viernes, agosto 29, 2008

Escape exprés

El calendario laboral no es semejante para todos los que supuestamente lo somos. La circunstancia o la mala suerte hacen que algunos trabajemos cuando el resto vive el momento seta, sufriendo los calores y las idas y venidas intrínsecas de un trabajo de non stop. Pero al menos, sin esperarlo y cuasi desesperado, el mandamás te permite evadirte de ti mismo y atrapar al vuelo unos días bien codiciados para, al menos, desconectar. En esas me encuentro, cerrando una etapa profesional y abriendo una breve de escapismo personal. Todo para dar paso a nuevas realidades y momentos que en soledad o comandita harán más vividos los meses venideros.

Y volver a otros orígenes, con gentes cercanas y de cariños inmensos, a rincones bien conocidos y otros tantos por descubrir, a la espera de vivencias muchas y magníficas. Todo en otras calles, colores, olores, sabores o sin-ídem... Pero sabiendo que la burbuja de lo exprés se acaba y más vale aprovechar el cúmulo de instantes. Lo intentaré, aunque el tiempo siempre es injusto y vuela alto. Tanto como para convertirse en incalcanzable.

Cansado estoy de muchas cosas, personas, espacios, silencios, dudas y dramas. Lo mejor será la lejanía, el más allá previsto y consciente para afrontar lo que vendrá sin ánimo de más.

miércoles, agosto 27, 2008

De mayor quiero ser...

¿Qué quieres ser de mayor? La gran pregunta para los más pequeños, esos locos bajitos dueños de la duda, que sueñan al futuro en crecimiento. Más o menos convincentes se nos acumulan las ideas de las profesionales más geniales o gananciales. Con vocaciones o su ausencia, durante años mutamos nuestros deseos laboristas acercándonos a la que será nuestra realidad en mayoría. Últimamente es un tema que despierta mi curiosidad, indagar en las concepciones profesionales en miniatura y la senda para bien o mal de la profecía de los años.

Ya conté en pantalla mis ideas de infante, por eso aquí las contextualizo. Siempre me gustó el artisteo. Bien pequeño hacía mis shows en directo, como presentador, cómico, bailarín... Acompañado de un puñado de primos literales con los que montar el espectáculo en familia era una garantía. De ahí que quisiera subirme a los escenarios, soñaba yo como cantante, pero más que nada lo mío es dar el cante en el peor sentido de la expresión.

Otra etapa fructífera de búsqueda personal hacia la madurez inmadura estaba vinculada a la moda. De hecho monté en una galería de mi casa una tienda, con todo tipo de detallismos. Desde la ropa etiquetada al escaparate, verdadero motivo para el tinglado genérico. De hecho, la superación creativa me llevaba a plantear periodos de Rebajas, con toda la parafernalia que tan insigne momento del año fashionista requiere. Hasta empecé a crear accesorios de yoísmo, unos broches tipo flor demasiado surrealistas para mi memoria.

Y cómo no, el tema mediático siempre me llegó. Debí nacer frente a la tele, porque desde que tengo uso de razón me ha guiado, quizá en exceso. De ahí que simulara programas y hasta creara formatos que intenté vender sin éxito siendo un pequeño don nadie. En radio hice pinitos con programas logradísimos grabados en el primer aparato que entró por mi puerta. Y de publicaciones recuerdo una con cariño en época escolar, donde el colmo del cutrelux fue el falseo del autógrafo de una diva de la época de cuyo nombre no quiero acordarme, porque me puede entrar alergia. Lo curioso es que de mayor pude conocerla y darme cuenta de cómo los años mutan los sentidos y a las personas (por muchas operaciones o 'retoquitos').

Tampoco fui un extravagente en mis ideas. No quise ser equilibrista aunque la vida sea un ejercicio tal; ni broker, aunque tenga que colocar mis bajos fondos quién sabe donde; ni millonario, porque valoro más otras riquezas... Pero al menos puedo decir que siempre tuve un criterio más o menos homogéneo. Y que el tiempo me está dando la razón.

Y tú, ¿qué querías ser de mayor? Quizá aún estés a tiempo.

domingo, agosto 24, 2008

Efecto TA: Tres Aburridas

Las idas y venidas a la luz de la luna, en una ciudad de contrastes y con gentíos diversos de más siempre dan motivos y contextos varios como para ejercitar el tecleo tal cual. Nunca me canso cuando reitero mi desconsideración del canalleo de mis orígenes, de las calles que se suponen me pertenecen y los rincones que son de esta quinta raris como la ave ídem. Y todo empeora cuando eres consciente del Efecto TA, el de las Tres Aburridas, que tan bien define Fangoria. A esas a las que llamas la atención, incapaces de ver más allá de sus perlas o sus cuellos abanderados. Por no hablar de aquellas que caidas en su propio aburrimiento hacen lo posible por degradar la noche y su propia imagen, dando un resultado peripatético que inquieta a propios y extraños. Estos últimos no entienden el macarrismo y violencia gratuita que pisotea a sus anchas por el acerismo capitalino. Lógico.

Entre los pobres que ansían la crítica o la mirandola sin fin de los adyacentes porque sus ombligos los tienen requetestudiados y los deseosos del hosteo infeliz, va cayendo el umbral de tolerancia de las visiones en oscuridad. Porque se perpetuan y hacen crecer sus grupos como cucarachas. Y los que estamos indefensos e indefinidos pululamos intentando como sea posible el no contagio con las especies penosas. Está claro que la clave del éxito es conseguir el disfrute al margen de las realidades escandalosas, pero es que hacen tanto por ser el centro de atención que siempre siempre fastidian el tono ajeno. Sin olvidar a las mujeres en busca de su segunda juventud, las mismas que se rellenan o recauchutan y muestran su doble personalidad a los machos dominantes testosteronizados que se dan codazos ante la facilidad de entrada profunda. Ni en otros tiempos se puso el ganado en tal oferta. Será la crisis.

Pero al margen de mi apocalipsis, cual drama andante, siempre es un placer saberse rodear de los no afectados -aunque uno lo esté o sea-, que hacen de los momentos algo mejor. A los que llegan, los que vuelven, los que aparecen, los que se van, los que callan, los que no lo hacen, los que ríen, los que bailan, los que inquietan y quietan... a todos Gracias. Son (sois) el motivo de encontrar uno para olvidar esos males que tanto me condicionan para mal.

jueves, agosto 21, 2008

Superados por la realidad

El destino es tan cruel que nos regala episodios como el de ayer en Madrid. El impacto del hecho, el suceso que se magnifica por sí solo y la crudeza que implica. No es la primera tragedia mayúscula que nos toca digerir pero nunca estamos preparados para asumir algo así. Menos en la cercanía y sufriendo los testimonios del dolor descarnado. Estas cosas pasan y nos remueven mucho, demasiado. No es para menos. Pero siempre nos queda el poso de la distancia. Hasta que la bofetada se vuelve cruel y nos posiciona para mal en el acontecimiento. Pudimos ser nosotros o unos conocidos o de hecho lo fueron... Y así nos recolocamos en la verdad absoluta de esta vida con pinzas e hilo. Que nos supera, que se escapa.

Pero sobran las palabras, declaraciones institucionales y lutos impostados. Es tiempo de silencio, de recuerdo de los anónimos y no números que no esperaban un viaje con fin, y de espera real o irreal de que estas rupturas de lo cotidiano sean espejismos o nulidades.

domingo, agosto 17, 2008

Desguionado

Como ser cuadriculado y de miras fijas el dejarse llevar nunca entra en mis planes. O sí. Puede que me sorprenda a mí mismo y cada vez lo practique más. Aunque el movimiento se demuestra andando. Y eso es lo que he hecho en este puenting cero vacacional y de compromisos infinitos que no dejan ver la luz de la desconexión como meta y necesidad. Por eso me planteé que algo debía hacer para sacar mis fantasmas y reencontrarme con mi yoísmo. Sabía de la visita euskaldun de Fangoria y la pequeña gran Alaska. Sin plan, sin gente, no quería perderme el bolo. Y allí me planté y en la fiesta me colé con kalimotxo para todos y algo de comer. Eso sí, de pronto resulté caritativamente bien anfitrionado por mi amiga Ei, que se prestó a modificar su agenda y sus previsiones para darme cobijo. Y fue de lujo. El concierto un show divertido, de bailoteo non stop, carcajada sonora y ambiente, ambiente... Nada nuevo. La madrugada pedía más y tras un episodio de drama en ciernes externalizado, en dúo decidimos volver a la gran urbe bilbainíta, a la espera de la eclosión festiva. Vivimos episodios de surrealismo latin king en una especie de salón de bodas raro con dj espasmódico y colección de gentíos malmirantes, pero allí que nos marcamos un solo al son de Everlasting love. Siguió nuestra proeza nocturna, lo que es mucho para un animal encerrado cual yo, en otros garitos de macarrismo supino y perreo bochornoso. Pero hay que aclimatarse. Todo sea por la búsqueda del macho dominante adecuado a la causa. La de mi adyacenta... Que más tarde hubo de ambientarse cual MariLiendre concienciada y bien plantada, en uno de los rincones más undergrounds de lo marica. Donde lo mismo duerme una repartidora de Bimbo sobre los asientos que los osos se aparean o los bohochic se miran a su ombligo de última generación...

Nada estaba en el plan ni la hoja de ruta. De ahí que yo mismo me sorprenda de esa capacidad espontánea de adaptación al medio y al momento. Bien es cierto que en lo profesional el guión no me pertenece, pero en lo afectivo-social peco de todo lo contrario. Aunque ejercicios así me devuelven la fe en esa capacidad de carpe diem que poco siento. Quizá por hallarme en otros contextos, al margen de la rutina asfixiante y ese lo mismo de siempre que cansa más que la carrera olímpica.

Así que puesto en situación anoche repetí operación descontextualizado, entre seres extraños pero cariños no impuestos. Sin ganas de explotar la noche ni recurrir a los clásicos, lo que era un encuentro exprés de reencuentro pasó a una velada en buenas compañías, chartoleo de lo divino y lo humano, divagaciones varias, recuerdos en comandita y copeteo para los gustosos de la vena en grados. Con la reflexión de lo mucho que nuestro círculo, personas, espacios y demases nos limitan. Fuera hay una verdadera cola de realidades por descubrir. Pero somos nuestros peores enemigos del límite. Quizá por nuestros miedos a lo desconocido por la incertidumbre del asiento o no en esas cuotas donde somos la novedad. Lo que nos reclama el do de pecho para agradar, mostrar lo mejor de nosotros para que el aclimate sea efectivo. Sólo así ampliaremos nuestras visiones y misiones. Conscientes que ante el asqueo de lo malo conocido bien merece la pena apostar por los otros. Dejando el guión en casa. O mandándolo a reciclar.

jueves, agosto 14, 2008

TempoMal

Nunca creí eso de que las témporas o temporalidades afectaran al carácter. Y sigo sin creer en ello. Pero es cierto que uno acaba con un descoloque general cuando en pleno mes agostero la lluvia desluce los esperados días de luz. Parece que Lorenzo se fue de viaje con Eva María, buscándose mutuamente, para vivir encerrados su amor. Mientras los sufridos turistas y los adictos a los rayos se tiran de los pelos -¿de dónde lo harán los sufridos/as depilados/as?- por su ausencia. Y padecen un mal verano, incapaz de cumplir con las expectativas de unos y otros. Yo soy poco de esperar, en general. Por eso tampoco deposito ningún ánimo especial en el cielo y sus caprichos.

Y así pasan los días y el calendario, dejado de sí mismo y devorador de los momentos. Esos que se escapan entre nuestros dedos y se convierten en material sensible. Del olvidable, queriendo o sin querer. Con más o menos apatía el tiempo siempre nos recuerda lo que damos de sí. O todo lo contrario. Vemos los caminos ajenos y valoramos el propio y el contraste es mayúsculo. Pero la inercia hacia el futuro y la pareja incertidumbre es la que motiva el aliento hacia el más allá. A cada paso. Así llueva o tueste la solamenta.

No quiero, y tampoco puedo, ver el horizonte sin más. Huir de la caída y provocar el zigzag de la maldad sufridora, doliente y cansina. Cada día lo intento pero no lo logro. El momento no me pertenece pero la resistencia tampoco me hace más fuerte. Caído más en mi drama intento tomar aire y referencia, pero no soy capaz de relativizar conmigo mismo. Y siendo mi peor enemigo los avances son dificultosos o más. Antojos de la rareza autofinanciada. Al margen del clima y la pluviosidad.

domingo, agosto 10, 2008

Si me cambio los recuerdos...

... O directamente los anulo. Supongo que el material memorable de cada cual sea el responsable de nuestra capacidad recordatoria. Nunca supe de ejercicios concretos para ser capaz de visualizar con el tiempo lo más añejo. Cierto que la labor escribana del momento se antoja como método más que eficaz para perpetuar el paso de ese devenir definitivo. Pero admiro a quienes de por sí tienen el don de mirar a su ombligo con perspectiva y retomar episodios de sus biografías. Detalles pormenorizados, personas que fueron algo más que episódicas en sus vidas, frases antológicas, surrealismos varios, fechas imposibles...

Hoy me vi inmerso en un contexto recordatorio y me sentí fuera de lugar, precisamente por la incapacidad de mis entendederas de mirar atrás con garantías. Donde mis contextualizadores tenían detallismos sorpresivos mi cabeza chorlita no dejaba más que entrever una neblina de mayor empedernido y sin conciencia de sí mismo ni de su propia historia. Y es algo que asusta. Incluso cuando son los otros los que te definen de aquellas, los que hacen tu ficha fantasmagórica de otras épocas que se escapan de tu memorandum. Incapaz de comprender ese relato de lo vivido pero oscurecido o arrinconado en un espacio por resolver entre una capa ingente de polvo.

Es una sensación extraña, porque de algún modo se ha escapado una parte de ti. En la lógica vivencia del presente el pasado se apila y parece se aniquila en mi memoria. Y eso apena. Por mucho que prefiera el momento, mejorable pero mejorado, con esa conciencia de lo que fui inserta en lo que soy. Sin más complicaciones, sin retorcimientos de antaños dramáticos. Relegando esos recuerdos en un ejercicio de no inclusión. Por desarraigo, por incredulidad o por pena. Con motivos de incomprensión y un pasa-página(s) necesario.

Una práctica que no es gratificante pero al menos no lo es doliente. Sabiendo que fui, pero degustando lo que soy. Y la vida se construye con el tiempo, pero lo edificado permanece. Más vale seguir en la lucha constructiva que recrearse en los cimientos por siempre jamás.

sábado, agosto 09, 2008

Va(n) de caza

Perplejo me quedo, cual ser reprimido y antimayorías, en cada incursión canalla en el mundo de la noche. La misma que no es para mí, como confirma cada nuevo ejercicio de búsqueda, dispersión y convivencia entre congeneres. Asumidas mis rarezas varias y mis esquemas caducos, intento comprender lo que veo y el devenir entre unos y otras. Amén del sufrimiento de los estilismos ajenos y las actitudes macarriles o pijas de más, me sigue sorprendiendo el método cazador bajo la luna de dones y doñas con los que compartir expreses amorosos o metomentodos. Suponía que con la edad el nivel de inquietud y deseo de saberse deseado de pronto se rebajaría, pero no. Lógico, los años no hacen más que adentrarse en la idea de reafirmarse y si lo hacen los restos, mejor. El tema es que el mundo del ligoteo me supera.

Por mojigato o desfasado no acabo de instalarme en ese mercadeo constante de miradas inquisitivas, análisis cuasi radiográficos, comentarios ad hoc entre adyacentes y si te he visto no me acuerdo. Asumo mi nulidad en la pericia tal, pero me sobrepasa el carácter frío y calculador de tales acciones. Realidad magnificada en el microcosmos ambiental para gayes y gayas de la vida, que buscan sus espacios oscuros para el escarceo y anzuelo al pez gordo o foca morsa con quienes contentar sus bajas pasiones. Porque altitudes, pocas. Con todos mis respetos...

Imagino que la no pertenencia a la práctica y a la cantidad ingente de cazadores con ansias de hombros ajenos y espamos incorporados, me complique el buen visionado o asunción de este crudo método prodúo. Tampoco quiero ni quise jamás ser uno más, por eso sigo en la práctica quejona de mi soledad mal entendida, pero cualquier cosa con tal de no caer en el mercadeo de la carne, la insustancialidad supina y la tontería de quita y pón. Eso no es para mí.

viernes, agosto 08, 2008

Desaforados

Qué poco nos queremos y qué mal nos vendemos. Es cierto. Son ya muchos profesionales de la cultura, la moda, los medios y derivados que van sucediendo sus reflexiones negativas de la práctica fatal de no reconocer el talento cantabricida y dejar volar posibles figuras que se realizan más allá de las fronteras pasiegas. Una realidad multidisciplinar que hace a muchos abandonar la lucha por esto y querer dar saltos -al vacío o no- hacia otros destinos donde poder ejercer de sí mismos sin negación de capacidades ni prejuicios varios.

El clasismo, la tontería supina y el pésimo olfato artístico nos ha hecho perder el tren de importantes nombres nuestros en origen pero crecidos en territorios donde lucirse no fue un handicap. Aquí siempre piden que uno se justifique, que sea comedido, que olvide la rebeldía ni la búsqueda de nuevos lenguajes... Y así nos luce el pelo. En cambio, es llegar una propuesta extraña, de fuera, de los otros y valorarse por las nubes, con los méritos puestos sobre la mesa pero con la objetividad rebajada. Ya sea en periodo de Rebajas o no. Poco importa. Sólo son ellos, los que se reivindican y desarrollan desde la lejanía quienes tienen el respaldo mayoritario. Con muchos damnificados a sus pasos que bien merecen espacios, difusión y reconocimiento.

Sonará a discurso pesimista, como todos, pero es algo que supera mis entendederas y bebe de los discursos de muchos sabedores de la necesidad de engrandecer lo nuestro, de poner en valor su valía redundante. Siempre lejos de rancismos y visiones telúricas del mundo socio-cultural de esta tierra infinita de rojos y blancos abanderados. Ya va siendo hora de que esos nacidos aquí hagan de las suyas por aquí, bien amparados y conscientes del respaldo. Porque, no nos engañemos, saberse apoyado por los suyos y con posibles levanta algo más que el ánimo. Así se crea mejor y se camina hacia el futuro con más seguridad.

Desde la humildad contextual, quiero mostrar algo más que un espaldarazo a todos aquellos que luchan desde sus mismidades en crecer y plantear proyectos de toda índole que bien merecen el garante cántabro, la visión en comandita y el aplauso de lo genuino. Se lo merecen todo. Se lo niegan al tiempo. ¿Por qué?

lunes, agosto 04, 2008

A destiempo

Cómo es la vida. Tanto nos da que nos quita. Nos hace aparecer o todo lo contrario. Navegamos en el mar del bien y el mal, las dos caras que nos ahogan. Así me siento, siempre polarizado para peor. Aunque cause un efecto de pena, penita, pena. A veces esto del blog es una terapia virtual que no he inventado yo. Pero está claro que en días de mucha actividad, de frenesí laboral que no carnal, de idas y venidas a raudales, de prisas como malas compañeras... Los momentos de colapso se suceden. De pronto, haces un paneo de contexto y piensas para los adentros qué hace un chico como yo en un sitio como éste. Sensación extraña o no. Pero mal síntoma.

A todos nos pasa -o supongo que generalizo para sentirme menos mal- eso de valorar nuestro hoy o ahora y tener ganas de huir. Por angustia, por incredulidad o pasmo, por una sensación con uno mismo de que el momento es impropio. O que llega en el instante menos oportuno. Pero con esa idea de la no pertenencia. Como seres huidizos de lo que se supone detentamos. Así me siento últimamente, incapaz de procesar lo que me pasa, siento, vivo y padezco. Quizá por un cúmulo de circunstancias o su ausencia, pero con un malestar y desazón de alto standing. Preocupado me tengo al pasar de puntillas por mi propio existir, desprestigiando el tiempo y todo lo que me ofrece. O siendo inconsciente de posibles privilegios, cuando no bondades. Supongo que mi carácter autoexigente no acompañe, pues siempre escalo sin mirar lo recorrido. Mala praxis. Lo asumo.

Intento evitar esa sensación de vacío, de querer y no poder disfrutar del momento o su multiplicidad sin más volteos reflexivos y paranoides. Y me confieso incapaz. Antes o después busco a los otros, chequeo sus seres, sus vidas y procedo al autobalance y todo lo que sale es paupérrimo. Por inconformismo, rancismo o tontería supina. Pero verdad verdadera. Y eso es lo que más me apena. Con todo lo sufrido, los males supuestamente enterrados, no mal rodeado y con proyecciones de mí mismo en positivo, ¿qué puede fallar? ¿Yo? ¿No me merezco? ¿Acaso soy tan EmO como algunos intuyen? No tengo respuestas, sólo preguntas en cola desesperada. Y a este paso el que desesperará seré yo. Con lo que mi teoría catódica de que el que espera sólo espera se iría al garete.

No sé. Quizá debiera quererme más. Como un famoso actor de cuyo nombre no quiero acordarme -y dudo que él lo haga, dada su senectud- que se negó a ser entrevistado en un programa al aire libre porque éste le podía despeinar y arruinar su imagen de galán trasnochado. Serán los años, o la fama, pero hay tonterías que caen por su propio peso.

Y con mi peso a otra parte. Que tampoco es cuestión de airear más estercolero personal, ni caer en ese victimismo que parece me acompaña. Puede que lo que me haga sea un buen... Dímelo tú.

viernes, agosto 01, 2008

Sumamente raro

Pertenezco a esa especie de la rareza interiorizada y material de base de uno mismo. Casi siempre a la contra, a disgusto o de salto frontal de la alienación necesaria para tantos. En momentos merece defensa la diferencia, el rarerío propio, pero en otros contextos la carga es mayúscula. En el autoanálisis de lo que llaman vida e incluso de la metodología, la reflexiva y actuante de mis días pienso que no me trae a cuenta ser uno menos.

No es cuestión de esquematizar todos esos aspectos de la visión en contrasentido, pero van de lo afectivo-sexual, pasando por lo laboral o lo ocioso. Esto es amantes o su ausencia, tragaderas no buenas compañeras o cero disfrute vacacional y en tránsito. Sólo como ejemplos, pero son más las situaciones y actuaciones en las que me siento como un bicho llamado raro que hace gala de ello sin reparo. Hasta en lo formal y las habladurías, por gestualidades, palabras y conceptos me siento o me hacen sentir un panoli o freak de absurda generación cuando no procedencia.

Hasta por escribir esto y así se me puede calificar de tal. Aunque en realidad no pretendo más que reivindicar(me) en la totalidad de mi ser cada nanosegundo de mismidad proyectada, para bienes y males, propios y ajenos, del aquí o el más allá. Porque uno es lo que es y quien es. Y como bien dijo una sabia que me regaló su teoría, hay que aprender a ser uno mismo. Porque siendo vivimos, creamos, sentimos, compartimos... En una espiral que nos engrandece en tiempo y en experiencias. Sean raras o rarísimas.