En mi librería el tomo del 2015 ocupa, sinceramente, un
lugar olvidable. Por eso, aspiro a teclear con fuerza en este año nuevo, dando
a las personas y a las palabras su lugar. ¡Felices 366 días a estrenar! Que el
libro de vuestro 2016 sea trepidante.
jueves, diciembre 31, 2015
miércoles, diciembre 30, 2015
Queridos Papás Majos
Este año no he debido ser muy
bueno, pues no tengo lo que tanto deseo y eso sabéis me frustra mucho. Pero
quería escribiros esta carta. No para pedir, sino para daros las GRACIAS. Así
sin más, lo necesito. Soy un vinagre, un frustrado, un pesado siempre con mis
historias, pero por mucho que me pierda, por tantas pataletas y sinsabores,
nunca habéis dejado de apoyarme, entenderme, soportarme… Tenéis porrones de
paciencia y un cariño infinito. Sabéis cómo hacerme sentir especial y eso que
un hijo viene al mundo con un pan bajo el brazo (en mi caso un mando), no con
un manual de instrucciones. Recuerdo cuando de peque vivía con tanta ansiedad
estos días y la llegada de sus Majestades, los Reyes Más Majos de la Casa. Con
todo un protocolo de ilusión. Recepción de catálogos de centros comerciales e
inicio de lista de deseos. Visita guiada por jugueterías, con caras de asombro y onomatopeyas de megusta/meflipa/loquiero en bucle. Escritura de mi carta, cuidando
la caligrafía -Rubio mediante-, fantaseando con tantas cosas. Llegaron mis
hermanos (¡Hola! Pasad, pasad) y comencé a vivir esa magia a través de sus
ojos, haciéndolo más especial y manteniendo así mi esencia infantil. A día de
hoy, sigo siendo ese niño que imploraba a Baltasar, por mucho que en alguna
cabalgata el pobre perdiera, por momentos, todo el color y la dignidad.
Con el
tiempo entendí que los regalos son mucho más que un símbolo, toda una muestra
de conocer a quien envuelves esa sorpresa, un gesto de cercanía lleno de lazos
y brilli-brilli. Vosotros habéis
acertado siempre, dándonoslo todo, disfrutando de nuestras reacciones. Siendo
un ejemplo de crianza, de educación, de generosidad, de entrega. A estas
alturas, mucho dudo que la vida me ponga el reto de reproducir vuestro papel
perfecto. Pero está claro que he tenido a los mejores maestros. Ahora que están
de moda las community madres, que los
foros se llenan de consejos, los tutoriales inundan youtube y demás, el verdadero ejemplo está en la vida sencilla, con
honestidad y entrega, que vosotros habéis construido para esta familia. Sabéis
que me encanta haceros rabiar, sacaros una sonrisa y compartir momentos
absurdos los cinco. No me cansaría de escribir más y más palabras, de volver entre
recuerdos, de capturar esos instantes que se congelan para siempre y dan
latidos al corazón. No son necesarias las muestras grandilocuentes, los
pastizales sin querer. Me quedo con el querer queriendo. Así lo aprendí yo. De
vosotros. Gracias por ser tan majos. Os quiero.
jueves, diciembre 24, 2015
Eses y más eses
¿Qué? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Cuándo?
¿Cómo? ¿Por qué? Responde como si también hubiera un mañana y llena tus
momentos de cómplices, sonrisas, besos y otras palabras geniales, de ese
final... ¡Felices Noches Buenas y Días Mejores!
domingo, diciembre 13, 2015
El voto y la vida
Una semana. Es lo que resta para
que el país decida qué es lo que quiere. Para finiquitar el cortejo y optar por
el Don Juan del poder. El dueño perfecto para agitar la Moncloa con su
estudiada imagen y las infinitas medidas de salvación. Y aquí, como en el amor,
mi sensación es que mucho prometer, hasta meter… la papeleta en la urna. En
este tiempo de exhibicionista ‘tienda de campaña’, los candidatos a la
presidencia han querido mostrarnos lo largo que es su compromiso y el ancho de
sus dignidades. Eso sí, jugando recurrentemente al y tú más, al farfullar sobre los otros, enmierdando lo ajeno y
gastando energía en el ejercicio de atacar. No entiendo este modelo, pues lleva
a la confusión ciudadana. Les beneficia que nos manejemos en lo superficial, en
la anécdota de turno, sin ahondar en los problemas estructurales, los males que
tantos sufren, las injusticias que van en el ADN patrio, así como tanto
estercolero que cada cual tiene de puertas para adentro y trata de disimular
echando balones fuera. O ocupando una silla con María Teresa, revisitando sus
vidas a base de covers de verbena con
los Supersingles. O en la casa de Bertín, entre chistes y bravuconadas
machistas. ¿Es el nivel que nos merecemos de nuestra clase política?
Hemos asistido a una espectacularización inédita del contenido, como se demostró en el Debate Decisivo. El reality, tan denostado, puesto al servicio de los mensajes. El cartón piedra, de dudosa construcción, llevado al terreno electoral. Sinceramente, todos los partidos han hecho de su cliché su mejor garantía. Pero no han debido hacerlo muy bien, indecisos mediante. Se ha hablado mucho de los hipsters, en una vuelta de tuerca surrealista, con su uso en vídeos o mítines. Vienen a ser las Normas Duvales del voto, sin escote, pero con las barbas más generosas y disputadas, que sientan bien a gaviotas, rosas, 'pijitos' o revolucionarios. Echo en falta a una Olivia Pope que tomara las riendas de este sainete, elevando a un salvador con soluciones, carácter y empatía. Yo sólo espero que la gente ejerza su derecho a decidir qué España quiere, nada de olvidar la cita con la democracia y luego quejarse porque no hay un mañana. El mío quiero que sea más justo, igualitario e ilusionante. Ojalá dejemos, de una vez, tanta oscuridad y entendamos que la vida es otra cosa.
Hemos asistido a una espectacularización inédita del contenido, como se demostró en el Debate Decisivo. El reality, tan denostado, puesto al servicio de los mensajes. El cartón piedra, de dudosa construcción, llevado al terreno electoral. Sinceramente, todos los partidos han hecho de su cliché su mejor garantía. Pero no han debido hacerlo muy bien, indecisos mediante. Se ha hablado mucho de los hipsters, en una vuelta de tuerca surrealista, con su uso en vídeos o mítines. Vienen a ser las Normas Duvales del voto, sin escote, pero con las barbas más generosas y disputadas, que sientan bien a gaviotas, rosas, 'pijitos' o revolucionarios. Echo en falta a una Olivia Pope que tomara las riendas de este sainete, elevando a un salvador con soluciones, carácter y empatía. Yo sólo espero que la gente ejerza su derecho a decidir qué España quiere, nada de olvidar la cita con la democracia y luego quejarse porque no hay un mañana. El mío quiero que sea más justo, igualitario e ilusionante. Ojalá dejemos, de una vez, tanta oscuridad y entendamos que la vida es otra cosa.
miércoles, noviembre 25, 2015
No es AMOR
Hollywood hace mucho daño a la
concepción romántica del amor, pero l@s mal@s sin película, también. Basta ya
de víctimas. Querer es otra cosa.
domingo, noviembre 22, 2015
Perfectos conocidos
Los tópicos venden. Aseguran la
risotada y unas cifras de taquilla históricas. Vascos, andaluces, catalanes… Y,
¿qué hay de los cántabros? De los santanderinos, para ser más exactos. Son
muchos los rasgos de común denominador (STV,
Santander de Toda la Vida) que nos
definen, pero hay uno que me resulta perturbador. En una ciudad pequeña, con
ínfulas de quiero y no puedo, tan única como acomplejada… Se repite, en exceso,
el fenómeno de la memoria selectiva. Por gracia de la tontunez compartida. Aquí
nos conocemos prácticamente todos, pero nos hacemos los nuevos, a ver si cuela.
Lo peor es que sí lo hace, porque la otra parte contratante reproduce el modelo
de despiste/olvido/gilipollez social. Y el bucle no cesa. ¿El sentido? No dar
el brazo a torcer y reconocer que cualquier tiempo pasado pudo ser peor y los
recuerdos en común, un tabú que más vale esconder. Porque aquí somos muy ‘maricomplejines’, demasiado de piar de
los demás sin piedad y poco de ejercer la mirada propia a lo que viene ser el
ombligo. Así que las calles se llenan de idas y venidas a discreción, evitando
saludos, con auténticos retorcimientos ‘espontáneos’
para evitar holas mayores.
Cierto es que se da el fenómeno contrario, el otro
extremo que ‘a grito pelao’ escenifica historias en común y se llena de
aspavientos. Tampoco es eso, pero desde aquí apelo a la naturalidad, a
comunicarnos sin dobleces y a defender la memoria histórica que nos define.
Porque, queramos o no, somos producto de la suma de momentos pasado/pisados y
las personas que los dieron vida. Santander tiene un potencial enorme y se
queda ahí, estancada, porque somos cómplices de un modelo de ciudad dormida.
Tenemos que agitarnos, reconocernos y defender lo nuestro sin pudor. Lo ajeno
lo elevamos a los altares, lo nuestro lo cuestionamos sin remedio. Así es como
nos limitamos y quedamos siempre en una zona de confort que pasea de El Sardinero a Castelar, sin representar a los vecinos de verdad, los que cada día
ponen las calles y no se les caen los anillos heredados. Nos hemos conformado
con vender ese señorío de pijismo
recalcitrante cuando, en suma, somos otra cosa. No llegaremos a socios de un
club de raqueta y postín, donde intuyo tampoco todos se saludan o si lo hacen
es con hipocresía del postureo.
Comemos algo más que patata cocida, pero nos callamos nuestro sentir
santanderino, nuestra verdad, y así nos va. Hola
fulanito, ¿qué tal? ¡Cuánto tiempo! ¡Estás igual...!
Ilustración | Jordi Labanda
domingo, noviembre 15, 2015
No
No tengo palabras. No entiendo
este odio. No son humanos. No podemos vivir en el miedo. No hay un fanatismo
bueno. No puede ser verdad... Tantos noes lloran de amargura.
lunes, noviembre 02, 2015
Amores perdidos
La realidad y la ficción se dan la mano para decirnos que no
corren buenos tiempos para el amor. Hace unos días vi la película ‘Los
Miércoles No Existen’ y me preocupó el mensaje desesperanzador, negativo y
cruel del mundo de la pareja. Por un momento, quise poner en cuarentena la suma
de relatos pesimistas, el cuestionamiento cruel a los quereres treintañeros,
pero poco después hice un escaneo rápido a mi alrededor y me di cuenta que es
la tónica general. Afortunadamente quedan unas pocas, sanas y estables relaciones,
dignas de un altar mayor, que aplaudo y venero con todas mis fuerzas. Pero,
ciertamente, son las menos. Por lo general, nos hallamos ante la soltería con
frustración y desánimo o frente a un miembro/a asociado/a a una pareja
disfuncional, de difícil entendimiento, pero en conveniente estado de ¿confort?
Respeto esta opción de vida, pero me parece un castigo innecesario. Querer bien
parece difícil, pero hacerlo mal deliberadamente, a sabiendas que esa historia
es el peaje a la infelicidad, no me acaba de cuadrar. Que hay personas
dependientes, que no saben estar en soledad… Lo sé, durante un tiempo lo
padecí. De ahí que ahora pueda escribir esto y aconsejar a cualquiera a estar
bien (o mejor) desde la individualidad y desde ahí esperar que el destino o
Cupido hagan el movimiento adecuado. Ese que difícilmente llega si nos
replegamos o nos escondemos tras una pantalla de ordenador o móvil.
La
tecnología está enterrando el misterio de la seducción. Consumimos cual fast
food a personas, olvidando sentimientos y elevando ideales en objetivo de caza.
¿Dónde quedan las personas? En el buzón de eliminados o tras la X de no me
gusta. Así, nos dejamos llevar por prototipos que sólo existen en nuestra
cabeza. Porque, qué son esos tipos, sino límites que nos imponemos. Desde esa
exigencia boicoteamos muchas opciones. Incluso a sabiendas de los pésimos
resultados de tal o cual carácter, rasgo o personalidad. O lo que es lo mismo, habitualmente
somos nuestros peores consejeros a la hora de hacer el retrato robot a nuestro lover
de cabecera. Luego está la comunicación y más bien su ausencia, que da al
traste con la mayor parte de los romances. No aprendimos lo necesario de las
tramas intensas de 'Sensación de Vivir' o 'Melrose Place' y caemos, sin remedio, en
los mismos errores. Parece que la sinceridad, la honestidad, la transparencia
quedan reservadas para definiciones del rosco de 'Pasapalabra' y muchos deciden
enterrar historias por no hablar con su pareja, ni dejar las cosas claras. Encontrar
o encontrarse es algo indescriptible, sí, pero también un ejercicio de
responsabilidad que empieza en uno mismo y termina en el otro. Ojalá llegue el
momento que nuestras relaciones estén limpias de polvo y paja y se cuenten en
otra película (alerta spoiler) con final feliz.
sábado, octubre 17, 2015
Ni en mis sueños
Sobraron las palabras. Desde
lejos sus miradas dialogaron de la forma más fluida que jamás pudo imaginar.
Esa que tan bien contaban las películas y que nunca se imaginó llegar a
protagonizar. Siempre creyó que la expresión ‘siento mariposas en el estómago’ era lo más cursi del mundo, y se
reía para adentro cuando se la escuchaba a sus amigas. Porque sí, tendrían
mucho en común, pero su concepción del amor era diametralmente opuesta. Ellas
se empeñaban en defender ese romanticismo de nubes de algodón, mientras Lena se
distanciaba de los sentimientos edulcorados. Se reivindicaba como racional. Con
todas las letras. Aunque aquella noche estaban tan en el suelo como la ropa
interior sin costuras que estrenaba, para no marcar gomas antimorbo. En ese
momento, por mucho que le costara identificarlo, y más reconocerlo, tenía
mariposas máximas revoloteando esas entrañas de acero. En su discurso de
soltera con causas, siempre defendió que no existen prototipos, que sus
sentimientos poco tenían que ver con esquemas prefijados, que lo suyo era una
conexión por encima de físicos… Hasta que apareció ÉL. Ciertamente su sonrisa
eclipsaba por sí misma, pero toda la estructura perfecta que acompañaba, ese
pelazo con el que jugaba arrebatador, unos ojos que prometían océanos de
pasión… Vamos, que si hubiera tenido que dibujar a su príncipe de colores, el
azul volvía a decir era ñoño, sin duda era ÉL. Intentó disimular, jugando con
su copa, perdiéndose entre los surrealismos ajenos, pero volvía a reencontrarse
con el mejor ejemplar que fusionaba la química y la física que jamás hubiera
soñado.
Mientras las chicas se agitaban espasmódicas al ritmo de la juerga
desenfrenada, ella apenas articulaba movimiento, como incapaz de accionarse. Se
imaginaba a su lado de un salto, ajena a la realidad discotequera. Jamás pensó
que aquel lugar fuera a esconder un tesoro en forma de latidos descontrolados.
Su actitud pacata debió llamar su atención, porque no tardó en acercarse y con
la mayor naturalidad susurrarle algo al oído. Una mezcla de nervios y reggaetón
psicotrópico impidió a Lena descifrar su mensaje. ÉL se dio cuenta de su
asombro sorderíl e hizo lo que un galán de telenovela. Agarró su muñeca y, sin
carruaje pero con los modos principescos, la condujo a la calle. Ese trayecto
le pareció tan eterno como mágico. El roce de su piel anticipaba unos fuegos
artificiales premium, nada de burdas repeticiones o petardazos de mucha mecha y
poca chicha. Fuera, Lena siguió en su estado catatónico, mientras ÉL se
presentaba encantador, le interrogaba por su curiosidad buscándole toda la
noche, interesado en saber si tenía o no competencia… Su mudismo fue la
respuesta más precisa, que encontró premio, en forma de un beso largo y vivido.
“Si besan bien, follan mejor”, decía
su amiga Yess. ¿Por qué no comprobarlo? ÉL tenía el guión perfecto, sabía qué
teclas tocar para mariposear a la mujer de hielo. Pocas palabras más y un ático
de soltero de oro fue la siguiente parada. El contexto perfecto para perderse a
dos entre espasmos inolvidables. Eléctricos. Frenéticos. La suma del uno más
uno fue su mejor matemática en aquella noche, que comenzaba con una Lena
escéptica y acababa como una Lena deseada y desfogada, orgasmos mediante.
- — Tía, Lena,
te has quedado frita. Pero has debido tener un sueño húmedo, porque tenías un
careto de feliciana.
- — ¿Qué
dices? ¡Qué vergüenza! Pero tengo un pálpito, hoy tenemos que salir…
Ilustración | Pablo Sikosia
domingo, octubre 04, 2015
El Banquín
Si el lugar de todos pasa por la ansiada felicidad, el suyo
se reduce a un banco. Sin banqueros, sólo con listones de madera. Tan astillados
por el paso del tiempo como ellos. En un barrio cualquiera, frente a unos
vecinos cualesquiera, su rutina pasa por habitar ese microcosmos de
confidencias en voz baja, entre cameos de extraños y chascarrillos del entonces
compartido. El mismo que les pasó por encima, por tomar malas decisiones y
meterse en un círculo peligroso. Aquello no eran malas compañías, eran
decisiones inocentes sin cálculo de daños finales. Los que escribieron muchos
que hoy contemplan el banco desde su infierno no terrenal. Los yonquis de la
realidad ningunean a estos otros, convertidos en zombies por la gracia de sus excesos.
Familias rotas, silencios incómodos, miedos sin resolver… Sus historias no se
cuentan, porque pasaron las páginas demasiado rápido y nos cuesta acercarnos sin
prejuicios a su universo. Miramos con desdén su cotidianeidad, esa en la que el
tiempo no importa. Sin sobresaltos ni opas hostiles. Siempre ahí,
impertérritos, cual funcionarios de sus pésimas elecciones.
En su cárcel de extrarradio las marujas cuelgan las coladas, comparten el último cotilleo y la oferta del súper, otras compran el pan embatadas y con zapatillas de andar por casa. Los Manolos de turno se toman sus blanquines, entre bravuconadas varias. Estudiantes hiperbólicos aporrean sus teléfonos y dan patadas al diccionario. Autobuses siguen su ruta a destiempo, con el hastío de pasajeros. Algún perro se acerca, sí, recibiendo el grito ipso facto de sus dueños, con alergia a su verdad. Nadie se preocupa por lo que ellos sienten. Ni los comerciales de verborrea infinita gastan un ápice de energía en venderles el último pseudo-chollo. ¿Cuántos son? ¿Cómo viven? ¿Llegarán a casa y contarán su día en ‘el banquín’? O será al revés, justo en él se desahogan y son ellos mismos. No les importa sus ropas, nada saben de las deportivas último modelo, del coche que causa furor en el mercado, ni tampoco de móviles del más es más. Encuentran en plena calle, ajenos a todo, su mejor versión. Porque es precisamente allí, donde todas esas personas perdidas se encuentran. Un saludo cabeceado basta, una mirada compartida, melancólica y de dolor une más que un grupo de WhatsApp. Construyendo una amistad a sorbos, chutes o caladas, pero haciendo que su historia, tan denostada por el mundo real, sea menos triste en su contexto irreal. Y, quién sabe, quizás, ellos sí sean felices.
En su cárcel de extrarradio las marujas cuelgan las coladas, comparten el último cotilleo y la oferta del súper, otras compran el pan embatadas y con zapatillas de andar por casa. Los Manolos de turno se toman sus blanquines, entre bravuconadas varias. Estudiantes hiperbólicos aporrean sus teléfonos y dan patadas al diccionario. Autobuses siguen su ruta a destiempo, con el hastío de pasajeros. Algún perro se acerca, sí, recibiendo el grito ipso facto de sus dueños, con alergia a su verdad. Nadie se preocupa por lo que ellos sienten. Ni los comerciales de verborrea infinita gastan un ápice de energía en venderles el último pseudo-chollo. ¿Cuántos son? ¿Cómo viven? ¿Llegarán a casa y contarán su día en ‘el banquín’? O será al revés, justo en él se desahogan y son ellos mismos. No les importa sus ropas, nada saben de las deportivas último modelo, del coche que causa furor en el mercado, ni tampoco de móviles del más es más. Encuentran en plena calle, ajenos a todo, su mejor versión. Porque es precisamente allí, donde todas esas personas perdidas se encuentran. Un saludo cabeceado basta, una mirada compartida, melancólica y de dolor une más que un grupo de WhatsApp. Construyendo una amistad a sorbos, chutes o caladas, pero haciendo que su historia, tan denostada por el mundo real, sea menos triste en su contexto irreal. Y, quién sabe, quizás, ellos sí sean felices.
martes, septiembre 15, 2015
Isabel fuma Nobel
Hace tiempo que el mundo del corazón estaba pidiendo a
gritos algún latido de más, para llenar minutos de tertulias y conversaciones
de peluquería. Hemos pasado una crisis de personajes e historias de segunda,
demasiado contaminados por el submundo televisivo y sus criaturas de
estercolero. Terelu tranquila, lo tuyo es otra historia. Pero, cual heroína de
lo rosa y el baldosín, Isabel Preysler ha sabido mantenerse y dar carnaza en el
momento más inesperado. Después de ser la mujer florero y ambiciosa por
excelencia, se pensaba que explotaría más su faceta de viuda de… Pero no, ella
necesitaba reconstruir su emocionario y encontró el latin lover perfecto. Así,
lo que muchos han bautizado como Jurassic Love, se ha convertido en el dime y
direte de otros tantos. Tan excesivo como inaudito, este amor ha sorprendido por lo
incongruente de las partes. Una ex, de sangre y apellido, enfadada y enterada
por los medios, unas hijas de portada y declaraciones previopago, unos hijos
empajaritados encantados de la cobertura, el silencio elegante de la reina, los
primeros tweets del escritor… Al tercero ya anunció su boda para el año que
viene y el director de la revista del saludo se frota las manos.
Más allá del luto y del divorcio de aquella manera, aquí la edad juega un papel muy importante. Yo defiendo que el querer nada tiene que ver con el DNI de sus protagonistas, pero me resulta curioso el hilar fino de la socialité filipina de frente prominente. Sé que su círculo es tan de jet y todo eso, pero esta capacidad para superarse en el cónyuge y su billetera me resulta dudosa. Puede que, en la sombra, esta esbelta y elegante señora se haya dado a la pasión con fontaneros, camioneros o taxistas, pero su CV está marcado por su exquisitez horizontal. No creo que lo necesite para mantener sus contratos publicitarios, parece más una perversión personal de encamarse con hombres de nombre importante y dar envidia a todas las cuquis, pituquis y filuquis de su exquisita urbanización. Una pregunta que no puedo dejarme de hacerme, en una de las primeras citas, ¿haría una visita guiada al Premio Nobel por cada baño de su casoplón? ¿Habrán dejado que la lujuria se desatase, piel con piel, entre tanto lavabo VIP? El otro día en Nueva York brillaron con luz propia y dieron discursos épicos, escenificando un poderío y un magnetismo, sólo apto para las casas reales. La suya se escribirá en grandes párrafos, hasta que ella vuelva a sobrevivir a su amigo/amante y emprenda una nueva búsqueda de compañero de exclusivas. Ambrosio tiene mucho que decir sobre esto…
Más allá del luto y del divorcio de aquella manera, aquí la edad juega un papel muy importante. Yo defiendo que el querer nada tiene que ver con el DNI de sus protagonistas, pero me resulta curioso el hilar fino de la socialité filipina de frente prominente. Sé que su círculo es tan de jet y todo eso, pero esta capacidad para superarse en el cónyuge y su billetera me resulta dudosa. Puede que, en la sombra, esta esbelta y elegante señora se haya dado a la pasión con fontaneros, camioneros o taxistas, pero su CV está marcado por su exquisitez horizontal. No creo que lo necesite para mantener sus contratos publicitarios, parece más una perversión personal de encamarse con hombres de nombre importante y dar envidia a todas las cuquis, pituquis y filuquis de su exquisita urbanización. Una pregunta que no puedo dejarme de hacerme, en una de las primeras citas, ¿haría una visita guiada al Premio Nobel por cada baño de su casoplón? ¿Habrán dejado que la lujuria se desatase, piel con piel, entre tanto lavabo VIP? El otro día en Nueva York brillaron con luz propia y dieron discursos épicos, escenificando un poderío y un magnetismo, sólo apto para las casas reales. La suya se escribirá en grandes párrafos, hasta que ella vuelva a sobrevivir a su amigo/amante y emprenda una nueva búsqueda de compañero de exclusivas. Ambrosio tiene mucho que decir sobre esto…
martes, septiembre 01, 2015
Sin uvas no hay paraíso
Anoche no tuvimos capa de
Ramontxu, doce uvas, champán ni lentejuelas. Pero quien niegue que asistimos a
la auténtica NocheVieja, poco asume en sus carnes el calendario. Y es que hoy,
1 de Septiembre, comienza el año nuevo. El real, sin dobleces, con toda su
carga de propósitos, ilusiones, retos, ansiedades y ese largo etcétera que cada
cual escribe en sus agendas. Es ahora cuando nos planteamos todas esas tareas
pendientes, esos idiomas imposibles, esa lucha contra la lorza, esas conquistas
aún sin nombre… Aspiramos a voltear nuestras carencias, jugamos con la idea de
encontrar nuestra mejor versión, esa que siempre nos queda pendiente de
escribir. Y, queramos o no, entramos en un bucle complicado. O no conseguimos
ese listado kilométrico y nuestra frustración se torna en ansiedad. O bien nos
pasamos en redefinir nuestro yo y la tontunez nos despista inexorablemente. Así
que más vale tener cuidado y no ser
presos de estos anhelos de otoño incipiente.
Cierto es que llega un momento que incluso esta fecha pierde esa inercia genial, la de los días marcados, el uniforme, la mochila y demás complementos del buen vivir. ‘A primera experiencia’, citando a un sabio, reconozco que hace tiempo que me despedí de esa corriente y me enfrento a un nuevo mes nueve con incertidumbre. Ahora más que nunca. En mi ‘despacho’ casero pesa la hoja en blanco, la duda y el dolor de un contexto difícil. En el que buscar trabajo se convierte en un videojuego de misión imposible y hablar de estabilidad parece un mal chiste contado a destiempo. Me encantaría vivir despreocupado, no dar importancia a todo lo que me atormenta, reírme sin miedo ante tanta absurdez, pero me cuesta. Y mucho. Me pienso y miro atrás, orgulloso de tanto esfuerzo, consciente de los altos precios que tuve que pagar, aunque parece que no fueron suficientes. Así, con todo esto, me da mucha pereza este Septiembre que viene a agitar los días de tantos y las conciencias, supongo, de otros. En mi caso, me hace algo más pequeño. Y eso me da mucha rabia, lo reconozco.
Cierto es que llega un momento que incluso esta fecha pierde esa inercia genial, la de los días marcados, el uniforme, la mochila y demás complementos del buen vivir. ‘A primera experiencia’, citando a un sabio, reconozco que hace tiempo que me despedí de esa corriente y me enfrento a un nuevo mes nueve con incertidumbre. Ahora más que nunca. En mi ‘despacho’ casero pesa la hoja en blanco, la duda y el dolor de un contexto difícil. En el que buscar trabajo se convierte en un videojuego de misión imposible y hablar de estabilidad parece un mal chiste contado a destiempo. Me encantaría vivir despreocupado, no dar importancia a todo lo que me atormenta, reírme sin miedo ante tanta absurdez, pero me cuesta. Y mucho. Me pienso y miro atrás, orgulloso de tanto esfuerzo, consciente de los altos precios que tuve que pagar, aunque parece que no fueron suficientes. Así, con todo esto, me da mucha pereza este Septiembre que viene a agitar los días de tantos y las conciencias, supongo, de otros. En mi caso, me hace algo más pequeño. Y eso me da mucha rabia, lo reconozco.
jueves, agosto 20, 2015
Gracias a ti, Lina
Hoy todos estamos agradecidos y emocionados. Nos resistíamos
a despedirnos de ella, pero ha llegado el momento de bajar el telón y dar el
último gran aplauso a Lina Morgan. Una estrella como pocas, que hizo del humor
su modo de vida. Tanto que quizá se olvidó de sí misma y relegó su vida
personal en pro de los escenarios. Hoy me vienen a la memoria tantas noches en
familia, especialmente con mi abuelo, disfrutando de sus éxitos en televisión.
Aquellas revistas míticas, sus gags surrealistas y, cómo no, las películas que
tienen un hueco reservado en nuestras retinas. Como loco bajito e insensato
jugaba desde bien peque a recrear esos mundos que ella protagonizaba. ¡Qué
atrevimiento por mi parte! Me atrapaba su capacidad para conquistar la
pantalla, sin ningún artificio, sólo con su arte innato. Era, sin casi,
patrimonio nacional, aunque a diferencia de otras compañeras fuera discreta al
máximo. Mientras unos especulaban, ella se esforzaba por seguir dando rienda
suelta a su pasión: el espectáculo. Siempre con su mirada tan vivaracha como
triste, vacía por momentos.
Vivió y actuó con frenesí, sin perder nunca su personalidad. Ya podía doblar torpemente sus piernas, torcer el morro cual gansa o defenderse como la sempiterna solterona. Fuera como fuera, cautivaba. En otro país le hubieran rendido un homenaje en vida como merecía, con estrellas, boas y lentejuelas, pero aquí pecamos de injustos. Hoy muchos se limitan a morbosear con su final y juzgar su decisión de morir prácticamente sola. Dicen, quienes la conocían, que no quiso que la recordaran enferma, mermada, incapaz. Por eso se retiró e hizo del silencio su último gran papel. Y hasta en eso fue única. Allá donde esté seguirá arrancando sonrisas y bajando las escaleras con un porte inimitable. Porque no necesitó ser una mujer florero, ella era todo el ramillete de talento, del que hoy carecemos. Muchas actrices de ego supino tendrían que aprender del ejemplo profesional que representaba Lina. Sin ella el teatro y la comedia españoles se quedan muy huérfanos. No te robaremos nunca el estribillo que hizo Historia, solamente te podemos decir, gracias a ti por tanto sonreír.
Vivió y actuó con frenesí, sin perder nunca su personalidad. Ya podía doblar torpemente sus piernas, torcer el morro cual gansa o defenderse como la sempiterna solterona. Fuera como fuera, cautivaba. En otro país le hubieran rendido un homenaje en vida como merecía, con estrellas, boas y lentejuelas, pero aquí pecamos de injustos. Hoy muchos se limitan a morbosear con su final y juzgar su decisión de morir prácticamente sola. Dicen, quienes la conocían, que no quiso que la recordaran enferma, mermada, incapaz. Por eso se retiró e hizo del silencio su último gran papel. Y hasta en eso fue única. Allá donde esté seguirá arrancando sonrisas y bajando las escaleras con un porte inimitable. Porque no necesitó ser una mujer florero, ella era todo el ramillete de talento, del que hoy carecemos. Muchas actrices de ego supino tendrían que aprender del ejemplo profesional que representaba Lina. Sin ella el teatro y la comedia españoles se quedan muy huérfanos. No te robaremos nunca el estribillo que hizo Historia, solamente te podemos decir, gracias a ti por tanto sonreír.
sábado, agosto 15, 2015
Inmunes
El más difícil todavía hace tiempo que salió de las carpas de los circos, para instalarse en nuestra realidad. Cada día, la actualidad se ha recrudecido con noticias que van de lo rocambolesco a lo dantesco. Y, especialmente, en el apartado de sucesos. Siempre han ocurrido historias fatales, pero los últimos años asistimos a la sobreexposición de finales inverosímiles, personajes que ni el más retorcido guionista hubiera parido, hechos que ponen de punta algo más que los ‘pelos’, directamente el alma. Nos hemos ‘acostumbrado’ a que informaciones así sean el pan nuestro de cada día, pasando de la plena atención al olvido, cual fast food de titulares. Se ha caído en la espectacularización del suceso en sí mismo, reconvertido en material que arrasa en audiencias, visitas digitales y agota tiradas de periódicos. Las otroras tertulias infinitas en televisión de latidos corazonales han mutado en mesas con expertos, que escrutinan datos y perfilan a implicados, víctimas, sospechosos, vecinos y familiares. Todo, con un tufillo morboso, que hace perder el sentido trágico. La gente consume, de forma voraz, este tipo de información, relegando el trasfondo por lo superficial. Así, creo que nos estamos convirtiendo en inmunes frente al dolor.
Son tantas las bofetadas, los vuelcos que nos han
provocado este tipo de situaciones, que hemos perdido totalmente la capacidad
de empatía. Eso sí, sacamos nuestros peores instintos a la plaza pública. Es
donde muchos se erigen de sabios. Hablamos de las redes sociales, donde juzgan
y comentan al libre albedrío y, una vez expresada su posición, pasan a otro
tema con igual vehemencia. El libre pensamiento se ha formateado en reality
show. Es el resultado de la estrategia de muchos medios y profesionales, que
han considerado que lo emocional vende. Y mucho. En este tipo de exposiciones
trágicas es el complemento perfecto, porque consiguiendo que la ‘opinión
pública’ sea partícipe, estiran un contenido altamente eficaz. Mucho criticaron
programas de los noventa, con rubia presentadora trasnochada y preguntas
cogidas con pinzas de anatomía forense, pero lo que hoy, día a día, se ve en
nuestros canales es la actualización de aquellas imposibles narraciones, esos
silencios que hacían daño. Entonces, como hoy, primeros planos, foco en el
drama, intensidad provocada hasta la lágrima y ¡zasca!, éxito. Como ciudadanos,
tenemos que reconsiderar nuestro papel social y no entrar a este tipo de juegos
macabros. Por respeto a los auténticos protagonistas del horror. Basta de
especulaciones baratas y minutos catódicos prefabricados. Una muerte, un
asesinato, un acto de violencia no tiene que ser, jamás, carne de share.
miércoles, julio 29, 2015
Vésame
Era amor. Así lo sentí. Aquella
noche no prometía nada. El más de lo mismo con las chicas. Nos sabíamos a fuego
la coreografía de cada juerga de verano. Mismos bares, idénticas copas,
absurdos con palabras encendidas. Estaba harta de sentirme dentro de un bucle.
Sí, estábamos de vacaciones y parecía que se imponía brindar a lo tonto,
sonreír por nada y bailar espasmódicamente. Sabía que me llamarían rancia o
aguafiestas, pero cogí mi cartera de mano multicolor, besé a quien pude como despedida
y me encaminé hacia casa sufriendo los tacones. Siempre llevo los auriculares
en el bolso y la noche estrellada me pedía una banda sonora acorde. Tenía ya
puesto el derecho, a punto de completar el par, cuando oí un silbido. En otro
momento no hubiera hecho caso, pero era tarde, la calle estaba desierta y no
era por creerme nada, pero era claramente para mí. Me giré y entonces le vi.
¿De dónde había salido? Apoyado contra la pared, cual James Dean, con una
simbólica camiseta blanca. Sus ojos azules prometían mares de sensaciones,
incluso desde bien lejos. Se quedó quieto, esperando que, cautivada, me
plantificara frente a él y le dijera, por lo menos, ¿quieres ser el padre de mis hijos? El auricular izquierdo truncó
sus expectativas, una vez bien colocado, me di media vuelta con cara de ¡y tú de qué vas, chavalín! y continué
con mi camino. No llevaba ni dos acordes de un temazo cualquiera, cuando me
tocaron el hombro. Me volví enérgica con un mi palma abierta para posarse
contra la jeta del jeta de turno. Era él, más encantador en las distancias
cortas, parando mi bofetón impulsivo con una sonrisa de anuncio. Soy Carlos. Me quedé tan parada, que no
me salían las palabras. Te he estado
observando toda la noche, continuó. Debí parecerle gilipollas, porque
seguía embobada repasando esa cara perfecta, su mirada que prometía historias,
aquellos labios que aseguraban escándalo. Perdona
nosécómotellamas, si te molesto me voy. Me reí, con una de esas risas que
llevan asociada una cara de tonta importante. Las mismas que de peque eras
incapaz de ocultar con el chico que te hacía tilín. Y este, sinceramente, me hacía tolón, tolón. Perdona, me has
asustado. Lo siguiente que recuerdo es que nos fundimos en un beso largo,
húmedo, como rodado a cámara lenta. Aquella gallardía tuvo recompensa, pues me
dejé llevar y acabamos refugiándonos en un portal cercano. No hizo falta
verbalizar nada, porque las construcciones linguolabiales monopolizaron el
contexto.
Pasados unos besos de más… Soy Marta.
Encantado. Y continuamos el
ceremonial de conocernos. Mi piel parecía feliz, con la carne vibrante de
festín. Nunca me había pasado enzarzarme así, sin prolegómenos, con tanta
intensidad. Vivo cerca. En ese momento se me aparecieron todas las
Vírgenes a las que nos hacían rezar en el cole cada mañana. No era ninguna
mojigata, pero siempre había pretendido una coherencia sexual, y tener unas
cuantas citas base para que entraran en la mía para marcar un tanto. Hasta el
momento lo había cumplido, pero Carlos, ay, Carlos. Se levantó, evidenciando
que algo más estaba en lo más alto, y me llevó espontáneamente. Aprovechando,
eso sí, todo el camino para seguir buceándonos. Ni en mi mejor película podía
imaginar un coprotagonista así. Llegamos a su casa. No me pidas detalles,
porque no sabría dártelos. Se quitó la camiseta blanca, los vaqueros,
limitándose a unos slips, también blancos, que no podían ocultar que tenía
mucho amor que dar. ¿Estoy depilada? Me
ofusqué por un momento pensando en los pelos o no pelos, pero si los había no
parecía importarle. Me recorrió con ganas, hundiendo su mejor versión para trasportarme
lejos, sellando varias veces mi pasaporte de la pasión. ¿Orgasmo? De limón y
todos los sabores. Aquello no fue una escena de cama, fue una saga perfecta,
bien escrita a dos. El calor del verano nos pegaba, pero así, juntos, hicimos
historia. Al menos, en mi historial de niña en busca de querer. Dormimos
desnudos y abrazados, terminando en un fundido a negro. ¿Fue real?, dirás. Claro que lo fue. Irrepetible. Porque a la
mañana siguiente hubo desayuno perfecto y más besos, una auténtica orgía de
salivas. Y así se acabó todo, porque Carlos desapareció. Su explicación,
sincera y directa. Es verano y en verano
yo escribo los besos con v. Hoy contigo y mañana, quién sabe. Pero limitarse es
un error. Me quedé tan cuajada, que sólo pude recoger mis cosas y escapar
con la música a otra parte. Adiós, vesos.
viernes, julio 10, 2015
Años de luz
Los años. Ese concepto que pesa y encierra tantos recuerdos,
momentos y personas. A la mayoría no volverás y la frustración se convierte así
en materia a aprobar cada junio. Yo llevo notazas en estos 32 recién
estrenados. Porque sí, me asumo intenso, me pienso mucho y me remonto
demasiado. Hace unos días volvía a una foto que no debía. A una mirada robada,
a unos labios que perdí y, cómo no, me desestabilicé. Soy así de frágil. De
pronto, se cae mi castillo de naipes y me flagelo por infelicidad supina.
Necesito un golpe de realidad y, entonces, me doy cuenta de que todo pasa por
algo. Y si hay ausencias, más de lo mismo. El escozor se alivia y caigo en la
importancia del hoy, el momento que se escapa entre los dedos. Las
oportunidades que vuelan por cabezonería, por miedos infundados, por herencia
mal entendida. Qué pena, somos víctimas de nosotros mismos y ya va siendo hora
de reaccionar y activarnos para bien. Un ejercicio al que no renuncio, más en
época de soplar velas, es a retornar a la infancia. A mirar al espejo del
tiempo. Me reencuentro con mi mini yo, con su inquietud ingenua, sus ideas
locas, su verborrea incansable. Reconozco que aplaudo aquella versión.
Albergaría sufrimiento e incomprensión, seguro, pero manejaba perfectamente la
libertad de ser uno mismo. Jugaba a ser mayor, a conquistar contextos, a
verbalizar imposibles. Y, con orgullo, creo que he cumplido la mayoría de los
sueños de aquél loco bajito.
Cierto es que el amor se resiste y Sergio quería pintarlo por todas las paredes, gritarlo a susurros, compartirlo con una complicidad única. Pero si aún no ha llegado será porque espera en algún rincón, haciendo números y cogiendo fuerzas para comenzar una historia que érase una vez de cuento. Cada vez vivo con menos ansiedad este vacío de latidos. En mi lenguaje emocional eso se llama madurez. Antes anhelaba ese nosotros, tanto que fagocité las opciones. Ahora no desespero, disfruto de esta soledad bien compartida. Porque soy un ser afortunado, tan bien rodeado, que cualquier ocasión es buena para reconocerlo. Sumo muchos enteros con personas especiales, de esas que sé puedo esperar lo mejor. Podrá haber silencios, pero nunca incomprensión. La historia está para rellenarla de párrafos imperfectos y es ahí donde, juntos, entramos en acción. Palabras que nos hacen, dando sentido al contexto que compartimos. Familia y amigos, entes maravillosos que aceptan mi surrealismo. Sin ellos mi yo no tendría construcción posible. Te veo bien, me decían algunos hace unos días. Y no sé si llevan razón, porque no sabría responder a la pregunta ¿estás bien? O sí, pero no sé si sería justo al contestar. Y es que esa injusticia con uno mismo marca y mucho. Se arrastra, padece e impide sentir, en todo la amplitud del verbo. Sólo sé que quiero limpiar mis gafas y seguir contemplando este mundo, con ganas de crear, crecer y convencer de que se puede. Que la oscuridad está ahí, pero la luz nos favorece a todos.
Cierto es que el amor se resiste y Sergio quería pintarlo por todas las paredes, gritarlo a susurros, compartirlo con una complicidad única. Pero si aún no ha llegado será porque espera en algún rincón, haciendo números y cogiendo fuerzas para comenzar una historia que érase una vez de cuento. Cada vez vivo con menos ansiedad este vacío de latidos. En mi lenguaje emocional eso se llama madurez. Antes anhelaba ese nosotros, tanto que fagocité las opciones. Ahora no desespero, disfruto de esta soledad bien compartida. Porque soy un ser afortunado, tan bien rodeado, que cualquier ocasión es buena para reconocerlo. Sumo muchos enteros con personas especiales, de esas que sé puedo esperar lo mejor. Podrá haber silencios, pero nunca incomprensión. La historia está para rellenarla de párrafos imperfectos y es ahí donde, juntos, entramos en acción. Palabras que nos hacen, dando sentido al contexto que compartimos. Familia y amigos, entes maravillosos que aceptan mi surrealismo. Sin ellos mi yo no tendría construcción posible. Te veo bien, me decían algunos hace unos días. Y no sé si llevan razón, porque no sabría responder a la pregunta ¿estás bien? O sí, pero no sé si sería justo al contestar. Y es que esa injusticia con uno mismo marca y mucho. Se arrastra, padece e impide sentir, en todo la amplitud del verbo. Sólo sé que quiero limpiar mis gafas y seguir contemplando este mundo, con ganas de crear, crecer y convencer de que se puede. Que la oscuridad está ahí, pero la luz nos favorece a todos.
domingo, junio 28, 2015
Mi cama es mía
Hoy para muchos es un día más, vacío de contenido. Para
otros tantos este domingo es todo un símbolo, la expresión máxima de la
libertad robada, silenciada, dormida… Y es que cada 28 de Junio, hace ya unos
cuantos años, se celebra el Día del Orgullo LGTB (lésbico-gay-transexual-bisexual).
Una fecha en el calendario y mucho más, el emblema para millones de personas en
el mundo, víctimas, en su mayoría, de intolerancia, desprecio, rechazos varios…
¿Y todo por qué? Ni más ni menos que por querer diferente, a su manera, rompiendo
con lo establecido. Pero, ¿quién dicta qué es normal y qué no? Cuando uno gana
en años y canas no asume tanta sinrazón y se carga de argumentos frente a los
obtusos de mente plana. Pero, cuando se despierta a esos sentimientos a la
contra se sufre. Y mucho. El pesar de la incomprensión, los miedos infinitos a
sufrir la bofetada (real o no) de los tuyos, la necesidad de buscar escondites
y susurros temerosos. No es fácil transmitir toda esa suma de malestar. Por
suerte, los tiempos han ido a mejor. Hoy se habla más de homosexualidad,
existen referentes públicos, ídolos reafirmados y aplaudidos por su valentía de
visibilidad. Sin armarios, sólo con vestidores abiertos al querer, a cada
latido de libertad. En España la conquista del matrimonio igualitario fue un
antes y un después. Esta semana celebramos el #LoveWins de EE.UU. y serán
muchas parejas las que articulen el ‘Sí, Quiero’ con todas las de la ley. Pero,
¿qué pasa cuando ya no están los focos? Cuando los titulares pasan de fecha y
las banderas se guardan en el cajón de las reivindicaciones. Pues, ni más ni
menos, que la realidad impone aún demasiados ejercicios de negación, insultos,
golpes, despidos injustificados, miradas de desaprobación, familias rotas,
lágrimas sin consuelo… Eso me encoge el corazón, porque nadie tiene derecho a
negar un sentimiento, tan personal e intransferible. Quien ocupe mi cama es
sólo asunto mío. ¿Por qué he de pagar los platos rotos del egoísmo de otros?
Nadie tiene que imponer modelos de vida, hagamos del respeto un valor social en
mayúsculas. Sólo entonces podremos darnos la mano y besos espontáneos sin mirar
atrás, con ese nudo en el estómago que no es el del amor, sino el del pavor. A
que te hostien por ser tú. El día que no tengamos más que celebrar que el hecho
de vivir, como si fuera poco, entonces, cuando no importe quién alegre tus despertares
ni quién llene tu whatsapp de mensajes para enmarcar, sólo entonces habremos
terminado de conquistar la capacidad de ser nosotros mismos. Esa que algún día
un acomplejado reprimido e incapaz de asumirse nos robó.
domingo, junio 21, 2015
La matemática perfecta
Ayer no ejercí de profesional, sólo de amigo emocionado, que no pudo evitar los nervios al compartir este texto que nacía desde el corazón. Fue un día inolvidable. Feliz Amor, Laura&Javi | Fotografía: Okland, 100% recomendables, fotones con personalidad
Hoy no hablaré de ecuaciones, derivadas, ni mucho menos
integrales. Pero sí de matemáticas. Las de del amor. Esas que el destino impone
en suma perfecta. El mercado de las emociones está fatal, pero, afortunadamente
no para todos. El ejemplo, tan bien emparejado, se viste hoy de gala. Una,
encantadora, talentosa, divertida, cariñosa...
Otro, lo mismo en adjetivo masculino. No, no es un cuento. Tampoco un
problema... Lo llamaremos historia. La vuestra. Dos que se encuentran y se
piensan. Miradas, complicidad, palabras para recordar, sonrisas tontas...
Enamorarse a poquitos, coleccionando momentos y los primeros nosotros. Esos que
ya se susurran y generan una electricidad libre de impuestos. Sin prisa, pero
sin pausa, conquistando a dos la realidad, y sabiendo, cada día, que no habría
un mañana sin despertares juntos. Acabarse las frases fue sólo el inicio de
saberse el uno para el otro. Incluso argumentos inverosímiles, de ficción, se
guionizaron solos, brotando espontáneos y con la réplica precisa. Compartiendo
aire, gastronomía del querer, sueños entre almohadas y bocanadas de calendario.
Así se ejercita el cariño. Un día en el campo de juego, otro en la carretera, a
zancadas. Pero siempre juntos. ¿Falta algo? Sí. Algún maullido cómplice y los
pasos firmes, de la mano, con el corazón acompasado... hasta llegar a palacio.
Y aquí estamos, quienes os queremos y hemos asistido a esta película que
amenaza con sagas infinitas, celebrando que quererse es mucho más que un
compromiso. Es una necesidad de piel con piel. Es ahí donde se formula la
matemática perfecta que os hace únicos, el uno más el otro, igual a vosotros.
Una operación mágica, donde el resultado se reformula, una y otra vez. Porque
sois protagonistas indisolubles de este amor incalculable.
martes, junio 09, 2015
Irrepetible Zerolo
Hay personas de paso y muy pocas de peso. Pero, sin duda, él
tenía una misión que cumplió con creces. Dignificar la libertad, luchar sin
descanso por el amor sin barreras, sin prejuicios. Hoy nos hemos levantado con
la triste noticia del fallecimiento de Pedro Zerolo. Un hombre que nos deja muy
vacíos, porque su ejemplo de ciudadano íntegro, luchador, dialogante, capaz no
encuentra sustituto posible. Tuve ocasión de conocerlo hace unos años, en las
distancias cortas de la palabra. Aquella no fue una entrevista, sí una charla
cercana en la que sus ojos inquietos y sus manos en idas y venidas lo contaban
todo. Eran su carta de presentación. Hablamos de muchas cosas, pero nunca
olvidaré su gratitud. Quería ser escuchado y no se cansaba de articular, una y
otra vez, aquellos derechos robados que tanta sangre, sudor y lágrimas le
habían causado. Por suerte, pudo ver y vivir un país más decente, igualitario y
social. Trabajó tanto porque así fuera. No necesitaba más bandera que él mismo.
Nombre y apellidos que fue la suma de un todo. Un símbolo. Su partido no se lo
puso fácil, pero no cejó en sus empeños, y jamás se rindió ante los misiles de
intolerancia ni el verbo pacato de los neandertales de la moral cerrada. Esos
que torpedearon siempre, y lo siguen haciendo, víctimas de sus miedos. Él si
los tenía se los callaba, porque sólo quería un mundo mejor. Y lo era, hasta
que se cruzó en su camino la palabra maldita. La misma que le consumió, pero no
le hizo pequeño, ni calló su voz. Gracias, Pedro, por tanto. Fuiste un ejemplo
único, un político sin más cartera que la dignidad. El arcoíris llora tu
ausencia, pero allá donde estés volverás a demostrar quién eres y cómo, con
personalidad, uno deja un legado irrepetible.
viernes, mayo 22, 2015
Archivo propio
Prefiero no revisitar mis palabras. Me llevaría más de un
susto y tendría que asumir una incoherencia tras otra. Y es que los días
impulsan ideas y filosofía por teclear, que con el tiempo resulta poco
asumible. Siempre he defendido que quería ser mayor. Muy mayor. Con la idea de
vida estable que la realidad niega. Tampoco confío en los repeinados y maquilladas
de campaña. Érase una vez carne de botar (con b intencionada). En este momento,
envidio que mi hermana empiece, en breve, una etapa única y estimulante como es
la universitaria. Me cambiaría por ella sin pensarlo. Volvería a estudiar
Comunicación y repetiría algunos errores. Sólo algunos, porque otros los
borraría con fruición. Me replantearía decisiones, cuestionaría muchas
relaciones, rebajaría determinadas pasiones y, todo ello, sin perder mi
esencia. Si es que la tengo… Estoy en un momento raro, así en general. Dudo de
dónde vengo y más hacia dónde me encamino. Sin tener nada claro, salvo una
cosa, que me gustaría alcanzar un poso de tranquilidad que mis días no tienen.
Me frustro por nada, me machaco sin remedio, balanceo entre el bien y el mal,
vaciando la casilla de la confianza. Muchos argumentos se pierden por el camino
viendo surrealismos, sufriendo gestiones pésimas, aceptando estercoleros para
pagar facturas. La luz se aleja y el ánimo mengua. Nos imponen quedarnos en lo
superficial y mirar hacia otro lado, para negar las consecuencias patéticas de
quienes han decidido peor. Y sí, tan pronto me siento víctima como decido
airear la capa de superhéroe. La misma que me llevo a parar y contemplarlo todo
desde lo alto de mi rascacielos personal. Esa que me enseñó a desplegar otra
campeona, diosa de las palabras y las miradas cómplices. Ella me esperaba al
otro lado de la mesa, donde hasta el mayor imposible era posible. El tiempo
solidifica recuerdos, al tiempo que convierte las sensaciones en material de
archivo. La pena es que no pueden desempolvarse así como así. Porque me
encantaría recuperar unas cuantas y deshacerme de tanta tontería.
martes, mayo 05, 2015
De Jesús a Hermida
Ayer las palabras, las mismas en las que se recreaba, se
quedaron en shock. Se marchaba el maestro de contar historias, el gran
prestidigitador de la realidad. Se iba Jesús Hermana y con él, una parte
fundamental de la historia de la televisión en España. Quienes amamos este
medio nos quedábamos huérfanos hace tiempo, desde que su pelazo entupetado
abandonara la pequeña pantalla. Pero ahora, al saber de su marcha, el vacío se deshacía
en titulares. Su genialidad era homenajeada por tantos compañeros, muchos de
ellos su auténtico legado profesional. Porque fueron cien por cien obra suya.
Hablo de las chicas y los chicos Hermida, cuyos nombres y apellidos sobran en
este texto, pues nos viene a la cabeza su foto de familia, sus especiales con
las mejores galas… Hubiera dado tanto por aprender a su lado y llenarme hoy la
boca diciendo ¡gracias, maestro! Pero he reconocer que aprender, aprendí, desde
bien pequeño postrado frente al televisor, empapándome de sus modos de hacer,
de su espectáculo de lo cotidiano, de su grandilocuencia bien entendida. Ese
cabecear, esas frases extendidas con genial hilaridad. Conseguía hipnotizar con
aquello que transmitía. Trajo a España los grandes formatos matinales, auténticos
shows, donde todo cabía en perfecto equilibrio. ¡Y en directo…! ¡Ay, el
directo! Cuando la vida me puso la oportunidad de hacer tele, salvando las
distancias, me inspiró lo mucho que había captado de su esencia. Magazine, qué
gran palabra, tan denostada por muchos y valientemente defendida por su
capacidad de comunicador innato. Nos hizo viajar a la Luna, sacó los colores a
personajes de la Historia, demostró que el Periodismo se podía escribir en
mayúsculas. Sin despeinarse cuando tenía que sacar a relucir su cara B, la de
showman, que lo mismo montaba un teatrillo que cantaba a su manera. Quienes hoy
ocupan los grandes medios, en realidad, quienes hoy ocupan los despachos de los
grandes medios (y otros tantos pequeños) bien debían aprender de un hombre
íntegro, profesional, capaz, decidido, innovador… Pues quienes vamos a su
compás arrastramos sus miserias y no entendemos que nuestro sueño de contar
historias, el que tan bien cumplió Jesús, se desinfle. Nos merecemos más
ejemplos como él, atrapando a las cámaras y a los televidentes, amigos en la
distancia. Se coló en nuestras casas tantas veces, hasta convertirse en casi uno
más que, al decir adiós, se dice, se cuenta, se rumorea que se te echará mucho
de menos, Jesús.
viernes, abril 17, 2015
Adiós, contigo
El sinsentido se llama tú. Desde
que apareciste con esa media mirada, esa media sonrisa, ese medio querer… supe
de mi condena, pero quise convencerme de mi seguro contra terroristas del corazón.
Callabas, observando a todos, pero entreteniéndote en mi enganche. Era incapaz
de apartarme de ti. El más mínimo roce con tu piel era suficiente para
alimentar mi fantasía. Nos veía lejos. Felices. Plenos. Ajenos a tanto.
Ausentes de todos. Nos terminábamos las frases como en un juego iniciático de
enamorados, en ebullición y construyendo su dos en uno. Necesitaba esos
pequeños momentos, entre el grupo, pero saltando el espacio/tiempo para
susurrarnos nadas que decían infinitos. Presumías de madurez y despertabas mi necesidad
de protección. Te habrían contado mis taras, pues parafraseabas cada remedio
eficaz. Mi estructura de vida se ponía a tus pies por momentos. Mi salvador. El
destino hecho media pieza de fruta amorosa, fresca, vigorosa. Desaparecían las
dudas, las contradicciones, el caparazón histórico. Iluminabas cada paso que a
dúo se antojaba una polisemia rica, vibrante y sabrosa. Como imaginaba tus
labios. Tan rítmicos e insinuantes, cómplices y socarrones. Conseguiste que mi cabeza
desacompasara con los latidos cardiacos. Locos y en fulgor de ti. Escribiste
emociones nuevas que no sabría trasladar a palabras. Era tanto y tan genial lo
que en mi provocabas que lo nunca imaginé es que fueras preso del miedo. Que te
replegaras y escondieras bajo esa careta. Acopocado, incauto, desdibujado
frente a mi verdad, que era la tuya. Mi discurso menguaba tu fuerza. No era
consciente de que fueras a reaccionar así. Me hubiera tirado a la piscina sin
agua, por ti no habría reto imposible. Pero si lo hice fue en respuesta a esas
señales, esas pistas que dosificabas para alimentar mi ansia. No eran
imaginaciones mías. ¿Sabes? Se acabó el pensar que eras mi antídoto frente a la
infelicidad. Digo adiós a malgastar energías ni mi tiempo contigo. Porque el
contigo ha mutado en conmigo por siempre jamás.
¿Qué tendrá el desamor que tanto inspira? Estas palabras no tienen
dueñ@, ni fecha en el calendario. Sí múltiples protagonistas de
testimonio compartido, ¿no es cierto?
lunes, marzo 23, 2015
Pisa Moreno, pisa con caspa
Quien me conozca sabrá de mi
total enganche televisivo. Un medio que conozco y defiendo con pasión. Siempre
que su base sea la del talento, una suma de profesionales cualificados y
entregados a crear un producto de calidad. Así debiera ser con todo, no sólo en
el medio catódico. Pero cuando hablamos del ente público, lo que se presupone
ha de ser ley. Ahí está el dinero de nuestros impuestos construyendo una
parrilla de dudoso gusto. Hace tiempo que critico su pésima gestión, que se
traduce en audiencias nefastas. Dicen que el público consume sin juicio
crítico, pero hemos perdido la cuenta desde que la audiencia apagó indiscriminadamente La 1 y La
2. Si creíamos que con Mariló el mando había colmado el vaso, de repente,
retorna cual ave fénix el señor ventrílocuo de nombre JL y Moreno de rayo UVA.
Productor omnipresente y con un curriculum infinito, como el estercolero que
crea a cada paso. Su último hito es repetir, caspa mediante, esa bazofia de
programa de noche, donde el espectáculo rezuma de cabecera a despedida.
Espectáculo dantesco. Ahora han pasado la noche de fiesta por una alfombra roja
(irreal). Veinte personas de público dan buena cuenta del ir y venir de
artistas de verbena y presentadoras transparentosas. Comedietas machistas,
desfiles descontextualizados, humor grueso (esto no va por Charo Reina, creí
morir en su papel de asistenta bebida de más, por Dior). Una pena, así en
resumidas cuentas. Porque seguro que aspiran a alimentar a muchas familias de
este esperpento televisado, en vista de la cuadrilla de ‘actores’ y ‘colaboradores’, que no tenían nada mejor que hacer que maquillarse y microfonarse por la gracia
del Moreno de turno. Todo está inventado en la tele. O casi. Pero este invento
ya creíamos haberlo superado. Los sindicatos claman al cielo, lógico. Y yo me
pregunto, ¿antes de aprobar un programa no piden un piloto? De haberlo
mostrado, ¿sus conductoras irían de ursulinas y en el ‘falso’ directo mutaban a
cuerpos del delito? Sea como fuere, espero que la vida de este atentado al mal
gusto y la absurdez en caja tonta terminen pronto. En su lugar, las
universidades están llenas de chicas y chicos desbordantes de ilusión e
inocencia esperando a un directivo de televisión que apueste por sus ideas.
Recuerdo a unos muchachos que soñaban mucho y hasta en voz alta. Total, que
Antena 3 robó su idea de programa. Jajajaja. Y no, no fue el pérfido JL.
martes, marzo 03, 2015
Allen, la llave que quería ser otra
Ser una más, nunca. Una frase de
folclórica que era curioso se hubiese convertido en el mantra de vida de una
llave Allen. Estaba harta de criar polvo en el maletín de herramientas de turno
y esperar, sin pena ni gloria, que su dueño recurriera a ella para la chapuza
más insospechada. Ella aspiraba a más. Era adicta a los programas de Bricomanía
y se imaginaba salerosa en primer plano. Porque en manos del rudo presentador
se aseguraba la gloria entre el resto de sus hieráticas compañeras. Cada día le
resultaba más polvoriento en el garaje de Manolo. Así se llamaba su dueño, un
solterón que se había dedicado toda la vida a trabajar en una fábrica de
vidrios. Demasiado tiempo como para olvidarse de sus vicios, pensaba para sí la
llave con ínfulas de estrella. Por ella se hubiese casado con un tornillo XXL,
a más grande, más posibles. Pero pasaba tan desapercibida entre la multitud
cacharrera que su idílico matrimonio de postín no llegaba nunca. Guardaba para
sí sus fantasías, pues temía la tomaran por loca u oxidada. Bueno, decir eso
sería mentir. En una ocasión, se la ocurrió contar a las tuercas que antes de
ir a parar allí había protagonizado Cuéntame cómo lo monto yo, un documental
del handmade muy prestigioso. Ninguna creyó su relato de llave mediática, por
muchos detalles que acompañaran su batallita. Fue la comidilla durante un largo
tiempo. Por eso, en su hierro interno no podía dejar de imaginarse fuera de
aquella caja tan vieja, como poco glamourosa. Se esforzaba en pensar un plan
perfecto que la catapultara a la fama y dejara con la broca abierta a todas las
cotillas del lugar.
Fue un sábado, como de costumbre, que Manolo se afanó en
demostrar su cum laude en chapuzas. Esta vez debía montar un mueble para un
sobrino muy pesado, el típico que no sabe armar ni un mueble de Ikea con
instrucciones. Seleccionó a unas cuantas de la caja, las que intuitivamente
pensó que podía necesitar. Allen fue de las primeras. A su lado, un
destornillador encendió en ella una bombilla. Ni estaba como de costumbre, algo
se había hecho. ¿Una puesta a punto? ¿Un lavado de material? Parecía otro. Ella
no quería ser menos. Se prometió a sí misma que aquella sería la última
intervención como una herramienta del montón. Ella quería los focos sobre su
torneado cuerpo. Aquella noche no durmió, su plan no debía tener ningún cabo
suelto. Pensó que el único modo de alcanzar su propósito era siendo otra.
Diferente. Especial. Única. Otra. Inventándose una nueva vida, un pasado
glorioso lejos de Manolo, todo iría sobre ruedas. ¿Cómo lo conseguiría? Pensó
en darse de lado a lado del maletín, para provocarse curiosos abollones y
hendiduras, que la dieran un aspecto más moderno y dinámico. Sabía que las
demás eran de sueño profundo, así que si lo hacía en plena madrugada nadie se
daría cuenta. Se armó de valor y empezó el refrote impetuoso. A un lado y otro.
Una y otra vez. Notaba cómo, poco a poco, briznas de hierro caían de diferentes
zonas de todo su ser. Era como un lifting por las bravas. Estuvo así durante un
buen rato, hasta que se dio por satisfecha. Recogió los restos, que eran el
pasaporte a su futuro, y volvió a su hueco habitual como si nada. Intentó pegar
ojo, pero se veía como portada de las revistas de bricolaje, seleccionada por
McGyver como una de sus joyas de colección o protagonizando una campaña de El
Corte de Mangas... Se acumulaban sus visiones, el pasaporte al estrellato que
tanto (se decía) merecía. Pero hay veces que si deseas algo muy fuerte y
manipulas tu propio destino, la realidad golpea más fuerte. Tanto como para acabar
en la basura. Y es que ese fue el sitio que Manolo decidió se convirtiera en su
resort de vacaciones indefinidas. Al ver a la llave maltrecha y desgastada
pensó que ya era hora de jubilarla. Y de golpe y estercolero, se acabaron sus
aspiraciones faranduleras. Pobre llave Allen.
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