El tiempo nos acciona a su
antojo. Hoy lo pude comprobar. Sus casualidades han querido que acabe volviendo
a un lugar que supuso todo y nada. Un inicio y un final abrupto. He mirado al
cielo y he entendido que nada es fortuito. Que si entonces mi historia tuvo un
punto y aparte, ahora es momento de iniciar un nuevo párrafo. Mi historia así
lo requiere, después de un cúmulo surrealista que tampoco me apetece convertir
en palabras. Sí mi total intención de hacer de mi apuesta personal un cambio
más radical. La respuesta a una necesidad dormida. Puede que sea madurez o
necesidad, pero el momento me tiene reconfigurado. Bastante desconectado,
asimilando el desafío. No quiero ir más a remolque, deposito las dependencias
en el cajón de lo olvidable y miro ligero de equipaje. Sin esperas, con actitud.
Entonces caminaba con pasión. Hoy lo hago con desconfianza. Pero con la osadía
de no querer dejar nunca de aprender. Quisiera seguir y seguir volcando todo lo
que se me pasa por la cabeza, pero el cansancio me vence. ¡Buena señal!
lunes, marzo 31, 2014
miércoles, marzo 19, 2014
Papá
Puede que se lo diga poco.
Incluso que me cueste. Pero con él nunca he necesitado muchas palabras. Nos
separan tantas cosas, pero la piel justifica el resto. Supongo que no respondo
al canon de hijo perfecto, pero quién dijo que la perfección tuviera sentido.
Recuerdo momentos desde mi niñez juntos, que ahora me resultan insólitos.
Acompañándole en su afición futbolera, que en mi caso se convertía en momento
de relaciones públicas. Su risa tan particular, entre el ahogo y el escándalo.
Sus bromas, caras indescriptibles y gracietas de sello propio. La diligencia al
volante, haciendo realidad mi sueño sobre cuatro ruedas ¡un chófer! Nos soporta
mucho, pero sin perder nunca su norte. Y admiro cómo no oculta su amor a ella,
ni en los pequeños detalles. Seguramente de pequeño nunca quise ser como él.
Ahora de mayor, a ratos. Evolución lógica de la especie mediante. Pero escribo
esto solo. En medio de una aventura que no sé cómo me va a salir. Añorando esos
ratos cómplices, de cocina, de baño, de salón... Aunque sea subidos a dos en su
coche. Y pienso que el tiempo tiene muchas cosas buenas y que, una de ellas, es
aprender a no guardarse nada. Sin hacer daño, que luego ella me riñe. Pero con
la honestidad de dejar hablar al corazón. Hoy papá quiero decirte lo que resume
todo, que te quiero. Que aunque reniegue si alguien me dice que me parezco más
a ti, en el fondo me enorgullece. Porque eres especial para quienes estamos en
tu vida. Y a eso es a lo que yo aspiro. A ser especial. No sé si padre. Pero sí
hijo tuyo. Que tuvo claro quién fue su padre, de apodo astro del fútbol, o mote
pseudochino. Lo importante es que nunca has renunciado a tu esencia: elegante,
caballeroso, generoso, divertido. No cambies nunca. Te Quiero.
lunes, marzo 03, 2014
¡Hola Ola!
Con distancia e incredulidad
asisto a la ceremonia del mal tiempo que asola mi casa, mi tierra, mis
rincones. El fin del mundo pasado por agua. Con esas olas majestuosas que
esconden una ferocidad brutal. Asustan por impredecibles. O todo lo contrario.
No es la primera vez que nos azota con tanta fuerza, pero cada ocasión en que
nos asola sorprende. Me produce auténtico pavor, imaginar un mundo derrotado
por los mares. Con toda la carga que eso conlleva. No entiendo a toda esa gente
que, envalentonada, se presenta frente al temporal y juega al gato y el ratón.
Salen mojados, arrastrados, cuando no peor. Yo no me jugaría el tipo de ese
modo. Es más, agradezco no estar ahí para evitar sufrir esos envites del
viento, esas caladuras indiscriminadas. Es curioso cómo hay fenómenos que
resultan tan poderosos que nos arruinan. Literalmente. La suma de daños de
estas ciclogénesis explosivas crece por momentos. Y lo tremendo es pensar que
la meteorología, la atmósfera, los elementos, llámalo como quieras, es/son
capaz/ces de dominarnos y dar al traste con nuestro día. Se nos escapa la vida
en un instante y no lo procesamos. Eso sí, lo retratamos con profusión. Me
cuentan que hay zonas de Cantabria con atascos monumentales por animados
visionarios. Ni en verano con una tasa infinita de ocupación hotelera. Vienen
las olas, amigos, y salimos. Vaya, si salimos. Los vídeos se convierten en
virales. Temporal, en trending topic. La anécdota se propaga cual humo de móvil
en móvil. Perfecto. Algo así inquieta, a la vez que despierta curiosidad. Pero
con las cosas buenas, ¿por qué no ocurre lo mismo? Mira que nos cuesta
vendernos, apoyar iniciativas, comentar en positivo. Tenemos unos bemoles enormes.
Y unas olas ídem.
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