Hablar de odio resulta desolador. Es increíble que haya
personas que se recreen en su maldad y traten de justificar episodios
injustificables. Habrá quien piense que, hoy en día, el colectivo LGTBI lo tiene
muy fácil, pero no. Los avances legales no han sido suficientes para erradicar
comportamientos inhumanos. Agresiones, insultos, campañas de desprestigio
siguen demostrando que el hijoputismo no ha cesado. Las libertades individuales
parecen dañar el honor de estos adalides de la moralidad, que vuelcan su
inquina en autobuses, encabezan manifestaciones o verbalizan su recurrente
insensatez. Es obvio que ciertas lagunas educativas y pensamientos arcaicos
alimentan estos desórdenes, la fobia en su máxima expresión. Nadie debe vivir
en el miedo, esconderse o sentir la necesidad de ocultar su auténtico yo. No
por temor a estos escarnios ni a las miradas de desaprobación. No se entiende
que una opción personal, basada en sentimientos, sirva de arma arrojadiza. No
se entendía cuando la cárcel, cuando no algo peor, era el desenlace final, tampoco
ahora que se celebran días de opulento orgullo.
El querer no se elige. El
señalar, sí. Porque la realidad actual se sigue viviendo más allá de los barrios
arcoíris, de las banderas y los iconos mediáticos. Sin duda, las peores
batallas son las que se libran con los seres queridos que no quieren asimilar
la diferencia. No es de valientes sentir la necesidad de autoafirmarse. Es de
personas. No actúan como tal quienes torpedean y vomitan sus peores instintos,
condicionando la realidad. A golpes, haciendo el vacío, negando. Las pesadillas
para no dormir que, en muchos casos, se tornan para no vivir. Aceptar que no hay
salidas tiene que ser demoledor. Ante tales contextos no podemos quedarnos
quietos. No importa a quién amemos, pero sí que no seamos cómplices de esta bajeza.
Así que, a quien corresponda: Por favor, ¡dejen de juzgar vidas ajenas! Si los
días no son fáciles, menos arrastrando la intolerancia recalcitrante. Vivan y
dejen vivir en paz. O imagínense, por un segundo, que el destino les premia con
su peor fantasma. O a lo mejor ése es el ‘problema’. ¡Háganselo mirar!
17 de Mayo | Día Internacional contra la LGBTIfobia