jueves, enero 21, 2016

Eurodrama en bucle



Me sobraron veinte de los treinta segundos de adelanto que RTVE hizo de los temas aspirantes a Eurovisión 2016 para resumir en Twitter mi visión catastrofista: “Una vez más, los candidatos a #Eurovisión me dejan frío. Creo que no es el mejor sistema de búsqueda de talento y apuesta por el éxito. Mal”. Defiendo las majaradas de las televisiones privadas, sus apuestas absurdas y despilfarros económicos, pues con su dinero podrán hacer y deshacer, entrando ahí el juicio crítico del espectador. Lo que no tolero es que el ente público se empeñe en torpedear una oportunidad para artistas y compositores, en pro de los caprichos de unos pocos. No es justo ni entendible. Históricamente los procesos de selección han estado cogidos con pinzas, pero en los últimos tiempos nos han tomado el pelo. Suerte han tenido de la pasión eurovisiva, que no ha matado la emisión en términos de audiencia. Eso sí, los comentarios generalizados cuestionan el pésimo criterio de los mandamases de lo público. Cuando anunciaron el sexteto de predestinados a conquistar Europa el próximo mayo nos podíamos temer algo insólito (para mal). Un pronóstico que hasta el mismísimo Rappel empijamado hubiera acertado desde Guadalix de la Sierra. Ha sido escuchar los temas y gritar un OMG desafinado. Aquí mis apuntes, en riguroso orden ‘alfapatético’.

BAREI. La abreviatura que nunca empleó Bárbara Rey, no es más que un surrealismo que bien podría pinchar su hija MariSofi. Remite a otros temas. Se queda sin personalidad. Sobre el escenario sueco se perdería totalmente y ya sabemos las consecuencias de ello, ¿verdad José María Iñigo? Queda reducida a carne de divismo chuequero y portada de Shangay.

ELECTRIC NANA. Tiene un punto fresco, muy para banda sonora de dramedia teenager, esto es perfecta para los bailes de graduación. Bien de strasses y tules, exceso de autotune que en el directo veo difícil defender. La concesión del español queda pegote. Es como una canción loser de Soraya o las Tess (quien no recuerda a la fea de este grupo, siempre oculta tras su flequillo maxi). Lo siento, nena.

MARÍA ISABEL. El nombre artístico es lo más provinciano presentado jamás a Eurovisión, otra liga diferente a la de Eurojunior, majetona. Puede que la voz sea menos sencilla que entonces, pero una se queda muerta al asumir que se trata de una candidatura oficial. A un milímetro de la verbena y las bodas de DJ fan del agua con misterio. Bonita MI, estudia y plantea un futuro real como cajera de una gran superficie. La música ya no es lo tuyo. Sorry (por incluir un anglicismo ausente en el tema).

MAVERICK. Este latineo de pacotilla dudo mucho sea aprobado por su coach, Laura Pausini. Siempre me gustó la personalidad de este muchacho, pero aquí su calidad y personalidad vocal se pierden. Es un chavalito, se merecía un temazo acorde a sus gustos, que defendiera con orgullo. Esto no es más que una canción para el hijo de Betty Missiego. ‘Cachete con cachete, pechito con pechito’. Y ya. Lo siento. Juan Magán te reapellido con Fatal. No esperéis el éxito de esto. Pronostico un mundo infeliz.

SALVADOR BELTRÁN. Desde que escuché en la radio a este cantautor me atrapó su toque, ese feeling vocal y punto canalla. Me sé de memoria temas de su último disco ‘Reflejos en mi camino’, muy recomendable. Pero esperaba más de esta canción, que cumple el objetivo de entretener, pero no se retiene. Un hit eurovisivo atrapa en la primera escucha, no te abandona como el desodorante. Y aquí Capi no ha hilado fino. Pobre Salva, se merecía más en esta oportunidad. Si es el elegido me alegraré por él, porque se merece un puesto de honor en nuestra música. El talento ha de visibilizarse, pero el Festival son palabras mayores. Mi alegría se queda a medias.  

XUSO JONES. Tiene a su favor que cae bien. Se lució en ‘Tu Cara Me Suena’ y desde entonces ha formado parte del mainstream carpetero, en gran parte por el auge de las redes sociales. Este ‘Victorius’ es un intento de ‘Heroes’, pero ya quisiera el murciano tener el dominio escénico y esa mirada arrolladora de Måns Zelmerlöw. Se nota que los autores tienen todo que ver con el suequismo. La pincelada en lengua cervantina me vuelve a sobrar, parecemos unos acomplejados si renunciamos ¿a nuestra identidad? No se trata de eso, sino de epatar con una canción majestuosa, que no es el caso. Sin duda, sería mi seleccionada por tener mejor recorrido, pero no quiero ser agogero, no sumaría muchos más puntos que el ‘ieioe’ de la triunfita predecesora.

Yo hubiera apostado por un ‘come back’ de Raphael sinfónico y afectado, entre abrazos y loas de artistazo. Con estos mimbres, Massiel seguirá brindando por el acierto de suplir a Serrat con el ‘La, La, La’. N-a-d-i-e podrá arrebatarla el título de ganadora histórica. Y mientras, seguiremos dándole al eurodrama en bucle, con gallos e Igartiburu de maestra de ‘ceremomias’. ¿Aprenderemos algún día? Señores de los despachos inviertan bien el dinero de los contribuyentes, que quieren una representación digna de su país. Ea.  

martes, enero 12, 2016

Culpables



Esta sociedad insólita se apresura en juzgar a las personas corrientes, mientras tanto los auténticos malhechores, garbanzos negros y seres deplorables campan a sus anchas. Cierto es que últimamente se ha señalado a unos cuantos, aunque no es seguro que paguen por sus desmanes de forma proporcional a lo que hubiera padecido un mindundi en sus carnes corruptas o ladronzuelas. Pero no me centraré en ese nivel de enjuiciamiento social, no, sino en lo más sencillo y hasta mundano. Hoy en día una persona con trabajo, vida estable y una sonrisa de oreja a oreja dibujada en su rostro tiene que pedir perdón. ¡Faltaría más! ¡Qué falta de todo! No se tolera la felicidad ajena, es más, se pretende que desaparezca hasta convertirse en un lastre. El rebaño impone y es una pena, porque despreciamos la riqueza del individuo para alzar un desaire colectivo. Que estamos peor que mal lo sabemos y sufrimos mucho(s), pero de ahí a culpabilizar a quienes gozan del estado de ‘normalidad’, el mismo que nos han robado unos cuantos nefastos con sus decisiones idénticamente nefastas, no. No lo puedo aprobar, lo siento.

Me da pena que esta gente con una vida ‘aceptable’ tenga que silenciar sus quejas o decirlas muy en bajito, por miedo a las reacciones iracundas de muchos intolerantes. No todas las realidades son iguales, desde luego, pero eso no implica que cada quien no tenga derecho a su pataleta, a ahogarse en su vaso de agua, a aspirar a cambios a mejor, ¿por qué no? Espero de todos la empatía, esa cualidad que suena bien y sienta mejor. Igualmente me parece tremendo el recurso a auténticos dramas, historias de superación, incluso el peor de los desenlaces para callar un momento de desahogo, odio hecho palabras o semejante. Y personalizo, no me quiero comparar con nadie, pero tampoco acepto que se me arrebate la necesidad de vomitar toda esa negatividad que tan mal me hace. Que no estaré en un hospital, al menos no en estos momentos, que tengo una familia que me apoya (gracias mis héroes cotidianos), que tengo dos manos para ser productivo y ganarme el pan, bueno de aquella manera… En fin, que quiero y necesito soltar mis lamentos, que respetaré siempre los ajenos y que aquellos que se sientan menos mal defendiendo el mutismo, que se lo apliquen y nos dejen en paz al resto. He escrito.