miércoles, diciembre 24, 2014

Felices días Felices



Nunca entendí que el calendario nos impusiera un estado de ánimo... Por eso mi deseo no se acota en fechas, sino en ilusiones, proyectos, sueños... Escribe tu vida con tu mejor versión.

lunes, diciembre 22, 2014

Mocito (in)feliz



Algo muy gordo, o el Gordo directamente, tiene que pasar para que el 22 de Diciembre sea bueno en mi vida. El destino lo asocia a disgustos, tropezones, decepciones... Será caprichoso el calendario o una fijación personal que remarca lo malo en un día tal, pero me cuesta pasar estas 24 horas. El tiempo, dicen, lo cura todo. Y no siempre es cierto. Porque hay recuerdos, flashbacks inoportunos, sensaciones que te hacen pequeño. No de edad, de angustia. Y hoy es uno de esos días en que se me acumulan todas esas trabas, esas muescas en negativo. Últimamente siento la necesidad imperiosa de un cambio radical, de una liberación, de respirar y reencontrarme con mi esencia. El momento mengua, incomoda y frustra. Desde esa premisa construir algo se antoja complicado. Y cuando la bola se hace más grande el bichobola crece de forma proporcional. Como los Pokemon, pero sin cromos. Sigo sin entender la absurdez supina que parece tenemos que encajar. El poder que no me representa, los desvaríos que nos han traído hasta aquí. Hasta Facebook me pregunta '¿Qué estás pensando?' y yo le diría tantas cosas y ninguna. Fuera de juego, bloqueado, desanimado. Sé, positivamente, que este no es mi momento. Llegará, espero. Lo necesito. Me cuesta reconocerme y eso me alerta. Por suerte mañana será 23 de Diciembre y espero que el día me sorprenda. Cruzarme contigo inesperadamente, regalar palabras perdidas, reírnos como nos gustaba, besarnos hasta infinito... Soñar es casi gratis y sino que se lo pregunten a quienes hoy se han visto sacudidos por la suerte. ¡Protagonistas del Telediario! Carne de foco de Mariló o AR. Ojalá los euros tengan un efecto positivo en sus vidas, tanto como la salud para los que buscan consuelo. El mío aspiro a que sigan siendo las palabras. Sin necesidad de niños repelentes de San Ildefonso ni Mocito Feliz que quiera colarse en la foto.   

sábado, diciembre 13, 2014

A mí que me reprogramen



No estoy hecho para el hoy. Cada día me doy más cuenta. Tengo la sensación de no encajar, de no entender lo que está pasando y me siento desarmado frente a esta realidad absurda. Así, sin dobleces. Me ahoga mi contexto, camino a duras penas y todo porque quiero creer en mí y en lo que hago. En quien soy. Pero parece no ser suficiente para quienes deciden. Estoy harto de sufrir mandamases sin dedos ni coherencia de frente. Estamos como estamos por muchos culpables, nosotros incluidos, pero las malas gestiones y el cazurrismo de altas esferas nos ha condenado, de todas, todas. Hoy he ido a mi tienda pidiendo que me reprogramen, sí. Porque mis comandos de serie parece están obsoletos. No sé si me compraron en oferta o fui víctima de una partida en mal estado. El caso es que en esta sociedad un robot como yo no tiene cabida. Los consejos de gurús nunca han ido conmigo, algunos me animaron a venderme, literalmente, pero hasta ahora pensaba que sería un error. Hasta ahora. He llegado a la conclusión que lo mejor será que me reajusten como consideren y adaptarme a esta situación. Imaginarme olvidado en un almacén criando polvo, cual cacharro sin utilidad me apena. Quiero que por mis cables corran emociones, vivencias únicas, tecnología puntera. Cueste lo que cueste. Ya ni pienso en encontrar a otro robotoide con quien cortocircuitar. Si viene haré hueco en mi caja, pero hasta entonces mi objetivo es actualizarme para no quemar mis chips intentando asimilar este estado de las cosas. Nadie dijo que la vida deshumanizada fuera fácil, pero afrontar violencia, corrupciones, enchufismos, insensibibilidad... Hemos acabado peor que nuestros creadores. Si pensaban que con nuestra era se acabaría todo ese oscurantismo que reventó su bienestar, estaban muy equivocados. Por imitación, hemos hecho nuestras tantas taras que involucionaron su mundo. Bueno, yo en realidad no. No, de momento... De ahí mi lamento. Poco tengo que ver con esas máquinas despiadadas que se afanan en torpedear cada paso programado. Se me hace imposible aguantar más y quiero, decididamente, que me hagan uno más de ellos. Sí, me uno al enemigo por desgaste y fracaso total de la ingenuidad, la ilusión, la verdad... Me gustaría no tener que verme en esta situación, pero esta sensación de vacío, de aparato caduco, me ha vencido. Me quema por dentro, y corro peligro de explosión, lo sé. Pero hay que saber poner punto y final a una historia. Y la mía se apaga. 

domingo, noviembre 30, 2014

El no saludo



Hay muchos tópicos sobre Santander y los santanderinos. Aunque duela reconocerlo, más de uno ganado a pulso. Y es que hoy quiero escribir sobre el no saludo, ese que esquivamos y pasamos por alto. Básicamente porque nos da la gana o todo lo contrario el cruzar una breve frase con otra persona. En este grupo entran aquellos conocidos y viceversa que por causa del tiempo o cualquier otro tipo de lejanía pasan a convertirse en desconocidos no anónimos. Interpretamos un paripé para superar tal circunstancia, llamada de móvil, mirada levadiza, frunce de ceño, despiste impostado... Todo con tal de no tomar la iniciativa en el ejercicio de cordialidad. Es muy tonto este show, especialmente cuando se da la situación real de reencuentro con el otro, recordando las ausencias y callando la tontería mutua. Así somos. Yo he de reconocer mi despiste galopante y timidez en las distancias cortas con este tipo de humanos de grado de separación mayúsculo. Puede que en otras geografías se pasen en alharacas y grandilocuencias en el tú a tú, sea del tipo que sea, pero hemos de reconocer que es absurdo negar un saludo por imperativo antisocial. Por mucho que la contraparte se guarde a la par su gesto, holaquétal o lo que sea. ¿Hemos perdido toda educación? ¿Qué nos impide ser correctos y bienquedas? Y si así anulamos toda una red de contactos que vete tú a saber qué nos puede aportar... El caso es que me resisto a pensar que todo esto va en un gen santanderino. Siempre que algún foráneo repite que somos muy cerrados, que aquí cuesta hacer amigos, yo niego con rotundidad, poniéndome en primera persona. Y lo pienso con vehemencia, pues a mis pruebas de vida me remito. Pero en el tema del no saludo me veo 100% partícipe. El otro día cruzaba un semáforo y justo enfrente estaba 'el objeto andante no salutativo'. En alguna ocasión necesité contactar con ella por temas de trabajo, pero nunca nos tratamos con profusión. ¿Sabrá quién soy yo? Igual no me reconoce, pensé. Total, no voy a decir nada porque lo mismo ni me identifica. Cuando quise sumar pensamientos, el verde marcó los pasos y nuestros destinos se cruzaron sin saludar. ¿Pensaría ella lo mismo? Quién sabe. Pero como ese paso de peatones muchos otros contextos con otros tantos coprotagonistas se quedaron en vacío. Una pena, porque si estamos de paso qué cuesta regalar una sonrisa o un hasta luego. Desde aquí me pongo el hola por montera y me propongo retirar el no saludo para saludar sin miramientos. Que pase quien tenga que pasar. ¡Adiós, no amigo!

domingo, noviembre 16, 2014

Basada en un amor irreal



Lo hice. No aguantaba más. ¿Quién quiere hacer daño deliberadamente? Cada beso, cada caricia me resultaban un esfuerzo. Me ¿enamoré? de ella. Ahora sé que no. Estos años han sido una farsa. Era la chica ideal, la madre perfecta para mis hijos, la mujer diez. Pero ninguno de esos clichés bastaba. Nada podía ocultar mi verdad. Mi corazón rechazaba esta idea de dos. Y lo que sentía por ella no era querer, era una comodidad emocional mal entendida. Cuando caminaba por la calle y veía a esas parejas pletóricas, vivas y entregadas sentía lo irreal de mi historia. Mi infelicidad plena, con una co-protagonista digna de Hollywood. Con su sonrisa y su mirada siempre cómplice. Supongo que con otra me hubiera resultado más fácil. Ella ponía toda la carne en el asador y yo asumía mi horrible dieta de querer. El mismo en que ella no entraba. En el trabajo me preguntaban por lo nuestro y me limitaba a responder con evasivas. No quería dar hondura a lo que sabía era una tapadera. Pero, ¿hasta dónde podría llegar? Dónde quedaban mis sentimientos de verdad... ¿Y mis padres? Sus fotos en el mueble del salón, la taza con su nombre y el calcetín por Navidad demostraban del todo su implicación con Natalia. Había guionizado en mi cabeza el momento. Con el argumento de necesitar un tiempo lograría distancia y, poco a poco, zanjar lo nuestro definitivamente. Me sentiría culpable pero era un buen momento, se cumplía un año de su plaza como agente de policía y había conseguido una plaza cerca de casa. Su seguridad poco tenía que ver con la mía, víctima de mi absurda irrealidad. Intenté mantener las formas y no caer en tentaciones, hasta que llegó él... Y con él, el día del finiquito a mi noviazgo de catálogo.

Como cada domingo comimos en casa de mis padres, enfrentándonos a la típica pregunta de ¿para cuándo la boda? Me atraganté, lo reconozco. Ella me miró extrañada, pero mi madre recondujo el momento con la crónica más exhaustiva del bodorrio de la vecina del tercero. Tras la comida nos fuimos a mi piso, como de costumbre, a pasar una tarde ¿tranquilos? Estábamos viendo un telefilm soporífero cuando empezó a sonar el teléfono. Era él. Colgué. Me armé de valor. Silencié el televisor. Y empecé 'a romper', entre titubeos. Mi discurso no pareció convencer a Natalia que se desquició como nunca había visto. Sus ojos cándidos estaban fuera de órbita. Quise calmarla y propuse hablarlo en unos días, más tranquilos. Fui a la cocina a por un vaso de agua y cuando volví al salón estaba apuntándome con una pistola. Su pistola. Como en las películas y las series americanas que tanto nos gustaban. Me reí, no entendía nada. Pero el odio se había apoderado de ella. "O estás conmigo o no estás", repetía. ¿Su amor se había convertido en locura? Traté de disuadirla, pero sus gritos silenciaban mis argumentos. Me abalancé sobre ella y cayó al suelo. La pistola se desplazó y logré hacerme con ella. "No me das otra opción". Ella o yo. Y opté por su final y escribir el mío entre puntos suspensivos. No puedo decir más. Es lo que pasó. Me entró mucho miedo, pero más el pensar que para siempre tendría que vivir una doble vida. O peor, no vivirla por su desquicie. Nunca pensé que fuera necesario acabar así. Ahora todos me odian y tienen un motivo. Qué triste que mi vida se haya convertido en el argumento de película de sobremesa. Basada en un amor irreal.

lunes, noviembre 03, 2014

La celda folclórica



A estas horas puede que Isabel Pantoja esté ensayando el nuevo estribillo de su popular tema. Y es que sólo un último recurso de súplica separa a la tonadillera de la cárcel. Fiscalía y Audiencia Provincial de Málaga se oponen a que quede en libertad condicional, lo que desata el drama folclórico. De nada sirvió la petición in extremis de 'dineros' de su sobrina a los ricos de la tele, esta vez sin el socorro a una María del Monte (hasta la peineta). De poco ayudaron los lamentos en concierto de la cantante, ni las negociaciones para deshacerse de parte de su patrimonio. Es lo que tiene el equivocarse de color. Optó por el blanqueo, cuando los colores vivos siempre sacaron más a sus rasgos sureños. Fuera bromas, casos como el suyo demuestran dos cosas. Punto uno: - Hay que enamorarse con precauciones, pues tu fuente de deseo puede convertirse en tu peor pesadilla. Punto dos: - Controlemos la necesidad de avaricia, el ansía por defraudar, pues no lleva a nada bueno. Para todo se necesita buenos consejeros y mucho me temo en la familia de la susodicha andan escasos. Más bien se rodean de palmeros, entregados a la alabanza absurda y con cero capacidad de crítica. De ahí el recorrido de Paquirrines, Chabelitas y demás fauna surrealista. Estercolero de la realidad, que se retroalimentan para el estupor ciudadano medio. Cualquiera diría que una artista histórica sea incapaz de llevar una vida medianamente digna. Lo suyo ha sido una sucesión de amarillismos exaltados, de titulares previopago, de álbumes que daban mucho más que el cante. Ni el mejor guionista hubiera acertado en el cúmulo insólito de episodios de días de colorín y bata de cola. IP no supo depilarse los bellos innecesarios, se enzarzó en historias y altanerías ridículas. ¿Resultado? Un presunto final infeliz. Quién sabe si germen de una teleserie de la factoría 'toma Moreno'. Ahí va la sinopsis: Coplera entra en prisión, crea un grupo de flamenco con sus compañeras, se va de gira por cárceles de provincias y se enamora. Su archienemiga entre barrotes descubre un lío de bolsas (para tirar la basura presidiaria) y decide jurar venganza. Éxito de audiencia, seguro. Con debate posterior de momias recicladas del fantoche couché. Pase lo que pase, aprendamos la lección. Queramos sin un single mal escrito, ni ambición infinita. Siempre nos quedarán los dientes (dientes). 

viernes, octubre 24, 2014

Me roban el corazón



Seré frívolo, nostálgico, insensible o absurdo. Pero estos días la noticia que más me ha inquietado ha sido el adiós a los Kojak de sabores, las piruletas de corazón y los Fresquitos, productos más que dulces de la marca Fiesta S.A. Y es que han sido cómplices de mi infancia y más allá, porque nunca me he resistido a terminar con la lengua coloreada. Muchos recuerdos van asociados a estos productos de palo de papel. Me encantaba morderlo con ahínco y deshacerlo, poco a poco, para después romperlo en mil pedazos. Me vienen a la cabeza días de cole. De esos que salía con prisas y tenía las monedas recontadas para comprar ese capricho de caramelo. O tardes de vacaciones, sin más obligación que matar el tiempo con burbujas de chicle. Y cómo no, la mezcla picante y refrescante a la vez del pica-pica, con ese dedo inquieto que apuraba cada esquina del envoltorio. Siempre me pudo la ansiedad con los Kojak. Devoraba los de sabor Coca-Cola, la chispa de mi vida. Quería apurar el caramelo al máximo para después disfrutar del chicle explosivo, pero me era imposible. Acababa mordiendo el círculo sabroso y elaborando un chicle a base de tropezones genuinos. Es curioso cómo nuestra vida está marcada porque pequeños grandes detalles como estos. Cómo nuestra memoria asocia una marca, un objeto, una frase a nuestra verdadera esencia. No quiero que me arrebaten esta fiesta sin bolas de discoteca ni guirnaldas multicolor. Las nuevas generaciones se merecen festejar con unas 'gominolas' auténticas, diferentes, divertidas, a la vez que clásicas. Que alguien rescate a nuestros amigos y nos permita volver a ser niños una y otra vez. Querida Raffaella reivindica esta Fiesta, tan fantástica que seguro volverá a ser rentable.

Última hora. Leo que desmienten la noticia y mi alegría es enorme. Continúa la producción y no habrá despidos. Por supuesto, pienso celebrarlo. Atracón de Kojak, Fresquitos y piruletas de corazón... ¿Alguien quiere?

domingo, octubre 12, 2014

Más que belleza



La belleza será efímera. Pero no los recuerdos que me deja el certamen Rey&Reina de la Belleza España. Han sido días intensos, evidentemente en lo profesional, pero me quedo con lo personal. Porque entre todo el equipo y con los candidatos y candidatas hemos logrado hacer una piña tan divertida como compacta. Los nervios e ilusiones de jóvenes con ganas de comerse el mundo se contagian. ¡Aire fresco! Incluso cuando tu propia realidad dista mucho de esas energías. Y es que, cuando menos te lo esperas, una sonrisa, un gesto o una broma hace que uno se olvide del contexto. Me sumé al barco cuando ya había zarpado en forma de convivencia. La confianza de Linac Media, gracias Charlie García y Nora Lavín, me dio la oportunidad de integrarme en el proyecto. Desde el principio me dejé llevar por el buen rollo y la espontaneidad de todos las bellas y los bellos. Su complicidad, su verdad, su juventud arrolladora. Grabaciones, ensayos, pruebas de vestuario, más ensayos, consejos de profesionales, remates de ensayos... Ha sido un bucle infinito de aprendizaje para ellos. Quienes me conocen saben que siempre me gusta ser uno más desde el minuto uno. Me involucro con ganas, pregunto sin límites, me esfuerzo en empatizar con los protagonistas de cada historia que me toca contar. Así soy y así me he mostrado en todo momento. Detrás de sus bandas había mucho más. Y ahí estaba yo para empaparme de cada intrahistoria, de la esencia que cada uno transmitía.

Desde la cena de gala no me deshice de mis pajaritas y me lancé a mi mundo de palabras. Aquella noche me sorprendió su elegancia, que desbordó el Hotel Milagros Golf, de Mogro. Entregaron presentes a la ciudad de Santander. Y a falta de alcalde gentleman, su anfitriona fue la reina saliente, Sofía del Prado, musa y emblema. Sin duda, a sus 19 años es una gran profesional de la moda. Derrocha actitud. Y auguro para ella un futuro deslumbrante. Su sencillez enamora, como su mirada. Lo pasamos bien pero no podíamos trasnochar en exceso que de martes a jueves teníamos un reto: dar vida a la Santander Fashion Week. Ellos como el elenco de pasarela y yo como maestro de ceremonias. Un honor ser la cara visible de este evento de Coercan, que cumplía su décimo aniversario. El diseño estuvo muy bien representado por nombres  consagrados de la alta costura como Ángel Palazuelos o Alejandro de Miguel, así como la brutal arquitecta en patrones Jessica Conzen (ganadora Jóvenes Diseñadores de Moda de Cantabria 2013). Más talento y de Cantabria el de Carla Ibars, que debutaba con su primera gran colección. O la creatividad desbordante de Silvia (Coolmanía), que homenajeó con mucho arte a Matisse. El aire del Sur lo bordó Paz Gómez con sus diseños  flamencos. Y las tendencias para el hombre tuvieron gran representación con las colecciones de Di Prego (adoro sus pajaritas en madera), Sinigual o la camisería siempre perfecta de Corso Italia 47. Sin olvidar los trajes únicos de Roberto Vicentti, seleccionados por Don Félix. Para ellas conquistó la moda de La Envidia Sana y Cloe, comercios que entienden y visten el universo femenino. Pero, con permiso del resto, tengo que remarcar un desfile. Unas prendas que me hicieron viajar,  soñar, sentir... Y un nombre, Lucas Balboa. Sabía de su trabajo como director artístico, de hecho estos días he tenido el honor de trabajar bajo sus órdenes. Pero no había tenido ocasión de conocer el trabajo de moda del tinerfeño. Nos llevó a la India en telas y creaciones apasionantes que visten a un hombre decidido, auténtico, sin más etiqueta que su personalidad arrolladora. Colores vivos, complementos polisémicos, esencia pura de creación. Sin palabras. Con pasión. Todos hicieron posible tres días tan locos como geniales. Con los reyes y reinas entregados a cada pose, cada diseño. En un no parar de selfies e improvisados photocalls. Mucha gente trabajó por hacer posible unas tardes intensas de tendencias, de trapos con historia. A los profesionales de vídeo, fotografía, iluminación, producción, seguridad... muchas gracias por las facilidades. Y, cómo no, a las chicas de maquillaje. Grata sorpresa el encuentro con mi querida Elena Calzada, musa de los broches y pinceles. Junto Andrea Saavedra, implicada al 200%, y Lucía Montes consiguieron restaurarnos con precisión. El resultado fue una SFW muy completa, variada y explosiva en cuanto a belleza, gracias a los monarcas de la cosa guapa.

Pero el gran reto estaba por llegar. Gran Gala Final de Rey&Reina Belleza de España. Bajo la dirección de Antonio Marhuenda y Lucas Balboa en el apartado artístico la noche del viernes 10 prometía otro 10, como mínimo. Y creo, sinceramente, superamos la nota. Días antes me comunicaron que compartiría escenario con la guapísima María José Suárez, todo un lujazo. Sus tablas y experiencia en estos certámenes era perfecta para contar este cuento con final feliz de corona y cetro. Las chicas y chicos tuvieron una agenda muy completa, entre ensayos de cada pase, pulir la coreografía, entregarse al centurión de peluquería y maquillaje... Yo observaba cada movimiento, cada rostro, el cariño ganado a pulso de unos con otros... Era su día y aunque la competencia no se escondía, su comportamiento fue chapeau. Era inevitable tener favoritos pero no te lo ponían nada fácil, porque había tanto nivel, tanta majura concentrada que no hubiera querido ser jurado. Yo a lo mío, a parlotear sin fin. Pasaron las horas y el ritual profesional se aceleró. El maquillaje tapó mis ojeras y un traje guante seleccionado por Félix Pellejero hizo el resto, ya era todo un presentador de ocasión. Me reuní con mi compañera empezamos a repasar escaleta con toda la complicidad del mundo. Quedaba menos. Sentía el calor humano que poco a poco llenaba el Palacio de los Deportes de Santander. Tan majestuoso que impresiona. Pero saber que quienes te quieren (o casi todos) estarían allí, cómplices, con aplausos y emoción, todo lo vence.

No nací con un pan debajo del brazo, sino con un mando de televisión. Desde pequeño me atraparon sus personajes y grandes espectáculos. Y me recuerdo viviendo con pasión los certámenes de belleza televisados cada año. Y ahora verme dentro de uno de ellos, compartiendo momentos con tanta gente que desbordaba ganas, entusiasmo y guapura... Un reto profesional importante que viví desde la tranquilidad y las ganas de disfrutar. Y así lo hice, volqué mis energías en entregarme al público, a mi compañera y a dar un show interesante. Creo que lo logramos. Gracias, cómo no, al esfuerzo de los treinta y ocho dioses y diosas de este país tan ecléctico como único. Anécdotas y surrealismos hubo, como en todo evento, pero me quedo con los recuerdos de vivir nervioso la elección final de ganadores. Conocer el acta del jurado, ver quiénes eran los elegidos, y sentirme emocionado y feliz por ellos. Todos merecían llevarse algo y se han ido cargados de experiencias, buena gente y contextos diez. Los premios eran la guinda. Y el pastel se repartió especialmente para Andalucía, Marta Rodríguez, nueva Reina Belleza España 2014, y Castilla-La Mancha, Antonio Jaime, flamante Rey Belleza España 2014. Nombraría aquí a todas las comunidades, porque son geniales y conmigo se han portado de diez, pero mis chicos de Cantabria, Rosa  y Diego, son un encanto.  Pero todas y todos me han enseñado e impulsado en un momento que lo necesitaba. Gracias, de verdad. A toda la organización del certamen nacional. A David Ibars, de Norevents. A Jorgen Esteban, rey saliente, un tío 10. A los peluqueros. Al equipo de Lucas Balboa, siempre encantadores. A Don Félix por vestirme de gala deluxe. A la discoteca Zen por darnos una post-fiesta genial. A los cómplices que valoraron mi trabajo. A los que no lo hicieron. A todos. ¡Qué bello es hacer lo que a uno le gusta y ser uno mismo! Volveremos a encontrarnos, con o sin banda... 

domingo, septiembre 21, 2014

Él no



Juan creció enfadado con el mundo. Desde bien pequeño, se familiarizó con las lágrimas. Con las despedidas y las bofetadas de realidad. Sus padres querían que relativizara el dolor y apostaron por una educación católica. Pero él siempre se mostró reticente y descreído. ¿Cómo alguien todopoderoso permitía que su pequeño primo Ernesto muriera con sólo cinco años? O la señora Teresa, vecina del quinto izquierda, la mujer más sana que conoció nunca y que, por sorpresa, falleció aquel verano. Dicen que de un infarto. La muerte despertaba su ira, pero también aumentaba sus miedos. "Moriré joven, por rebelde", repetía una y otra vez. Pero en su mirada se agazapaba una sensación de desazón evidente. Recuerdo que cada mañana se afanaba en mirar las necrológicas para comprobar quién causaba baja de su entorno. Siempre me pareció muy macabro, pero con los años entendí que era una liturgia muy personal que mantenía despierta su conexión social. Día sí y día también, se recreaba imaginando las causas y maldiciendo a la mortalidad supina. Yo me escapaba de su lado, pero él me buscaba para ponerme al día de la actualidad funeraria. Por respeto escuchaba y callaba, porque a mí me daba más vértigo pensar en el final. En la despedida. Sobre todo, en la suya. ¿Qué sería de mi vida sin él? Los hijos tenían sus vidas y las nuestras eran una suma de rutinas que hacían cayo.

Los primeros olvidos los solventó con su gracia. "¿Juan y el pan?". Y me tocaba a mi bajar a por la barra sin sal que le había impuesto el médico. Me llamó la atención el primer día que tampoco compró el periódico, su bien más preciado. "¿Qué te pasa, Juan?". Farfullaba cualquier cosa y yo seguía como si nada. Se lo comenté a mi hija María, que aunque es profesora de niños siempre quiso estudiar Medicina. "Son cosas normales a vuestra edad", me decía. Pero mi Juan otra cosa no, pero cabeza siempre tuvo. Hablar con él no era una opción, porque no atendía a razones. Tanto genio me enamoró de él, pero reconozco que muchas veces me he merecido un premio a la paciencia. El caso es que un día, aprovechando que tenía cita en el médico para las recetas de mis medicinas de la tensión se lo comenté al bueno del Doctor Arteaga. Media vida ha cuidado de nosotros y con solo mirarnos sabe qué nos pasa. Le hablé de los despistes de Juan y me previno de algo que yo misma no había querido pensar. "María Ángeles, no quiero que te asustes pero podría ser Alzheimer". Una lágrima brotó sola y descarada. La primera de tantas. Había oído hablar de ello en la televisión, que si un político catalán lo tiene, que si cada día gente más joven lo sufre... Pero no quería hacerme a la idea de mi Juan. Él no.

Pues sí, los recuerdos se fueron de poco a poco para no volver. No podía alejarme ni un minuto de su lado porque me temía lo peor. Mis hijos han hecho lo posible por ayudarme, pero me toca a mi ser su compañera de viaje. Como siempre quise. Me da pena que ya haya olvidado mi nombre. Que me mire y sienta su extrañeza. Lloro en silencio, él lo hace en voz alta y al segundo ríe a carcajadas. Es muy duro. Es mi vida. La suya. La nuestra. Y sí, ahora soy yo quien lee, para él, a diario las esquelas. Me duele reconocerlo, pero fantaseo con el día en que sea la suya la que esté ahí frente a mis ojos. No quiero que sufra más. No es justo, como el dijo siempre, que la vida nos ponga en esta situación. Te quiero Juan, aunque tú ya no me lo digas.

21 de Septiembre /// Día Mundial del Alzheimer. 
Con todo mi cariño para los enfermos y familiares.
El corazón no olvida.

sábado, septiembre 13, 2014

No conmigo



Estamos de paso. Pero si, de paso que estamos, hacemos las cosas bien, mejor. Cuanto más alcanzamos a saber del despropósito de realidad que nos han confeccionado entre unos cuantos los niveles de indignación, hartura y quemazón superan límites admisibles. Conviene no olvidarlo y emplear esa información a futuro, para penalizar según corresponda. Pero he aquí cuando cada cual debe hacer una lectura introspectiva, un análisis de ombligo sin dobleces y sacar conclusiones. Porque, nos guste o no, todos nosotros hemos contribuido, de una u otra forma, a elevar el surrealismo. Entonar meas culpas, entender fallos y malos hábitos profesionales, ciudadanos, emocionales nos llevará al camino de la liberación. Los abusos de autoridad, los desprecios sin sentido, los egos sin curar... Todo eso que suma y nos resta, ha creado este estado de las cosas. Me niego a contribuir más. No quiero tolerar a indecentes caraduras, jetas que no valoran los ejercicios profesionales, insospechados ejemplares venidos a más, no conmigo. En nosotros empieza la construcción eficaz de un mundo de posibilidades, de ilusiones y verdades expuestas. El resto no es más que menudencia sometida a los fantasmas que nos consumen. El yo en positivo es la vitamina que cada día debemos ingerir. El camino nos impone hacer de nuestra marca personal un impulso. Estamos en una guerra y debemos ser conscientes de nuestras mejores armas para la contienda. Y las sonrisas siempre son efectivas. Pese a quien pese. 

domingo, agosto 31, 2014

Tan solo tú



Hay muchas actualidades. Unas más tremendas que otras. Pero en estos últimos días se viene hablando mucho de armarios. Y no porque Ikea haya lanzado su nuevo catálogo (que también), sino por la espontánea declaración de amor lésbico de una Miss España. La bellísima Patricia Yurena Rodríguez ha llegado a lo más alto en certámenes internacionales y poco tenía que perder en mostrarse sin dobleces. Fue en una foto y con un pie de tal muy elocuente. Romeo y Julieta. Y donde muchos hubieran esperado a un fornido Ken, aparecía una muchacha. La responsable de erizar su piel día a día. Los comentarios incendiaron las redes sociales y la protagonista asumió con total normalidad su muestra de amor. Un gesto que habla de libertad, normalización, avances, dignidad... El mismo que silencian, por miedo, tantos y tantas en su pleno derecho de guardar intimidad, pero víctimas de las consecuencias sociales de mostrarse tal cual son, tal cual quieren. He ahí el drama. No en el ejercicio personal e intransferible de salir del mundo gris y oscuro de las mentiras, del ocultismo sentimental. Sino del efecto que la verdad tiene sobre las carreras profesionales, la imagen pública, el entorno familiar, de quienes aman en contrasentido. Si se pude considerar contrasentido AMAR, así en mayúsculas.

Toreros, futbolistas, cantantes, peones de obra, modelos, bomberos, policías... Un desempeño profesional poco tiene que ver con las cabriolas de cama que cada cual realiza con quien le da la real gana. Las mentes obtusas siguen negando y condenando al ostracismo, en mi opinión por traumas y bajas pasiones mal curadas. Llamó mi atención que, al rebufo de la guapísima con banda, una presentadora de televisión lanzara un discurso que pretendía de máximos y resultó de mínimos. Si quería normalizar se mostró descafeinada, porque no dio el paso al frente definitivo que se espera de alguien con notoriedad pública, que puede ayudar a un gay o lesbiana de pueblo a tener un referente real. Se necesitan modelos en positivo para construir una identidad pública fuerte, capaz de asumir la lapidación verbal, cuando no física, que los neandertales ejercen sí o sí. Chueca hay sólo una y fuera de sus límites no es fácil expresar deseo, acariciar a tu pareja, caminar juntos de la mano, besaros como si no hubiera un mañana. ¿Quién tiene que dictar las normas del amor? ¿Por qué juzgar a los otros por sentir? ¿Hace mejor o peor persona a alguien que su pareja sexual sea un hombre o una mujer? ¿Cuándo dejará de ser noticia que alguien salga del armario? ¿Cuándo dejaremos de cotillear sobre qué o quién gusta a tal o cual persona? Es absurdo perder energías y hacer de nuestra vida una mentira a cuenta de la ineptitud ajena. No es necesario etiquetarse, ni mucho menos, pero nunca negar la esencia personal. Compartirla es decisión propia. 

domingo, agosto 17, 2014

¡Acción...!



Los días pasan como las cosas. Y su efecto sobre nuestra piel y entrañas resultan devastadores. Podremos negar, callar, restar valor pero ciertamente somos seres afectados/afectivos. Por ello defiendo el pensarse, el introspectar, el ombliguismo bien entendido para sacar conclusiones. Hay quien se empeña en la ausencia de pensamiento, la ligereza como estado del bienestar. Respeto pero no entiendo, porque no conduce más que a la confusión. A la lucha interna que explota a su antojo. Y ya sabemos las consecuencias nefastas de tal cosa. Este contexto nos tiene entre enfadados, dormidos, depresivos... Poco bueno se puede esperar esperando. Menos con la ineptitud henchida de poder. El caso es que el rescate depende de nosotros mismos. Sabemos lo que queremos y debemos reivindicarnos. Que el camino no será de rosas, que las espinas tienen nombre y actitudes, pero la inmovilidad sólo empeorará esta realidad nefasta. No hablo sólo de la cosa económica, también de la emocional. Estamos apolillados en una crisis de valores, en unas carencias de sentimientos, en unos silencios del querer que analizados asustan. Y me niego a dejarme empapar más de este oscurantismo. Expondré mi conciencia, salpicaré mi verdad, me quemaré si hace falta. Cambiarán las circunstancias y con ellas cambiaré yo. Seguro. Para bien. Porque quiero. Porque me quiero. Porque es el momento... Mi mantra es mucho más que palabras, es una necesidad. Y, a la vez, un símbolo. Porque la acción tiene que encontrarnos actuando antes del sonido de la claqueta. Sólo así seremos más veloces que esta inercia que nos desdibuja. Que siga la película... Si todo va bien firmamos trilogía. 

miércoles, agosto 06, 2014

Salud



El latido de la ciudad va por horas. Sus habitantes, también. Hay quien de buena y primerísima mañana sale de casa a poner las calles. Entre ellos se conocen. Apenas cruzan miradas. Han asimilado cada ruido, cada rutina y ya poco rompe su esquema de días. Hoy me he sumado a su cruzada de realidad. He saltado de la cama y, de pronto, me he visto perdido en su universo. Absorto, imbuido del paisanaje particular, he decidido sentarme en un banco. Solo. Cerrar los ojos y dejarme llevar por los sonidos del despertar a un miércoles cualquiera. Subidas y bajadas de sonoridad como estados de ánimo imperfectos han sacudido mis entrañas. Cuando recobré la visión, algo cegado por el ejercicio de abstracción, me di cuenta de que no era el único practicando el ejercicio zen. A mi derecha, una mujer rondando los setenta, peinado semanal de peluquería, vestido dos piezas en flor, sandalias cómodas y joyas de amor a cuestas practicaba la meditación mañanera. O eso interpreté. Siempre he fantaseado con las historias ajenas. Pero la suya estaba servida en bandeja. Sólo me faltaba llegar a su monólogo interior. Que lo había. Entre inquieta y placentera, dejó pasar los minutos. Hasta que me di cuenta que verbalizaba entre dientes un mantra, rezo o palabrerío sentido. Al tiempo, acariciaba y daba vueltas a una alianza. Mucho más que un símbolo. Una conexión con su querer lejano, pensé. Qué emoción. La suya y la mía, por asistir a ese ritual tan auténtico. Quedan esperanzas para los descreídos de la cosa latida. En ese momento mi vecina anónima se levantó decidida. Había marcado su punto y seguido. Con destino ¿feliz? Sus pasos se encaminaron hacia el hospital que se levantaba a escasos metros. Sería su miedo, sería su talismán, pero era ella la protagonista de su propia historia. A su Salud lo comparto. Ojalá haya recibido buenas noticias.   
  

jueves, julio 31, 2014

Tanto



Hay muchas formas de terapia, pero perderme y encontrarme entre letras es mi salvación. No son sólo palabras, son retazos de verdad. Ejercicios no verbalizados que cobran alas en forma de teclas. Contengo demasiado, silencio por prudencia, pero intento aquí mostrarme sin ninguna doblez. Desprotegido, quizá. Atrevido, a veces. Inquieto, siempre. Mi esencia me pasa factura, pero seguiré en el esfuerzo de ser más fuerte. Podría contar mil historias, expresar tantas dudas, quejarme sin remedio, denunciar absurdos y surrealismos pero me gustaría limitar todo ese torrente y canalizarlo hacia la creación. Porque no pretendo caer en el drama, exhibirme en modo doliente. Pero sí construir, aprender y entenderme. Es la única manera de afrontar el horizonte con valentía y arrestos. No puedo permitirme divagar en terrenos en los que otros se recrean. Ni ser víctima de sus torticerías. De mi depende el trascender todo eso y caminar sin mochila molesta. Puede que mis metáforas y juegos de palabras se queden vacíos, incluso planos, pero mientras me sirvan de válvula de escape bienvenidos sean. Me queda tanto por decir que es momento de poner el punto y seguido.  

viernes, julio 18, 2014

Adiós, monstruo



Una lágrima marcó su fin. Densa, resumen de tanto dolor. La despedida resultó tan inesperada como el impulso amoroso que conectó aquellos polos opuestos. Ella se había convertido en una descreída de las relaciones. Cansada de promesas, buenas palabras y ejercicios inauditos de don juanes de pacotilla. Él supuso una bocanada de aire fresco, con su altanería y esa sonrisa de encantador de serpientes. Enseguida supo entretejer cada latido de arrastrada enamorada. Y llegado ese punto desplegó todas sus argucias de malo sin película. La primera bofetada consintió en anécdota. No tardaría en acostumbrarse a los golpes y los insultos. Revulsivos dolorosos en ausencia de te quieros. Su corazón se deshacía por momentos, pero era incapaz de huir. Se temía, ya no podía respirar sin sus bocanadas violentas. Callaba, obedecía y él machacaba su verdad. Se aprovechaba de esa dependencia nefasta. Eran dos caras de distinta moneda, ahogados en una suma imperfecta. Perdió toda su esencia, se desdibujó por obra y desgracia de su monstruo. Los pocos momentos que fantaseaba con otra vida, un amor sin denuncias, un felices para siempre, el contexto tornaba en infierno.

Era un día cualquiera, como todos para su martirio. Enlutada a sus treinta y pocos, confinada en los escasos metros cuadrados de su cocina. Su dueño llegó, siguiendo el guión de cada día, con unas copas de más y unas formas de menos. La empotró contra la pared y forzó el piel con piel. No tardaría en finiquitar su salvaje clímax. El hambre carnal despertó la fobia de ella. Hastiada de ser su juguete roto, desprendida de cualquier placer. Una vez servida su otra comida, emplatada a su gusto, prosiguió con su ritual de insufrible hombre de la casa. Una siesta separaba por un tiempo sus dos realidades. Sueño y nada. Aún aterida por su voracidad sufrió una reacción mecánica. Abrió un cajón, sacó un cuchillo y corrió hacia él. Una tras otra, cada puñalada era una respuesta, una deuda emocional pendiente. Como un cerdo, lo que era, él reaccionó entre sacudidas hasta que anuló la vida de quien hizo lo propio con ella. La sangre corría a su antojo a lo largo del sofá en el que estaba sentado. Pero en estado de shock se limitó a lavarse las manos en el fregadero, buscar una bolsa de la compra y envolver el arma blanca. Salió de casa con lo puesto. Lo tiró en la basura y fue a entregarse. De camino lloró, fue en ese preciso momento. Un fin que llegó demasiado lejos. Demasiado tarde.  

/// 016 Teléfono de atención a las Víctimas de Violencia Género ///

lunes, julio 07, 2014

Mi episodio 3.1



La mejor versión de uno mismo. ¿Un objetivo? O mucho más que eso. El tiempo nos recoloca y obliga a hacer balance(s). Más cuando el calendario impone soplar velas, acumular recuerdos y peinar canas de más. Durante 24 horas focalizas cariño, cercanía y buenas palabras. Y te das cuenta de que la fortuna se puede medir en algo más que números. Por suerte, siempre me he sentido muy querido y bien acompañado en esta aventura que es vivir. Pero ilusiona que tu gente, como concepto abstracto y peculiar, te dedique un tiempo de calidad, sea en el medio de expresión que sea. Porque así entiendes que algo habrás hecho bien en estas décadas que ya se van alargando. Porque no pierdes la emoción espontánea de abrir un regalo, de compartir una mirada cómplice. Siempre subestimé el peso de la cifra impresa en DNI. Pero es sumar y sentir su efecto. Seguramente porque las circunstancias no hayan jugado a mi favor, como ocurre casi en general. No estoy donde pensaba, pero tampoco me arrepiento de mi tránsito. Es más, algo me dice que todo puede cobrar un nuevo rumbo. Que si me escucho de una santa vez, que si actúo con honestidad con mi yo profundo, todo encajará. Son sólo sensaciones, tan necesarias para afrontar los días. Enarbolando la lucha y la verdad como valores personales, considero que en este episodio por escribir los párrafos serán tan oportunos como auténticos. Y para mí, lo más importante será el saberme respaldado por una familia única, el mejor ejemplo. Con unos padres que demuestran su espíritu intachable. Supervivientes natos y buenísimas personas. Unos hermanos siempre cómplices y con gran un futuro. Y mi otro núcleo familiar, el de mi gente, amistades históricas, nuevas incorporaciones, hermanas casi de sangre, equipos de trabajo que se convirtieron de vida. Gracias a todas y todos soy. Tres letras que debo y agradezco hasta infinito. Prometo seguir conjugando, sintiendo y entregándome.   

/// fotografía Borja Uría ///

sábado, junio 28, 2014

Orgullosamente



Estaríamos perdidos si el sentir fuera programado por ordenador. Nos llevaríamos las manos a la cabeza, víctimas de la invasión tecnológica, dueña de nuestros latidos. Lo espontáneo mutado a código binario. Pero por muy insólito, impensable o inalcanzable hay quien aplaudiría tal insensatez. De hecho, lo han intentado históricamente negando, condenando y rechazando la libertad emocional de muchos. Es triste que a estas alturas queden mentes tan obtusas que no entienden de respeto. Y sí, me centro en la celebración de los derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales. De las personas que aman diferente. Con orgullo, con pasión, con libertad. Palabras huecas para los moralistas y antiguos, incapaces de esforzarse en tolerar. ¿Acaso va alguien a atacar su estructura de vida? No, pues que no hagan ese ejercicio cercenador con el resto. Los años me llenan de argumentos para pensar que todos esos neandertales no son más que víctimas. Encerrados en sus mundos opresores. Limitados por miedo a ser ellos mismos. No podemos permitirnos más silencios, ocultar nuestros besos, esas caricias impulsivas o las miradas de deseo. Así se da alas a los tristes de espíritu y sumamos peso a su impertinente negación. Desde mis primeros pasos de reafirmación personal, encuentros con luchadores adalides de la visibilidad, juergas iniciáticas, amores equivocados... mucho hemos avanzado. Lo sé. Tenemos una ley de matrimonio y hay muchas conquistas (necesidades) en cuestiones de salud si hablamos de VIH o disforia de género. Pero queda mucho camino por recorrer. Aquí y mucho más fuera de nuestras fronteras. Incluso más allá de Chueca y su arcoiris al viento. Un prestigioso psicólogo/sexólogo me decía hace unos días que ya no encuentra testimonios desgarradores de identidad como hace unos años. Sí de condena, de efectos secundarios por el rechazo frontal en familias o entornos propios o de la pareja. Imposibilitando así quereres auténticos, por la bajeza emocional de esos ¿seres? ¿queridos? No podemos permitirnos rebajar libertades, depositar en manos ajenas nuestra verdad. Violencia, insulto son manifestaciones de su incapacidad. Basta ya de hacernos pequeños. Queremos, somos y estamos orgullosos. Y si a ti no te gusta habla con tu mano o con tu armario. 

sábado, junio 21, 2014

Recuerdos



La memoria de la piel y las entrañas sobrecoge. Lo sentí el otro día al volver fortuitamente a los muros del colegio que me vio crecer. Al contexto donde empecé a escribir mi guión. Fue curiosa la sensación de nostalgia, angustia y emoción en miscelánea. Fotogramas de unos días felices (y no tanto) se agolparon en segundos, viéndome desde la distancia del paso del tiempo. Recordando las risas del patio, los nervios de exámenes, los amores sin besar, las conversaciones de mayores, los bocadillos rebosantes, los profesores emblema... No sé qué le diría a aquel niño que fui. Me quedaría callado, observando sus movimientos, siempre locuaz y dicharachero. Seguramente envidiaría su ingenuidad, sus ganas de comerse el mundo, su espíritu inquieto. Parte de él está, se resiste a abandonarme. Pero muchas otras volaron por lo destructivo de la realidad. Curiosamente poco después me encontré con un par de compañeros, ya hombres. Se hace raro asimilar ese cambio, es como si un experimento científico haya agrandado de golpe a uno de tus cómplices. Sin acabar de verlo como lo que es hoy, remitiendo aún a lo que era. Y no pude evitar sentir una desconexión total, una barrera que la vida ha levantado. Quien compartió contigo tanto, de pronto muta a perfecto desconocido. Y sí, juegas al bienquedismo, a las frases hechas, a programar un reencuentro que sabes nunca llega. Porque, ¿tiene sentido? ¿Hay que forzar algo sólo llevado por los recuerdos? Si algo echo de menos de mi yo es la sensación de caminar sin mochila. Obviar los problemas, sobreponerse a todo. Mi intensidad me impide hoy vivir como el propio verbo define. Y me da mucha rabia. Por eso me removió tanto el contemplar mi pasado pisado, regresar por unos instantes a vestir uniforme, a rezar por las mañanas y subir aquella cuesta que me dirigía hacia mi futuro. Es lo paradójico de todo, que el tiempo es una ceremonia de la confusión constante. ¿Lograré encontrarme?

lunes, junio 09, 2014

Lady Pestaña



Sus pestañeos delataban sus emociones. Era incapaz de ocultar sus pasiones a golpe de miradas intensas. Cada revolución hormonal, cada instinto pseudoamoroso se manifestaba a golpe de pestaña. Tal cual. Ella decía que era incapaz de controlar ese contoneo frenético, de presentarse cual ninfa ansiosa de placer. Lo intentaba aplicándose una máscara para tal apéndice que ni cemento armado. Pero ni con esas. Cada vez que veía a un objeto de latidos incontrolados su motor ojiplático se accionaba compulsivamente. Lo curioso es que ocurría a cada poco. Pues se decía enamoradiza. Pasear por la ciudad se convertía en un ejercicio vertiginoso. Una suma imposible de improvisados quereres. Qué sería de la piel entregada a tanta efusividad. Un día cualquiera, en un lugar cualquiera, pensando cualquier cosa se cruzó con un chico que resultó hipnótico. Nadie hasta entonces había logrado paralizar su pestañeo voraz. Él sí. No dudó un instante en acercarse para desentramar tan enigmático misterio. Tocó su hombro y sintió una electrizante cercanía. Lo que empezó en una conversación espontánea, a pie de calle, se convirtió en un amor vibrante. Predestinados, felices y completos. Como sus pestañas, en su sitio, cómplices de la historia. No querían perderse ni un solo detalle, por eso desde entonces permanecen erguidas, inmóviles. Sin más coreografía que el compás de la vida. El amor es eso, un golpe duro en la línea de flotación de nuestra realidad. Una condena de plenitud, un estímulo que cuestiona todo nuestro yo. Lo demás son entretenimientos vacíos, ejercicios de deshonestidad con nuestras tripas. Ni la ansiedad ni el conformismo conectan con la estructura auténtica del enamoramiento. Las pestañas necesitaron mucho tiempo para comprenderlo. Y por más que se agitaban, sólo cuando hubo de pasar pasó. 

martes, junio 03, 2014

Siempre tacón



La actualidad marca realeza. Y me salto el protocolo para hablar de ellas, divas irredentes y genuinas en su especie underground. Las travestis, dragqueens y diosas del glitter en general, protagonistas absolutas de ¡Que trabaje Rita!, la fiesta del momento en Madrid. Sus surrealismos de lentejuela y sombras imposibles suman momentos impagables, de buen rollo y personalidad. Precisamente son líderes en eso, en reivindicarse y hacer visibles, desoyendo críticas y esquivando las miradas de los neandertales. Los mismos que siguen violentando y atacando el ejercicio de vivir de los que se escapan de sus cortas miras. Tremendo seguir derribando tantos muros y soportando intolerancias por sentir. Desde lo alto de sus tacones todo parece de color arcoiris, pero no lo es. Y nunca me cansaré de defender el derecho a ser uno mismo. Eso sí, me quedaré con esa capacidad de reinvención, un espíritu tan singular como hilarante. Cada domingo que me he sumergido en su cosmos ha resultado peculiar, intenso y divertido. Ahí no podían faltar Alaska y Mario, adalides de la movida 2.0, entregados a la noche. Cercanos y profesionales de la cosa celebrity, posando con sonrisas y compartiendo risotadas con toda la concurrencia festera. Derroche flúor, focazos y una perfecta vajilla de platos DJ anima a cualquiera. El ánimo crece a medida que las miradas se pierden y la belleza se encuentra. Y mucho. Luego es cosa de canciones de estribillo pegadizo, copas que se evaporan y risas que marcan nostalgias. Como descubrir a las Azúcar Peluca Moreno, no sin mi laca... más travestis que toda la población travesti en sí misma. Sin olvidar el momento foto recuerdo, el freakismo compartido con rostros que se hacen clásicos. Desde Cindys Lauper de extrarradio a pequeños grandes hombres saltarines o aparcacoches venidos de un hotel dos estrellas de la Costa del Sol. No importa quién seas sino lo que representas: libertad. Rita trabaja por todos que nosotros seguimos de fiesta... 

jueves, mayo 15, 2014

¿Fe?



No es fácil conservar tal cosa. En cualquiera de sus sentidos posibles. Más divinos o terrenales. Más abstractos o personales. El caso es que hace mucho que no gasto de tal cosa. Justo desde el momento en que entendí que la realidad era del todo menos justa. No es un recurso a la pataleta, pero sí una sensación de mala suerte la que se apodera de mi. Total, que no veo brotes verdes, mientras tanto absurdo se frota las manos. Hoy me deseaban felicidad y me parecía insólito. Claro que quiero ser feliz, me encantaría. Sueño con ello. Pero parece que las circunstancias se han puesto en fila para torpedearme lo más posible. No quiero despertar una inquietud concreta, es más bien un todo que me hace no ser mi mejor versión. Y eso me duele. Por no decir/escribir algo más rotundo y zafio. La propia vida perra me ha dado muchas lecciones, puede que pensarme menos sea una de ellas. Pero cuesta, más contemplando tanta ineptitud, tanta limitación ajena. Que tristemente tiene efectos colaterales y arrastra a los demás sin remedio. Estar quejoso me da pereza, la verdad, pero es que tengo que desahogarme aunque en este ejercicio de decir sin decir nada. Cada día me convierto en un ermitaño imposible, decadente incluso. Víctima de tanto y tantos. Me da miedo que este estado de las cosas se enquiste. No lo merezco. Creo que he demostrado mi valía, mi entrega profesional y personal, mi capacidad de superación... Parece que nada es suficiente. Quizá mi momento pasó y no supe digerirlo. Puede que ahora me limite a dar bandazos en una búsqueda fútil. Me hago mil preguntas y me atormento con el silencio. Así que fe, cero.    

domingo, mayo 04, 2014

A ti, mamá



Sé que un montón de palabras es insuficiente. Que el calendario no marca mis sentimientos. Ni tampoco las campañas de los grandes almacenes. Lo nuestro es diferente. Es real. Una conexión única. Supongo que desde tu interior nos esforzamos por conocernos y querernos. Y vaya si lo hicimos. Tanto que no concibo mi vida sin ti. Sería como si mi mundo se fuera a negro. Porque tú me das ese aliento que tanto necesito. Porque tus palabras son mucho más que sabias. Cada mirada me hace mejor, me alimenta. Y es algo que desde la distancia aprecio más, evidentemente. Te tengo al otro lado del teléfono, pero me resulta poco. Porque no me canso de ti. De tus sonrisas espontáneas. De tu honestidad. De tu generosidad infinita. De tu carácter afable. No sé si habré heredado algo de ti o si podré continuar tu perfecto legado. Lo que tengo claro es que mis días a tu lado han sido inmensos. Como una campeona te sobrepones a la adversidad. Te duele el dolor de los demás y callas el tuyo. Así eres. No duermes preocupada por tu gente querida. Dando vueltas siempre a las circunstancias, intentando facilitarnos la realidad. Podrán intentar atacarte y respondes como un ser humano intachable. Lo has demostrado siempre, entregada a los tuyos. Así lo hiciste por nosotros, por mi el primero. Abandonando tu realización profesional por darme un mundo de posibilidades. Siempre será el mejor regalo, porque no olvidaré mi infancia a tu lado. Tu ayuda constante, tu tesón de madre.

Darte las gracias me resulta tan simple. Te mereces mucho más. Esa felicidad que siempre has perseguido y que espero algún día entre todos podamos devolverte. Has apoyado mis locuras, mis pasiones y siempre has mostrado una fe ciega en este hijo que ahora te escribe. Siento no poder acompañarte en el día a día, pero sé que entiendes que mi búsqueda vital ahora no está en casa. Y no es capricho. Porque desayunar cada mañana a tu lado no tiene precio. Aunque me eches café de más. No importa. Nada importa si sale de ti, porque sé que responde a tu mejor voluntad. Cada esfuerzo, cada ejemplo. Somos muy afortunados quienes te tenemos, porque nos das cada día lecciones de lo cotidiano. Incluso he heredado de ti esa tontería de guardar la ropa nueva para ocasiones especiales. Y como es una manía tan tuya no pienso perderla. Me encantaría decirte todo esto mirándote a los ojos, viendo cómo las lágrimas recorren tu rostro. Emocionados porque somos así de sentimentales. Así me hiciste. Por siempre jamás. Mamá sólo quiero que estés orgullosa de mi. Valoro tanto que nunca hayas presumido ni alardeado de nada. Natural, auténtica, sentida, elegante. Lamento que mi vida te asustara. Que tuvieras que temer perderme. No me lo perdonaré nunca. Pero el destino no podía separarnos. Ni lo hará. Seguro. Te quiero, mamá. 

domingo, abril 13, 2014

La llamada



No es una. Son muchas. A cada cual más definitiva. Esperamos con ansiedad, o todo lo contrario, que el teléfono suene, vibre o nos anuncie ceremonialmente ese momento, esas palabras, ese deseo, ese hecho, ese drama, ese te quiero... Si a todos nos preguntan podríamos quedarnos con una para el recuerdo. Por suponer ese antes y después necesario. Por romper en dos nuestra realidad. Por callar nuestro mundo interior. La tecnología nos ha convertido en esclavos de su poder infinito. La mala cobertura, en víctimas peripatéticas. Lo que me inquieta es pensar la importancia que le damos a un telefonazo, cuando otro puede hundirnos sin remedio. Estos días, envuelto en mi suma surreal de contextos, angustiado por tonterías de lo cotidiano, recibí una llamada. No era la esperada. Ni de quien me hubiera gustado y levantado el suelo a mis pies. No. Era de alguien querido que me anunciaba una muerte. Un adiós sin preguntas. No se trataba de un familiar directo, pero sí de uno de esos secundarios que están en nuestra vida por algo. Con pocas líneas de diálogo, pero con tantas miradas de complicidad. Justo entonces, al conocer la noticia de su marcha, entendí que soy un ser absurdo. Que pierdo tantas energías, que me consumo por mis circunstancias y personajos protagónicos, que no puedo permitirme restarme. No cuando lo importante es hacer de la vida un ejercicio sano, transparente y enriquecedor. Lo demás son capas grises y ridículas que nos anexionamos para mal. Así que he pensado que podrá sonar el teléfono. Podrán apilarse mensajes instantáneos. Podrán hacer del chat una barra libre. Podrá acabarse la batería. Pero mi auténtica llamada ya ha tenido respuesta.

lunes, marzo 31, 2014

De nuevo



El tiempo nos acciona a su antojo. Hoy lo pude comprobar. Sus casualidades han querido que acabe volviendo a un lugar que supuso todo y nada. Un inicio y un final abrupto. He mirado al cielo y he entendido que nada es fortuito. Que si entonces mi historia tuvo un punto y aparte, ahora es momento de iniciar un nuevo párrafo. Mi historia así lo requiere, después de un cúmulo surrealista que tampoco me apetece convertir en palabras. Sí mi total intención de hacer de mi apuesta personal un cambio más radical. La respuesta a una necesidad dormida. Puede que sea madurez o necesidad, pero el momento me tiene reconfigurado. Bastante desconectado, asimilando el desafío. No quiero ir más a remolque, deposito las dependencias en el cajón de lo olvidable y miro ligero de equipaje. Sin esperas, con actitud. Entonces caminaba con pasión. Hoy lo hago con desconfianza. Pero con la osadía de no querer dejar nunca de aprender. Quisiera seguir y seguir volcando todo lo que se me pasa por la cabeza, pero el cansancio me vence. ¡Buena señal!

miércoles, marzo 19, 2014

Papá



Puede que se lo diga poco. Incluso que me cueste. Pero con él nunca he necesitado muchas palabras. Nos separan tantas cosas, pero la piel justifica el resto. Supongo que no respondo al canon de hijo perfecto, pero quién dijo que la perfección tuviera sentido. Recuerdo momentos desde mi niñez juntos, que ahora me resultan insólitos. Acompañándole en su afición futbolera, que en mi caso se convertía en momento de relaciones públicas. Su risa tan particular, entre el ahogo y el escándalo. Sus bromas, caras indescriptibles y gracietas de sello propio. La diligencia al volante, haciendo realidad mi sueño sobre cuatro ruedas ¡un chófer! Nos soporta mucho, pero sin perder nunca su norte. Y admiro cómo no oculta su amor a ella, ni en los pequeños detalles. Seguramente de pequeño nunca quise ser como él. Ahora de mayor, a ratos. Evolución lógica de la especie mediante. Pero escribo esto solo. En medio de una aventura que no sé cómo me va a salir. Añorando esos ratos cómplices, de cocina, de baño, de salón... Aunque sea subidos a dos en su coche. Y pienso que el tiempo tiene muchas cosas buenas y que, una de ellas, es aprender a no guardarse nada. Sin hacer daño, que luego ella me riñe. Pero con la honestidad de dejar hablar al corazón. Hoy papá quiero decirte lo que resume todo, que te quiero. Que aunque reniegue si alguien me dice que me parezco más a ti, en el fondo me enorgullece. Porque eres especial para quienes estamos en tu vida. Y a eso es a lo que yo aspiro. A ser especial. No sé si padre. Pero sí hijo tuyo. Que tuvo claro quién fue su padre, de apodo astro del fútbol, o mote pseudochino. Lo importante es que nunca has renunciado a tu esencia: elegante, caballeroso, generoso, divertido. No cambies nunca. Te Quiero. 

lunes, marzo 03, 2014

¡Hola Ola!



Con distancia e incredulidad asisto a la ceremonia del mal tiempo que asola mi casa, mi tierra, mis rincones. El fin del mundo pasado por agua. Con esas olas majestuosas que esconden una ferocidad brutal. Asustan por impredecibles. O todo lo contrario. No es la primera vez que nos azota con tanta fuerza, pero cada ocasión en que nos asola sorprende. Me produce auténtico pavor, imaginar un mundo derrotado por los mares. Con toda la carga que eso conlleva. No entiendo a toda esa gente que, envalentonada, se presenta frente al temporal y juega al gato y el ratón. Salen mojados, arrastrados, cuando no peor. Yo no me jugaría el tipo de ese modo. Es más, agradezco no estar ahí para evitar sufrir esos envites del viento, esas caladuras indiscriminadas. Es curioso cómo hay fenómenos que resultan tan poderosos que nos arruinan. Literalmente. La suma de daños de estas ciclogénesis explosivas crece por momentos. Y lo tremendo es pensar que la meteorología, la atmósfera, los elementos, llámalo como quieras, es/son capaz/ces de dominarnos y dar al traste con nuestro día. Se nos escapa la vida en un instante y no lo procesamos. Eso sí, lo retratamos con profusión. Me cuentan que hay zonas de Cantabria con atascos monumentales por animados visionarios. Ni en verano con una tasa infinita de ocupación hotelera. Vienen las olas, amigos, y salimos. Vaya, si salimos. Los vídeos se convierten en virales. Temporal, en trending topic. La anécdota se propaga cual humo de móvil en móvil. Perfecto. Algo así inquieta, a la vez que despierta curiosidad. Pero con las cosas buenas, ¿por qué no ocurre lo mismo? Mira que nos cuesta vendernos, apoyar iniciativas, comentar en positivo. Tenemos unos bemoles enormes. Y unas olas ídem.

lunes, febrero 17, 2014

Amor sin santo



No necesitamos ser esclavos del calendario. Mucho menos en cuestión de sentimientos, porque perderían toda su esencia. Hay quien encuentra negocio en impregnar de corazones nuestra realidad y aspira a imponer su fetichismo de latidos previo pago. Es una tontería supina, porque el querer no se estanca, se desarrolla cual ser vivo. Para bien o para mal. Igual que los seres vivos. Y como sabemos, tantos se han ido por el lado del mal... El caso es que defiendo la valentía del amor continuo. Sin dobleces. De verdad. Nada que ver con el producto de una comodidad mal entendida y una relación cogida con pinzas. No. Aplaudo las parejas que apuestan a la inversa, sin ambages. Que no silencian los problemas, es más los ponen sobre la mesa y son capaces de argumentar, debatir y encontrar salidas oportunas. Me asquea el dejarse llevar por la circunstancia y el roce en suma, sin mediar palabras honestas. Porque esa es la clave. Cada cual sabrá cómo se gestiona en cuestiones horizontales, pero falsear planteamientos de amoríos por cubrir un expediente resulta patético. Siempre digo lo mismo, pero hay quien se empeña en cubrir ese hueco, papel, rol de enamorado con quien sea. Con prisas. Ansiedad y cero criterio. Así no se construye nada, muchachada. Ese tipo de persona suele tener disfunciones varias (esto se escribe habiendo pasado por) y una suma de miedos que impide naturalizar el proceso amoroso. Se vuelcan (o casi) en historias que no aportan más que vacíos y conviven con su necesidad real. Caen en defender lo indefendible, convertir en buenismos los típicos rancismos y así sucesivamente.

Mucha gente que aún no ha llegado a enamorarse se pregunta qué se siente. Justo lo contrario a estas pseudo pasiones. El estómago da ese vuelco. Sí. Lo da. No habrá mariposas, pero algo dentro de ti indica quién es. Así, a las claras. Que luego pegues la vuelta es otro tema. Las entrañas no mienten, nuestra psicología inversa sí. Y en estas la soledad por deconstruir es básica para acceder después al mundo duado. Cada cual debe entenderse, soportarse y, lo más importante, quererse. Sin eso no hay opción para acabar arrejuntado y buscando nidito de dos. Mi nulidad sentimental me ha pesado mucho en el tiempo, pero he llegado al punto de disfrutar de mi yo. Y punto. Ni pienso en esforzarme por, ni aspiro a tener nada con. Es más, me da una pereza horrorosa. Como María José Cantudo, igual. Más cuando sales a las calles y te encuentras con fast food love. O ligoteo low cost. Hordas de desesperación se entregan al trago más frenético. Embutidas presas se alborozan cuando los cazadores disparan. Se me entiende. Que es un rollo macabeo y se necesita a un ejército de CSI para localizar a ejemplares ajenos al embrutecimiento y lo chabacano. Su suma de muescas triunfales supera en número a los que reparten cada día en la cola de la charcutería. Nada fina. Y uno tiene sus límites. Por eso me reía el otro día del San amoroso, que debería mutar de Valentín a Calentín por mímesis con los tiempos que corren. Lógicamente, también en reflexivo. De momento, mi única reflexión es esta. Con amor. Mi amor.

miércoles, febrero 05, 2014

Vuestro



Es de bien nacido ser agradecido. Y ha llegado el momento de rendirme y mostrar mi total admiración y gratitud. Sin ellas, ni yo ni nadie seríamos lo que somos. Porque su suma nos ha permitido hacer del viaje de la vida un ejercicio único. No importa su tamaño, sí su carácter y el tono. Se delatan a sí mismas. Y se pegan, unas a otras, culebreando. Cada usuario se apropia de su inmensidad, acentuando su verdad y jugando con su riqueza infinita. Se regalan y tantas veces se desperdician, pero siempre alcanzan un significado. Analizarlas puede ser tan sesudo como divertido. Muchas veces complican la existencia, poniéndose capas para redefinirse. Me conquistaron de pequeño, desde mi inconsciencia. Y, algunas veces, sufrí mi incapacidad total para verbalizar su esencia. Recuerdo las bromas que me hacían por atreverme a ser mayor, salpicando mi discurso de loco bajito con algunas piezas robadas a la madurez. Por aquella época, me rodeaba tanto de mayores que asimilaba deprisa y corriendo multitud de ejemplares sin saber, ni mucho menos, qué escondían. Porque suelen ser burlonas y travestidas. Otras extranjeras, dudo que con papeles, vinieron para quedarse. Eso sí, la gente se apropia de su valor de mala manera, dando pie a la risión de los más exquisitos.

Algunas consiguen muchos premios, gracias al talento de unos cuantos hábiles en su deporte. Otras tienen mala prensa y se procura alejarlas de los más pequeños. Pero, no nos engañemos, tarde o temprano se rendirán a ellas, incluso a las peor vistas. Se pueden formular de tantas maneras que las nuevas tecnologías consiguen ponerlas en peligro. De pronto, se acortan y quedan en nada, víctimas del trastorno vago de quienes las necesitan. Son de amor. Y de dolor. Hasta un compromiso que no necesita firma. Son tantas, que resulta imposible conocerlas a todas. No habría contactos suficientes en el móvil, ni permisos de amistad en el caralibro. Se manifiestan por las calles, aunque Delegación de Gobierno no conoce mecanismo para contabilizarlas adecuadamente. Hay quien intenta callarlas, borrarlas o someterlas pero su poder acaba ganando en aliados. Lo mismo están en la música que en el metro. En un pueblo profundo que en la gran ciudad. Me fascina su capacidad para ser tan profundas como festivas. Raramente irrepetibles, de ahí su grandeza. Ahora entendéis que necesitara hacer públicamente esta declaración. Vacío de ellas no soy nada ni nadie. Desde aquí doy las gracias a las palabras por haberme dado tanto y lo que os rondaré amigas...

martes, enero 28, 2014

Sentirás volar



Cuando se secan las lágrimas pensamos que ya no hay modo de expresar el dolor. El vacío que provoca tuerce nuestro rostro, congela el alma. Así, arrastrando la injusticia impropia de lo que fue, se pierde toda energía interior. Es momento de dejarse atrapar por la magia y entender que las alas vienen para quedarse. Lo pude comprobar en la exposición Mujer Mariposa, hasta el 9 de Marzo en La Posada del Dragón (Madrid). Escalón a escalón ascendí a un universo de sensibilidad y delicadeza únicas. En este contexto de prisas y hastíos, conviene pararse y entender el valor de las imágenes. Cada fotografía es un canto a la libertad bien entendida, a la feminidad como impulso y reivindicación en positivo. Frente a los noes y los obtusos, las artistas proponen un viaje cuasi infinito. A cada mirada corresponde llegar a ese más allá. Las mariposas aladas no son más que el hilo conductor de un escenario tan imaginario como dolorosamente real. El juego de la luz inquieta como atrapa, pero a nadie dejará indiferente. La piel allí contada traspasa y se siente próxima. Tanto que quieres acariciar su textura y recorrer en silencio su bella dimensión. Cada objetivo muestra sin juzgar, abrazando la esencia mística y frágil de sus protagonistas. El propio ritual que allí se crea invita a reflexionar con la voz interior y ascender a la verdad de quien narra la vida. La misma que se escapa entre nuestros dedos, escurridiza y emocional. Los miedos paralizan frente a las alas majestuosas, reafirmación perfecta del yo herido. Del mismo que tiran las cómplices voladoras, hechas a sí mismas con la determinación de su salvación. Mis palabras son humildes trazos de un todo que llena y acciona la necesidad de hacer de los días un ejercicio de honestidad. Costará limpiar de toxicidad nuestro esqueleto socio-sentimental, pero se puede y se debe. Volando, mariposas mías, llegaremos lejos.

Pd. Mi enhorabuena especial y sentida a mi admirada CaraMela Revuelta (autora de la imagen). Lo que ven tus ojos alimentan nuestras emociones siempre. No cambies.

Mujer Mariposa
hasta el 9 de marzo 2014
La Posada del Dragón
Cava Baja, 14 (Madrid)
posadadeldragon.com

jueves, enero 16, 2014

Me estoy quitando



Cada día somos más tecnológicos y nos volvemos menos lógicos. Perdemos realidad a cambio de apostar la mirada en pantallas. Hace un tiempo que me quema, y mucho, la dependencia al teléfono. El aparato útil, que ocupaba un lugar privilegiado en nuestras casas, se ha convertido en nuestra extensión allá donde vayamos. Un estudio revelaba estos días que miramos una media de 150 veces nuestro móvil en el tránsito de 24 horas. Yo confieso que seguramente las supere y me preocupa. Por mucho que quiera 'quitarme', se complica cuando muchas relaciones laborales y amistosas se circunscriben ya sólo a través del dichoso smartphone. Se está perdiendo el valor real de la palabra, todo va muy deprisa y prestamos cero atención a nuestros mensajes. Los que escribimos y los que contamos. Mal camino, más para quienes confiamos en el poder de la comunicación en positivo. Hemos cambiado los cafés y las miradas por textos exprés ilegibles. Las quedadas en grupo por chat colectivos de desmadre, que me levantan auténtico dolor de cabeza. Me quitaría de todos, pero tampoco quiero parecer un raruno. Como seres sociales no podemos renunciar a la esencia del entendernos, del sabernos cómplices y sentir la piel. Lo demás son meros adyacentes, complementarios pero nunca exclusivos. Ahora se hace hasta raro tener una conversación telefónica, asimilar la entonación, el sentido y la personalidad de cada charla y/o charlante. En la limitación telefónica se crea confusión y se pierden detalles, muchas veces esenciales.

Lo peor de todo, a mi juicio, son los ejercicios de mala educación que cometemos por ese victimismo pantallizado. No es posible prestar más atención a lo que nos vibra que a la persona que comparte nuestro tiempo. Eso está muy feo. A nadie le gusta que le ignoren pero así, a la cara y con descaro, queda fatal. Escuchando la radio contaban muy sorprendidos que un miembro de su equipo no tenía terminal y se hacía imposible localizarlo... Fuera de su horario de trabajo no tiene que estar supeditado al control. Pero claro, parece un extraterrestre al renunciar a su movilidad. Yo no llego a fantasear con ello, porque en momentos de ausencia de mi pequeño ¿hola, qué tal? lo he pasado francamente mal. Aunque sí asumo la necesidad de rebajar esa ansiedad y cuidar las relaciones interpersonales fuera de redes sociales y whastappeos espontáneos. Me entrego, por tanto, a disfrutar de momentos y contextos que hablen por sí solos. Sin melodías ni pitidos personalizados.

¿Cuándo quedamos? 
   

martes, enero 07, 2014

Encantado de conocerme



Llámalo momento. O quizá contexto. Puede que instante. Sea como sea, sumamos retales de realidad que nos hacen personas. Algunas buenas y algunas, algunas... No podemos abstraernos de la fuerza de las emociones, de los sentidos bien entendidos, del querer de latido feliz... Nos empeñamos en perder energías en tonterías varias y anulamos el verdadero motivo que nos impulsa. Tras fechas entrañables o todo lo contrario, escenificaciones impúdicas de falsedad, materialismos a golpe de tarjeta, comilonas fuera de báscula... retomamos el mundo de lo cotidiano, nuestro particular circo. En pista, bajo los focos, parecemos nuestra peor caricatura. Desdibujados por egoísmos y absurdeces enquistadas. Presos de un guión de propósitos, de esperanzas y patrañas de autocomplacencia. No quiero caer en esta trampa de miradas equivocadas, de evidencias tapadas para no afrontar la verdad. Me niego a ser bufón de cortes injustas y catetas, venidas arriba por la fuerza de la ignorancia. Quererse es sinónimo de diálogo con uno mismo, sin más doblez que el de la sábana que duerme los sueños. Las esperanzas no son suficientes sin el auténtico empeño de apostar por el yo. Dos letras y el infinito por escribir. Seré yo quien se salga de los márgenes, en caso de emergencia, insolencia o descuido. Mi autor de párrafo largo, con sintaxis juguetona y verbo del revés. Lo seré por elección, no por imposición fatal ni corriente social. Echo fuego por verme estático, imposibilitado por las circunstancias. El no ya no es tal, sino una opción más de voltear las cosas. Creyendo que los días son mi lienzo particular, daré el brochazo de mi impulsividad y estamparé mi firma. Al precio que sea. Imputados serán los desconvocados a la fiesta, los jetas vacíos de contenido. Mis sonrisas no serán su juicio, sólo mi supervivencia.

Hola, ¿qué tal año nuevo? Un placer conocerte, pero más conocerme...