miércoles, julio 01, 2020

Mírame siempre



Hay miradas que se cruzan en tu camino y entonces te das cuenta que detrás está un corazón del que no puedes (ni quieres) alejarte nunca. Nuestra historia fue un clásico de menos a más. Compartimos entorno laboral siendo insultantemente jóvenes sin apenas contacto, pero tuvimos una gran mediadora que hizo la suma perfecta (una vez más). Al principio apenas coincidimos ni reparamos el uno en el otro. En realidad, no recuerdo el momento en que todo cambió y nos unimos sin remedio. Sí que un buen día me recogió maleta mediante para iniciar un sueño del que desperté demasiado pronto. Otra historia que prefiero no recordar. Se trata de ella. Se trata de mí. Se trata de nosotros. Desde bien pequeño confié en la amistad como ese faro que guía, ese querer elegido que te hace más fuerte. A su lado todo parece fácil, incluso los males que nos ha tocado compartir son menos. Siempre dispuesta, cercana, cabal, por mucho que tuviera que hilar un discurso de los que voltean y hasta escuecen.

No entiendo ser sin nuestros momentos cómplices y compartidos con otra tanta gente especial. Podríamos protagonizar una serie de muchas temporadas, porque nunca faltan las tramas. Creo que ambos hemos sabido rodearnos y crear esa familia no de sangre que incluso funciona en mezclas que cualquiera diría imposibles. Sin olvidar el papel de los nuestros, el cariño de idas y venidas que nos hace disfrutar desde un menú improvisado a una escapada al paraíso en las montañas. No nos callamos los te quieros, aunque hasta en silencio sepamos que el hilo invisible nos enrolló para siempre. Admiro su talento, esa capacidad de organizar con sentido(s) y crecer en un mundo de corbatas e ínfulas. No necesita más que ser ella misma para conquistar y demostrar tanto con tan poco. Hasta en el otro lado de la cámara sentí esa conexión, por mucho que se empeñara en mirar al suelo. Supera al tópico y sí, es más guapa por dentro que por fuera y eso que era difícil superarse.

Me encanta descubrir su ejemplo hasta en lo cotidiano y celebrar su felicidad. Ha sido todo un honor ser su acompañante oficial por mucho tiempo hasta que el destino quiso jugar y traer del ayer a un hombre de altura para la suya. Porque el querer (romántico) sorprende, pero no puede esquivar a una persona tan única y generosa. Mi amiga, mi apoyo, mi todo. Llegas a una versión 4.0, pero los números son lo de menos cuando la matemática trata de latidos. Y contigo se llega a infinito. Decir gracias me parece poco. Diré siempre y lo haré entregado a seguir escribiendo este tú y yo. 

¡Felicidades! ¡Felicidad (me) das!