domingo, agosto 30, 2009

Hay un (sub)mundo fuera

Entregado al contraste me siento contrastado con un mundo sin entendimiento. Sólo quiero que apearme, huir lejos, practicar la escapada y no volver a esta realidad que desaconsejo. La pereza de los otros me vence, su frivolidad me sobrepasa y las ganas de borrar suben cual espuma cervecera. Es difícil voltear una vida, unas gentes y unos ánimos. El panorama, tornado desolador, impide que la lucha tenga sentido. Ya no. Han sido tantas las guerras, tantos los soldados víctimas de sí mismos, tantas las heridas aún sangrantes, que el todo es tremendista o más.

Me volveré asocial, ejercitaré el enclaustramiento con sentidos, los que otros no ponen en práctica(s) dejados de la mano de Dior, presos de su tontería maquillada. No quiero caer en esa inercia de lo surreal, en lo fácil como medio de supervivencia. Siempre quise ir más allá, ser diferente concienciado y titulado. Sin regalos ni de oídos ni para despapelar.

Puede que el tiempo me recoloque. Tampoco es que quiera un retardo, ni mucho menos. Pero si tomar distancia para encontrarme y saber que esta vida hay que vivirla si los motivos no son baldíos. Si los entornos no son vacíos. Si las palabras tienen contenidos. De otro modo, ¿quién quiere este mundo? Renuncio al mío.

domingo, agosto 23, 2009

Señor, no, señor

Nunca di mucha importancia a la edad en sí, ni al paso del tiempo. Es más, me cansaré de repetir esa idea peregrina de avanzar en dígitos que creo sería un buen remedio para mis males. Casi pasar de adolescente descreído a adulto de maduración eficaz. Pero, de pronto, una palabra ha sido disparada contra mi persona como una bala de destrucción masiva. SEÑOR. Con sus cinco letras, con su ñ intercalada tan patria. Y sí, lo reconozco, me ha sentado como un jarro de agua fría. Por mucho que brotara del cariño, de la cercanía, de la empatía... me resultó un gesto feo. Quizá mi look barboso, tan comentado, dé lugar a equívocos añejos, pero de ahí a verme tal y como un señor... Para qué tantos Custos, Desiguales y demás colorismos teen.

Claro que casi prefiero el señorío que las malas comparaciones. O las ciertamente odiosas. Que un chulazo de categoría ducal me vea como un presentador de televisión de otra época, en su día pegado a una calabaza de audiencia millonaria... Es tremendo; congelante. Ni sus proposiciones espasmódicas ni su cara de ángel lograron despertarme del shock. Creo que tendrá que pagarme el psicólogo o remediar como mejor pueda el desatino... Como el mío de peatón pegado a un despiste y pagando por multa. Y es que como una bilbainada más, me tocará pasar por caja al saltarme el rojo semáforo de una calle atestada. No tuve sugestión con el armado policía, su porra tenía otro destino para mí. Y con su bordería inusitada, multazo al canto por incitar a otras a pasar el cebrismo al margen de la ley... Verídico.

Y con todo, los días pasan y el calor bochornante no arrecia. Qué ganas de grises intensos y rincones compartidos más íntimamente. El bullicio debe acabar y tanto exceso quedar en el cajón de los buenos recuerdos.

domingo, agosto 09, 2009

Pies, ¡a tierra!

Necesidad de apertura frontal de ojos sin ojeras a la voz de ya. Y es que el rodeo de quienes lo son en maldad se multiplica. Decían los sabios que cada cual habla y piensa en sí, dejando a los restos en la cuneta haciendo dedo. Una práctica abocada al fracaso en los inocentes, cabezas bienpensantes y confiados en la bondad de los conocidos. Que no, el burro debió ser apeado tiempo atrás, cuando el cúmulo de detalles patéticos dejaban un panorama complicado. Siempre quise ser optimista hacia los aledaños, con las gentes y sus intenciones, pero debo quitarme de una vez por todas la venda. Los cariños se conquistan pero se salpican de egocentrismos y egoismos inquinados. Ahí entra el drama del tú a tú, cuando la parte y la contra-idem saben lo que hay pero el velo del silencio y el bienquedismo vence por no generar un cisma. Tremendo. El nuevo curso deparará sorpresas y voladuras por los aires que un ser superior sabe qué...

El panorama no florece en otros campos, los del latido cardiaco. Porque hay quien demuestra la indiferencia más insólita ante el propio abandono. No toleraré más que mi corazón sufra por indeseables ególatras, aprovechados a su causa y tontuneros que bailan el agua por interés y con bajeza. Apíadate tiempo y demuestra a cada quien el equívoco de su empeño en parecer fuertes y no reconocer la necesidad de la cercanía, de la palabra, el gesto cómplice... Perdidos en su nube banal y frívola quizá despierten y valoren esa entrega absoluta y gratuita que ahora parecen olvidar.

Bienvenido y bienhallado en la tierra firme. Puede que aquí empiece a quererme, a decir NO y a recolocar el mapa de cromos humanos. Y es que hay tanto cromo para cambiar... ¿Quién da la vez?

domingo, agosto 02, 2009

Triste inquina

Miedo, susto, pavor, congoja, rabia, indignación, vergüenza, pena... No están todos los que son, pero son todos los que están, los sentimientos que acumulo al asistir a la ceremonia de descrédito que algunos intolerantes tratan de hacer frente a la felicidad ajena. Fue por una campaña concreta de un medio de comunición insólito, obcecado en tirar por tierra aquello que 'supuestamente' les incomoda. Cuánta hipocresía concentrada... La anécdota no es más que la piedra de una montaña de surrealismos personificados, esos mismos que se empeñan en hundir al que va por su camino. Duele saber que otros sí que viven de cara. La espalda la dan al sol que les calienta cuando los otros lo hacen por su moralidad difusa.

No logro entender qué lleva a tantos a zancadillear al resto, a fijar su maldad concentrada por su frustración egocéntrica contra los que tratan de avanzar sin mirar atrás. Se ceban en entorpecer el bienestar corrompiendo el estado de las cosas. Malmetiendo en sociedad tratan de abrir zanjas para dañar a diestro y siniestro. No les importa dejar víctimas ni manipular conciencias, lo suyo es el lado oscuro.

Creo que es tiempo por redundante que sea de desenmascar a tantos. De no permitir que hagan de las suyas con tanta desfachatez y amparados en la nada, sólo en la gana supina de fastidiar por fastidiar. Que se creen un muro y se hacinen todos en odio y ruina. No podemos dejar que nos enturbien los días, que bastante inestable es el tiempo como para que ejerzan fenónemos atmosféricos indeseables. Lamentables, a vuestras cosas...