negando que la otra realidad es posible. Puede que los ejemplos de la incorrección y la generalización impiden la consideración oportuna de un colectivo rico y ecléctico.

La película habla de muchas falsedades, de muchos puñales, de esos insultos lanzados al aire pero que hieren sentimientos y no remueven conciencias. Terrible es pensar que muchos no se queden con el mensaje de fondo y que integren lo peor del concepto ficcionado. El mismo que nos cuestiona las fronteras de lo real y la crueldad de la intolerancia.
Queda mucho camino por recorrer y muchos armarios por empolvar. Que el brillo de la verdad, la aceptación como seña propia y el futuro como aliado hagan cuestionar los torpedos de los necios. Los mismos que gritan ese chirriante ¡maricón el último! Y se mofan con las mariconadas en la boca. Patéticos.

domingo, abril 13, 2008

Tránsito surrealista

No hay como alejarse y serpentear por calles mojadas para crecer, observar y aplicar. La reacción/acción hecha visita a una tierra próxima, de amistosidad máxima y sensaciones a tutiplén. Ni la resaca de una salida del calendario laboral y de reencuentros en la cumbre añeja, impidieron darlo todo en el tránsito al Vasc Country, territorio de recuerdos y significados varios. Allí me esperaba la invisible Neraka, absorta en el estrés de lo cotidiano y más. Con ella siempre hay garantía de predisposición y de sensación de vivir. Juntos tras la dictadura del tiempo nos regocijamos en nuestra cercanía a prueba de distancias. Más con el apetito como moneda común. No sólo gastronómico, también artístico y de shopping.

De la mano y con el móvil plátano recorrimos las estancias de ese centro del aluminio polisémico y el arte como contenido sin vacíos. Entre guiris, con la sensación de deja vu londinense, vimos que el arte en USA no sólo pasa por la garantía icónica de Warhol, hay más que saben dotar a la historia pictórico-creativa de la tierra americana de garantías suficientes de perpetuidad. Si bien no se entienden ciertas connotaciones o dispersiones en lienzos, porque el contexto no siempre hace a la obra. Aunque el surrealismo de Dalí y otros, tan bien representado con su teatralidad y sus dimensiones mini y maxi, dignificaban con creces todo el conjunto.

Cansados de tanto zigzag en escaleras de última generación y entre bellezas impropias, lo mejor era darse a las calles. Y el talento de la dispersión nos llevó a transitar esa ría fea pero vivida. Todo en compañía de la perra más urbanita que jamás conociera, de nombre Barbie pero de moral difusa. Es lo que tiene la libertad contractual, Mattel les explota a los originales. Las copias salen ganando en su libertad. Una merienda entre el glamour de la gaydad cosmopolita y el acopio de fuerzas nos encaminó a la corriente de la compra underground. Paramos en antros de lo imposible y compré de casi todo: un libro de micropoemas deliciosos, otro de machirulos de ensueño, ropa de baratillo en esa cadena de las dos letras negada a los cántabros, una agenda de mi diva en pop, una camiseta petarda para la miniprincesa de mis días... Completo el bazar y lo que me queda en sucesivas visitas.

Con las bolsas y las sensaciones en la mochila, el equipaje de la vuelta era más propio, más rico y lo suficientemente valioso como para haber merecido sufrir el sopor de fAlsa. Y es que en esas carreteras, testigos de tantos y tantas, la cabeza trabaja sola y rememora el pasado que fue. Con los aletazos de lo que dejó. Y qué diablos, me quedo con el presente.

En estos días que la ficción me persigue, con tantos personajes en mente, otros de frente, y la sensación de que el giro es posible, me congratulo de mí mismo. De cada contexto que araño, que perpetuo con o sin. Vivir para contarlo. Y con mi ordenador en quirófano. Mi propio surrealismo.

jueves, abril 10, 2008

Un PeCe catatónico

Al borde del abismo y del funeral en red me encuentro con la cuasi expiación de mi ordenador de cabecera. Tantas vivencias dramáticas o risibles, trabajos extenuantes o memorables, proyectos de ilusión supina o chasco carrasco, conversaciones arcoiris o funestas, imágenes alentadoras o de decepción... La montaña rusa de las teclas y las miradas a una pantalla planífera proyecta luces y sensaciones. Pero ahora el periodo de alzeheimer maragalliano se antoja despedida y cierre de años de confidencias informáticas.

Es curioso lo materialista que es la sociedad en sí misma y casi cada uno de los conformartes de la misma. A veces pasamos por alto lo mucho que nos acompañan los aparatos y las andanzas integradas. Por eso ahora me siento un tanto huérfano sin mi mamotreto de mesa. Me queda el consuelo del portátil sin red pero con esperanzas. 

No prometo novedades ni retorcimientos porque la sorpresa es mi nueva santo y seña. Más noticias y palabreríos en próximas emisiones de contextos.

Sean buenos, malos o peores.

miércoles, abril 09, 2008

Pedantes S.A.

Históricamente he sido acusado de muchas cosas. Quizá demasiadas. Pero tampoco es cuestión traerlas a colación. Me quedaré sólo con una, que viene a cuento porque se circunscribe a este universo blog. Y es que frecuentemente se me tacha de pedante en toda la dimensión del término. Mis escritos parecen retorcidos a algunos ojos ajenos, ilegibles, confusos, extenuantes, sin sentido… La democracia de la opinión que se recibe a brazos llenos. Mi filosofía siempre fue no ser uno más, ni expresarme como hijo de lo coloquial. La idea de esta blog, y no es por justificarme, es precisamente causar un mínimo de controversia, duda o indefinición. No dejar indiferente aunque provoque ausencias y silencios. Todo sea por descubrir nuevas facetas de mí mismo y serpentear por el territorio de la palabra. Y a quien no le guste que no lea. Ea.

Pero quiero dejar constancia en un claro ejercicio de echar balones fuera que no soy el único que practica el pedanterío textual. Algunos hasta se precian de ello y publicitan sus haceres con ánimo más que público en un intento de promocionar una sapiencia inaudita. O recóndita. Todo en una ceremonia de la ostentación de sus exaltaciones. Y ese no creo sea mi caso.

La ventaja de Internet es que nos deja recrear mundos, sueños u opiniones hasta por encima de nuestras posibilidades. Y es que el papel o la web lo aguantan todo y no cuestiona al escribiente más que él a sí mismo. Es el impulso definitivo para sacar del armario las letras y reflexiones con todo el esplendor de su rimbombancia. El recurso a la montaña rusa de la aspiración de una élite lejana pero deseable. ¿Quién dijo miedo?

Así que el conjunto de los pedantes nos damos la mano y hacemos de las nuestras, en escalas divergentes pero con teoremas de la relatividad y de la levedad del ser humano. Las palabras son cuchillos o flores y sus efectos ambiguos, como los propios escribanos. Por eso la unión hace la fuerza, porque la mediocridad está demasiado bienavenida. Hemos dicho.

lunes, abril 07, 2008

Confusión bajo las estrellas



Hay veces que los tránsitos son tan abruptos que asimilarlos es harto-difícil. Ocurre con mi reciente vuelta a la realidad transgresora de las noches en vela. No en el mar mojable, sí en la mojadura de las calles y los especimenes vampíricos que habitan la nuit. Cuando uno, además, saca de paseo la mordacidad adormecida y la guasa sin fronteras el resulta es un cocktail molotov del juerguismo bien entendido. Por mucho que no se acabe de asimilar el panorama. Y es que en un corto espacio de tiempo cambiar lo cosmopolita por lo rancio en la expresión sublime produce un vaivén de sensaciones indescriptibles.

Como siempre, las compañías dotan de valor al hecho festivo. No se entiende de otro modo la diversión sin adyacentes capaces de reinterpretar las señales y sonreír sin guión. Cuando se sale arrastrado por la fuerza de la necesidad, con la desgana en el bolso o el bolsillo del pitillo el efecto es desolador. Todos hemos personificado el ser no llamado por la Diosa de la Huerta, la misma que dicen es una alegría sin igual. Por eso el talante lo hace todo. Nos conforma como seres de la noche.

Tanto preámbulo para gritar en palabras virtuales que este sábado fue especial. Rodeado de un cuarteto feminoide supimos representar una gran versión de Sex and the city, con carcajadas al cielo y miradas atónitas de los cazadores de yugulares singles. Casi ajenos a la humanidad supinos retorcer los sentidos y enguasar nuestras vidas. Todo en un ejercicio de liberación sin poses ni perfeccionismos en pos del chulazo impropio. Haberlos los hubo, pero sin operativo de atrape efectivo. Aunque a veces más vale la recreación que la decepción subterránea.

Lo que sí constaté, de nuevo, es que el ambiente nocturno de mi ciudad sigue rezumando rancismo por los cuatro costados. Destacan cuatro grupos poblacionales claros: - Los pijos sin remedio en versión duada, con la gaviota tatuada en su mismidad; - Los macarras orgullosos de sí mismos, con exaltación de su realidad y aires de perdonavidas; - Las chonis aparentes venidas a más y ajustadas a menos; - Las ladies sencillas sin alharacas y con ánimo divertido. La mezcla es rara avis. Y un servidor en esa fauna, un marciano.

Pero tras las visiones extrañas, las situaciones surrealistas y las mofas sin censura, siempre se puede rizar el rizo. Increíble fue toparse con una furgoneta transporte púbico, de mujeres de la calle que tras sus servicios eran devueltas a sus hogares con unos billetes de más tras hacerse de menos. Ver para creer. La realidad supera la ficción y la noche nos sigue confundiendo. Para bien.

sábado, abril 05, 2008

Maullidos, a pesar de todo

'Soy un hombre de pocas palabras, pero te prometo que si me regalas las tuyas hablaré de ti como nadie supo hacerlo'

Es una lección de amor. Me la ha regalado una de las actrices de 'Gatas', obra inmensa y sublime que pude ver esta noche. Nombres propios como Silvia Abascal, Rosario Pardo, Nieve de Medina, Ana Gracia y Paloma Gómez (mujer de Jorge Sanz) han dado vida a este montaje que recorre en el tiempo los dolores del alma. Que salta las distancias cortas y te posiciona en el sufrir ajeno. Todo en un contexto de convivencia en lucha, de crecimiento más que personal, de aprendizaje de gratis, de sensaciones sin fin... Los aplausos rompían el silencio de la escena para reconocer un saber hacer muy visible. Tanto que se mostraba el propio backstage y las transiciones estilísticas del elenco en femenino.

Cuando los recorridos vitales de los personajes te pueden tocar el corazón. Cuando el sentimiento te lleva a una identificación más que real, las palabras cobran vida y el sentido del texto se materializa. De ello hablé hoy con Blanca Portillo, una mujer marcada por su propio éxito. Palabra que no emplea por mucho que el resto le regalemos como medalla profesional. Ella rehuye de la etiqueta triunfal y se deja de la tontería común de la profesión, con los egos con o sin motivo. Me resultó una anónima posicionada en un nivel por su talento descomunal. Como carente de las ganas de escalada. Su deporte es otro, el de la creación interpretativa. La misma que han sabido desarrollar las actrices que hoy iluminaron mi mirada, ávida de emociones. Y de retazos hechos palabras mayúsculas, habitantes de mi libreta de las idas, venidas e ilusiones consentidas.

'Sólo sobre esta tierra podremos oírnos y sentirnos latir'

jueves, abril 03, 2008

Cocidito madrileiro

Viajero resacaso al teclado. Con la nostalgia de lo vivido y con el sueño de lo esperado, retomo la tradición contextual. Me debía y por extensión a mi selecto público lector, casi en su totalidad féminas ávidas de más que palabras, una miscelánea de lo vivido en mi retorno exprés a la gran urbe. Sobran los motivos y los instantes para plasmar desde la libertad la mirada subjetiva de la bajada al paraíso. Con Duques, con tetas y con sonrisas infinitas. Pasen y lean.

  • Un buen ejercicio de civismo y solidaridad lectora es que alentan desde los transportes públicos, tan masificados y necesarios que se antojan contexto básico en las idas y venidas. En ellos es común encontrar miradas perdidas, suicidas de las buenas maneras, cofrades del escándalo público y periódicos gratuitos de segunda mano con ánimo de ojeos sin fin. Y yo me pregunto, lo mismo que hay donantes gratuitos de prensa, ¿por qué no de pasiones? No encontré ninguno.
  • Los callejeos cobran sentido por los encuentros inesperados con el paisanaje desigual que va de lo refinado a lo ordinario. El impulso de la sociedad en mezcla anima a profesiones de tapadillo como los vendedores urbanos de oro chusco, que tratan de camelar al comprador compulsivo con malas artes. No caí. Soy de plata.
  • Cada noche es una sorpresa en sí misma, como encontrar un mendigo habitante de una céntrica acera granviesca. Con aspecto mortecino y dispotivo policial por su hazaña de tomar esos valiosos metros cuadrados, entre miradas de morbosidad.
  • No todo el mundo tiene la posibilidad de contar con GPS Man, guapo y lustroso capaz de sortear calles imposibles en terreno enemigo.
  • Los charlatanes son una especie en extinción, pero encuentran en el brillo de las estrellas su olimpo y su radio de acción les lleva a territorios insólitos. Frecuentan barrios donde llueven hombres con lascivia y hasta hablan de sus sexualidades sin tapujos. Algunos se confiesan amantes de bakalas teenagers de Móstoles, sin estrenar pero con ganas de mercadeo. Total.
  • El surrealismo fisiológico. Encontrarse con un viejuno despositando su orín en un bote de Nescafé, apoyado en un coche en pleno centro transitado da asco. Que te describan toda la situación con pelos y detalles da vómito...
  • El famosismo siempre entra en acción. Depende de los ojos caza celebrities de cada cual y el entrenamiento curtido con el revistero cardiaco. A saber, uno puede verse a una presentadora hecha a sí misma bella y voluptuosa; a un joven adlátere de la más grande mediática con sentido personal; a un teatrero amante de una supuesta actriz de tirón impuesto y estilismo gratis; a una bailaora de talla mini y gusto por los chinos; a un joven de otra época con ínfulas de París Hilton -perro en bolso incluido-; a un actor de serie y novia muerta en la ficción que de heteruzo pasa a maricloaca con cambio de acera y aceite al tiempo; a la cutremodelo2008, mujer barroca en plena sesión de fotos entre escombros; a un director de cine de dimensión xxxl y fe singular; a una actriz almodovariana con una cara de perra y un talento mágico...
  • Entre la nueva población liberada se muestra un repunte de los mariclones adolescentes dejados de sí mismos, con pérdida absoluta de la razón y desprestigio de sus años mozos. Compartir banco con algunos y escuchar sus sandeces es irrepetible y aborrecible. Grima gaydad.
  • Descubrimiento de la dualidad juguetona. Además del TeTo, está la TeTa, práctica extendida en los bares bollificados, donde también se estila el piedra, papel o tijera.
  • Bacanales con o sin dieta. Con o sin compañía. Con o sin ganas. Con o sin sal. Con o con.
  • Niños tendenciosos voladores con deportivas de patín incorporado. Importadas de EEUU como bien publicitó la madre que les parió y que no impidió que fueran unos locos bajitos petardos al vuelo.
  • La concentración de viajes a Punta Cana de deseables efebos y princesas del trikini feliz siempre anima a la población en tránsito.
  • Poco comparable con el frenesí multitudinario por El Duque de nuestras pantallas, que levanta faldas y pasiones a su paso con esa cara de perdonavidas con ánimo de poblador del planeta. Ver el estreno de su serie y tener a un paso al mandamás de la televisión son emociones de difícil expresión. ¡Sólo se vive una vez!
  • ¡Que te atrapo, leches! Unacampaña de marketing aplicada a la conquista cazadora de un pobre hombre hetero por un homo. Una situación en apuros de mano gancho y amigo gay a dos velas. Incomprensiones de la vida entre oscuridades y música atronadora.
  • Y es que ni las roscas bendencidas de San Antonio -las que se suponen que te atraen novios- obran el milagro y la soledad mal entendida va camino de enquistarse.
  • Así que sigo en la teoría de los chulazos impropios, contándoles a miles y sufriendo a cada paso ante parejas dispares y sensaciones de menudencia entre la inmensidad de esas caras que van de ángeles a demonios pero que incluyen en la factura emociones a granel. Por eso entre mis notas, de regalo, una coplilla dedicada a cada chulazo impropio de mi devenir. Va por ti.
Ese hombre que tú ves ahí,
no es para ti
Asúmelo, te fijas en chulazos impropios
a ellas se les caen las bragas
y a ti las babas y los mocos
Chulazos impropios son clones y manirrotos
creadores de fantasías de tíos y de tías
Saben que te ponen como una moto
pero no arrancas sus pasiones ni con un cheque roto

Se pasean por su olimpo
mientras sueñas arrancarles un piropo

Y con esto y un bizcocho, hasta mañana con una ración de aservitidad. Felicidad plena y buenos alimentos. Que el futuro nos atrape y niegue la negación de estos hombres visibles que se hacen inversos en nuestros corazones.