jueves, febrero 28, 2008

Crónica isleña: Y yo sigo aquí



Los imposibles se posibilitan. Y hasta mi isla llega el WiFi, arrasando más que un tornado. Desde aquí no diviso nada, de nada. Ni de nadie. Supongo que los islotes más cercanos sean en su distancia lejanos, pues mi horizonte les niega. No siempre la situación espacio-temporal o la circunstancia juegan a favor.
¿Qué me queda en esta isla elevada a la mínima potencia? Mis básicos de cabecera, los mismos que me hacen olvidar el infierno de esta soledad asfixiante. Qué sería de mí sin mi blue nano, el mismo que me musicaliza los pocos pasos en este terreno inhóspito. Pensando, pensando, sin música no podría vivir. Llegado un momento me acostumbraría, pero mis tímpanos reclaman sonoridad extrema, de esa que balancea el cuerpo y crea movimientos espasmódicos involuntarios. Una riqueza complementada con el poder de las palabras. Esas que en conjunción crean historias, mundos oníricos y hasta pasiones sin medida. Un libro es un arma de construcción masiva que siempre conviene tener empuñado. Sin olvidar mi ordenador, mi conexión máxima al más allá terrenal y vínculo último con los cromos de mi álbum social. Además, gracias a él repaso hitos de mis visiones en serie. Le toca el turno a cuatro mujeres y un fondo de armario. La necesaria Sexo en Nueva York lo es más entre esta arena escurridiza y frente a mares sin calma como testigo. Contexto versus ConSexo. Suma y sigue.
Aquí no importa que la barba se vuelva kilométrica ni que las ojeras se declaren en huelga y no muten en bondad facial. Tampoco es cuestión de dejadez, sólo que cuando falta el espejo la capacidad de autocrítica maqueadora queda cercenada. Y ante la falta de especímenes para el apareo o el coqueteo (cuando no cocoteo) las ganas de estar o ser presentable pasan a un segundo plano. Sólo queda el amor propio. Y la sensación de que la isla nunca será un refugio, sino un búnker entre la naturaleza con peligro de bombardeo emocional. Estoy pensando fletar desde la red una flota de vuelos baratos para asegurar la compañía. Una medida desesperada, pero hay que reaccionar y accionar cuando el riesgo de amargura es más que máximo.
Por mucho que algunos aspiren a a-islarse con el fin de perder más kilos que los que tiene Pizarro en su cuenta, el tópico es un bluff. Y es que hasta los pobres peces se dejan pescar, en un acto de apiadamiento sin igual. Porque cuando menos te lo espera surge una vianda revitalizante que tiene proteínas y vitaminas por un tubo, con esa frescura de lo inesperado. Sólo así, con algo que poder llevarse a la boca del estómago emocional, uno puede seguir aquí.
Recuerda, mi isla es la quinta por la izquierda.

miércoles, febrero 27, 2008

Paris, te necesito

Querida Paris. No quepo en mí de gozo al saber que buscas una nueva mejor amiga en un reality. Soy la candidata ideal, de verdad de la buena. Las dos somos tan ciclotímicas que nos autoasustamos y ambas sabemos de la importancia de una compañía destructiva mano a mano. Sé que Britney ni Lindsay ni mucho menos Nicole han sabido estar a tu altura. Las nuestras no son vidas simples ni lo pretendemos. Por eso ahora que estamos con novios de quita y pón y buscando nuestro hueco vital nos merecemos mutuamente.

Primero te contaré mi depción con mis mal llamadas amigas. Cada una en su peor estilo han demostrado que no son nada fabu y que su egocentrismo es más grande que el mío. Y por ahí sí que no paso. ¿Me entiendes? Y es que resulta que la Pitina se ha vuelto una snob. Se echó un novio albino y ahora se ha ido a vivir con él con la excusa de una beca mileurista que ya me dirás tú no le llegará ni para hacerse un retoque ni la manicura francesa. No es la única, lo de Loreta no tiene nombre. La muy barriobajera se ha echado un novio legionario y pretende acompañarle a todas sus expediciones. Quién la verá a ella con su petate de Prada. Bochornoso. Pero es que Cuca va a casarse en Ibiza y ha decidido no invitarme -¿a mí?- porque a su enlace sólo van a asistir hippies trasnochados. A mí ese plan no me pone nada, como comprenderás, pero básicamente quería ir para cotillear, montar escándalo -había pensado imitar tu numerazo streaper en la copa de champán- y, de paso, ligarme a uno de esos bohemios que dicen son fieras horizontales. Ella se lo pierde.

Y suma y sigue con el despropósito de MariPili que se ha quedado embarazada y de gemelos. Piensa rendir un homenaje a los Agag-Aznar y llamarles como tales por sus nombres de pila. Sin comentarios. Las copias sólo de bolsos y no todas. Y flipante que Anaélica se haya olvidado de mi trasero de animadora desde que descubriera los placeres de la bollería fina y opte a una carrera de ejecutiva con momentos kit kat con la secretaria. Insólito. Aunque irritante es la actitud de Enemérita. Siempre quiere llevar la razón en todo y el otro día discutimos sobre la última colección de D&G. Para mí están estancados y ella piensa que son el lujo renovado. Casi nos peleamos como unas gatas en celo -y eso que ella tiene novio fijo- y no he vuelto a saber nada de sus ella ni sus modelitos. Y de Lucilinda mejor ni te hablo, desde que ha descubierto que es multiorgánica y orgásmica sólo quiere saber de musculocos chupópteros. Y a las amigas ni agua de rosas. Como comprenderás con semejante panorama me siento más sola que la una y la dos juntas. Y no pienso mendigar el cariño ni la videollamada de nadie. Porque yo lo valgo y mis pestañas kilométricas, más.

Mis valores como nueva mejor amiga son innumerables. Destacaría mi desvarío y mi actitud de noria vital. En eso somos gemelas, ¿cierto? Soy amante de la alfombra roja como tú, de la excesividad en exceso, de los hombres tipo clinex, del maquillaje con banana como aliado, de las poses impostadas como actitud vital, disfruto del derroche y vivo instalada en la tendencia. Incluso a veces la piso o la creo. Soy tú pero en española. Y recuerda que las latinas damos mucho juego en Hollywood. Por todo eso y por mucho más, querida Paris te digo con orgullo y satisfacción que soy la mejor nueva amiga que puedes echarte. Conmigo la fiesta, la risa y el glamour están en garantía infinita. Sólo me queda decirte un hasta luego, bonita. Nos vemos en la sesión de presentación.

Luces, cámara: ¡petardeo!
Este relato es pura ficción. Cualquier parecido con la realidad es meramente confuso y producto de una tecla adictiva. Gracias.

martes, febrero 26, 2008

Soy un planeta



Quizá fuese la excesividad incontrolada de la guionista y ex-streaper Diablo Cody o las semicríticas fundadas las que me desplazaron hasta el cine. El objetivo: Juno. Y el balance, sobresaliente. Qué gran crítica social. Cómo se puede ser incisivo con sensibilidad. Aún podemos creer que otro cine es posible, ése que juega con la realidad más cruda y balancea entre genialidades hechas frases demoledoras. Aplausos sin fin para la protagonista, Ellen Page, que construye un personaje más que rico, en el que la impulsividad le confiere una personalidad especial. Total, todo un planeta más allá de tripas a destiempo, porque es más lógico enamorarse de primeras que reproducirse... Sin palabras, sin risas enlatadas... De Óscar, por mucho que el domingo no obtuviera los réditos merecidos. Pero el plantel era de lujo y hacerse un hueco siempre resulta meritorio. Suficiente será con llegar al corazón de espectadores necesitados de historias que transportan a mundos ajenos pero sin ñoñerías ni edulcorantes impostados. ¿Qué más se puede decir?
Diré más. Fue la tristeza la que me condujo a la sala. Cuando la circunstancia te lleva a vivir en tiempos revueltos, hay que sacar la cabeza y dejarse empapar por una lluvia oxigenante. Mis huellas húmedas eran cómplices de la amargura interna que me acompaña del brazo y que no consume palomitas ni refresco hipercalórico. Y cuando uno se malacostumbra a verse en conjunción la vida a lo simple, sin feedback, pasa a ser agónica. Pero uno tiene que asumirse y saber que las vacas flacas son material sensible y digno de la mochila de los sentimientos contrapuestos. Quizá nunca hubiera escrito un guión así para este protagonista, cansado de todo y sin un rumbo definido. Ni la incertidumbre consuela. La misma que aún conservan esos octogenarios que ahora campan a sus anchas hasta en los bancos de los centros comerciales. Han cambiado las obras por las bolsas de ida y vuelta. Ellos sí son un ejemplo, pero ni por esas acabo de empaparme de las lecciones de vida que se depositan ante mis ojos. Quizá sea la injuscia propia, el sentimiento de incompresión personal y la falta de luces. Autoevaluarse siempre resulta complejo, más en tiempos de lágrimas en soledad, sin paños cercanos. Los planetas son (somos) así.

lunes, febrero 25, 2008

No es país para (semi)suecas



Uno más uno no siempre son dos. Juntos vamos más allá de nosotros mismos. De nuestros pasos, proyectos, recuerdos, sensibilidades y sensaciones. El tiempo y la circunstancia unen para bien y, en ocasiones, paren siameses con sentido doble sin perder el propio. Así siempre sabemos reconocernos en nuestras virtudes y defectos, en nuestras bondades y maldades, en la fortaleza y la flaqueza, en el subidón y la caída... Unas duplas dicotómicas que refuerzan una amistad sin exigencias pero sí con concesiones. Unas idas y vueltas sobre dos epicentros más que humanos. Cuando la vida te regala momentos en comandita, de esos que por sí mismos son imborrables, el vínculo íntimo jamás se pierde. No habrá vuelos baratos, ni becas mayúsculas, ni focos desenfocados ni amoríos de látido rápido que puedan cortar de raíz una planta a dúo.
Hoy no está a mi lado. Sus ojos escrutadores ya no me pertenecen en la cercanía. Su sonrisa soñadora repica en mi mente pero sin sonido estéreo. Esas palabras con sorna quedarán relegadas a lo virtual. Las conversaciones de enjundia o de frivolidades se ceñirán a correos en red. Los paseos mano a mano quedarán cojos sin su cercana compañía. Los viajes interiores serán menos sin sus ánimos y su complicidad sin dobleces. Los cafés infinitos se tornarán en solitarios. Las llamadas perderán la espotaneidad de sus conversaciones. El no parar de sentimientos de pérdida se mezcla en mi mente. Aunque como bien recuerda el hasta luego no es más que optismo. Ella abre una ventana con aire frío pero del bueno, el que no derrite. En la distancia seguirá siendo lo mejor de sí misma. Única. Capaz de todo (lo mejor). El tiempo estirará o no el chicle de su ausencia y devolverá latidos a un corazón congelado.

Siempre tuyo, SemiSueca. Amiga irredenta. Siamesa ya en la sombra. Sólo me queda dedicarte un supino hasta pronto.

domingo, febrero 24, 2008

Adiós, armario, adiós

Hoy salí del armario teatralmente. El otro contexto, el vital, quedó atrás. Casi ni recuerdo cómo fue todo. Miento. En realidad, sí. Más que nada porque uno no vive una salida única y solventa la situación para bien o para mal. No. Hay más de un escape o desarmarización con lo que uno nunca sabe dónde empezó todo y menos cómo acabará. Es una sensación rara, que casi supone la necesidad de dar explicaciones. Por fortuna cada vez es un paso menos sustancial, porque nadie se define. Ni ganas. En mi casa fue una salida epistolar a deshora. Con lloros incluidos. Con amigos fue a base de charlas sin moralina y sí mucha comprensión. Con algunos dado el contexto entre iguales o casi sobraban las palabas (¿Recuerdas, Miss?). Y el tiempo tampoco me llevó a muchas más necesidades aclaratorias. Quizá en los confusos comienzos universitarios, pero uno es uno y su mismidad y no puede renegar de un rasgo propio a prueba de roperos ventilados.

Lo del teatro es otro cantar. Y es que la obra 'Salir del armario' resulta una perversión del concepto original. De otro modo no se entiende que un heterosexual se haga pasar por homo con la excusa de mantener un empleo. En ocasiones el humor no sostiene cualquier argumento. Aquí podía haber gracietas, pero respondían más bien al humor grueso de chiste mariquita mala que tanto daño ha hecho el colectivo lgtb en su visibilidad e integración real en la sociedad. Vaya que el armario no era tal, sólo una broma llevada al extremo, el mismo que genera confusión en un entorno que de la represión pasa al cuasi libertinaje incomprensible. En definitiva una mezcolanza de difícil digestión que ni el antaño señor Cuesta (José Luis Gil) es capaz de justificar. Su interpretación de un hombre anodino al que la gaydad de pega le convierte en ejemplar en la cresta de la ola es más que notable. No así el elenco de acompañamiento que desmerece al titular. Sí es digna de aplausos la escenografía de cambios dinámicos que en su sencillez lograba su magnificencia. Pero más allá de detallismos, siempre es terapéutico dejarse llevar por el teatro y su fuerza al natural. Si encima el texto recrea pasajes algo propios y actuales, el balance no es positivo, sino lo siguiente.

Y retomando la desarmarización, quiero aplaudir el gesto de la vice De la Vega que ¡por fin! responde a su supuesta y rumoreada homosexualidad. Un no a tiempo parece que zanjará cualquier maldad inoportuna. Es encomiable que vaya de cara no como otros tantos enemigos de lo político que se refugian en esferas de morbosidad interna realidades que niegan en la legislación. Hipocresía que va más allá de las sotanas. ¡Cuántos armarios apolillados! Benditos sean.

sábado, febrero 23, 2008

La noche no es para mí



Confirmado. Una vez más recurro al himno de la movida para asimilar la realidad de mi ostracismo nocturno. Algo propio y sustentado más allá de la setatización vital que me acompaña. Y es que hace tiempo, demasiado tiempo, que las noches perdieron su encanto. Que los brillos brillaron por su ausencia. Que las gentes se convirtieron en humanoides informes. Que el ritmo se ralentizó. Que las sensaciones súbitas quedaron en leves espasmos. Que nada colmaba un gusto indeciso, escrutador e informe. La suma de circunstancias elevadas a la mínima gana. El nadismo condensado con la luna como testiga silente. Y cuando el cuerpo no pide marcha dársela es una solución de efectos defectuosos.

Por mucho que lo intente, prefiero el bakalao desmigado que servido en chunda-chunda. Soy amante de los platós y no de los platos sonoríficos de dj's dejados de sí mismos. Digo sí a un buen disco y no a una disco masificada y cargada de glándulas sudoríparas en acción. Bebo los vientos por mis pasiones introspectivas y no vasos alcohilizados vía garrafón. Prefiero ligar palabras sin sentido que lanzarme a la piscina del ligoteo de si te he visto no me acuerdo. Opto por visiones en sueño que por visiones surrealista de juventudes inmundas de conceptos dudosos. Bailo sin fama mejor que entre codazos y pisotones sin disculpas. Soy un aburrido, un vejestorio prematuro o simpletemente un desganado de la vida. Pero, en realidad, defiendo el concepto de no ganado, de la invidualidad como conceptualizadora del gusto propio. Los patrones son necesarios para nuestros ropajes pero no en nuestra sociedad. Cada cual debe coser sus contextos. Y no todos queremos ser murciélagos de la vida.

Aún así, en ocasiones, veo noches diferentes, divertidas y válidas. Siempre desde un modelo de lo no común. Nadie tiene que programar la diversión y menos caer en la alienación sin rechistes. Por eso dotarse de una noche entre amigos, sonrisas deslagrimizadas, con cena como excusa y despedida como telón de fondo. Con kilocalorías de ingesta rápida. Conversaciones de dobles y dobleces. Sesiones fotográficas de madrugada entre la urbanidad simpática. Entre pasos vacíos de silencios. Ésa sí es mi noche. No otra.

jueves, febrero 21, 2008

Prototipas: Jennys, Chonis o poligoneras



No es mi ánimo ejercer de hijo de fruta de la tecla. No, porque daría más motivo a quienes defienden mi maldad como rasgo máximo. Pero sí quiero alentar mi mordacidad y esas visiones un tanto envenenadas que han podido caracterizarme. Y no puedo por menos que semblar a ese colectivo de mujeres exaltadas de sí mismas y de apelativo múltiple. Para unos son chonis. Otros las nomenclalizan como Jennys cuando no Juanis (con película ad hoc). Muchos las inscriben como poligoneras en toda su dimensión. Pero más allá de su identificación, se trata de una tribu urbana que explota las peores maneras estilísticas, lingüísticas y cívicas. Un cócktel explosivo que se encarna en estas jóvenes que por sí mismas han creado una tendencia de échate a correr que traspasa convenciones y se enraiza en el sentir popular con ánimo de incomprensión.
Para acercarse al fenómeno hay que chequear sus looks. Son amantes del joyerío en oro puro de dimensión extremada y visibilidad máxima. En ellas más es más. Destacan los pendientes no de arete sino de arazo. Propios para el salto del tigre. Sus ropas son muy chandaleras, plasticosas y viscosas. Siempre en tallas inferiores a la propia, con exhibición incontrolada de chichas, mollejas y demás carnes magras al peso. Cuando pretenden una imagen de etiqueta apuestan por cinturones anchos para el lucimiento del muslamen sin inhibición. Podrán calzar unas deportivas tipo mazacote o unos tacones desprestigiados. Por su maquillaje las conocerás, pues hacen acopio de todo a chino para remarcar sus rasgos con rayas que en un descuido pueden confundir en la noche loca. Sus labios no conocen márgenes ni comisuras con tal de provocar y evocar a divas de tanga de quita y pón. Un cuadro abstracto que se afanan en desperfeccionar con amalgamas supinas en rastrillos y ventas al chabacanismo...

Sus encuadres o contextos pueden ser varios. Algunas se camuflan en trabajos de esteticista o comercial de nuevo cuño, pero la mayoría sigue a la sopa boba dando el cante y el latazo en institutos varios. Espacios en los que suelen entrar en confrontación por un macho que llevarse a la boca o al asiento trasero. Y es que los coches les dan mucho juego, como segundo hogar. Customizado en el caso de tener un novio o rollo tunning, de esos que compran accesorios grotescos con las iniciales de la pareja bordadas para bochorno general. También son comunes en transportes públicos para desaliento de los sufridos compañeros de viaje. Allí dan rienda suelta a sus bajas pasiones barriobajeras y a voz en grito se retratran. Eso sí no juegan al mejor politono en pos de una discoteca móvil sin go-gós.

Las patadas cual burradas al diccionario se integran en su locuacidad. De la que se valen para destacar sin mérito ni solicitud. Y es que una conversación reflexiva con estas ejemplares de la indignidad femenina es una utopía. Son ladies de lo chabacane, de la expresividad embrutecida y el insulto como muletilla vital. Lo siento por ellas pero son unas cutras.

Un cúmulo de despropósitos hechos personas que se reproducen por esporas choniles entre contextos de choque. Todos merecemos una segunda oportunidad y seguro que ellas saben mutarse a tiempo, porque miedo me da pensar que en el futuro los asilos sean territorio de ancianas sobrecargadas y con el malgusto por bandera.

Siempre he confiado en la reconversión de los desconocidos.

miércoles, febrero 20, 2008

Soledad, a secas



Con toda la dureza y crudeza que envuelve esa palabra. Que por muy abstracta todos podemos contextualizar en el terreno de la realidad injusta, indeseada e indebida. Pero cuando la soledad te atrapa es tarde para escapar y más vale asumir la situación con un duelo interno. Sólo entonces podrá girar el sentido del solitario, cuando desde su aceptación -en todos los casos, voluntarios o no- ponga los medios necesarios para abandonar la soledad o enclaustrarse en su dimensión etérea.
Hoy me doté de una soledad con sentido, para sobrellevar mejor la asqueante y dolorosa. La que te posee sin previo aviso y que ni entiende de mendicidades ajenas ni actos de bondad impostada. Por eso el anclaje, el hundimiento incontrolado merece de un punto de fuga, más propio de giro, que propicie el salto a la superficie real. Por muy individualizada y deshumanizada que ésta sea. Mi opción fue el callejeo musicializado, el paseo cuasideportivo y un cine de pequeñas palabras y grandes gestos. Mi elección fue 'Asuntos privados en lugares públicos', una degustable producción francesa que transita por estos caminos de soledades heterogéneas pero soledades al fin y al cabo. Unos personajes sentidos luchan a gritos silenciosos por abandonar sus estadios catatónicos de quietud personal. Lo harán con movimientos de fichas lentos y cuestionables, aunque la justificación se sostiene en la necesidad intrínseca de decir adiós a su angustia. Tratan de superar su anclaje emocional pero sin necesidad de espectacularizar sus deseos más íntimos. El resultado final es una revisión del costumbrismo emotivo, de corazones solitarios que rutinizados reclaman un pálpito, una pasión de reenganche a la vida.
Sentado en la butaca quería mover los hilos para que las causalidades fueran casualidades y que el ritmo de los personajes no se atemperara más, sino que evolucionara sin freno. Era como asistir a una ceremonia de lo personal inserto en unos seres desconocidos que cumplen parámetros de tu vida que tú mismo detestas y deseas dejar atrás. Pero la utopía no estaba guionizada y la fantasía se quedó en una mera puesta en escena de fantasmas propios sin cazador. Y la frustración se cristaliza y el malestar no pasa por el colador de los sentimientos. Todo para que la rueda agrande la bola y se precipite al vacío. Y de ahí a quedarse vacío hay un paso. O dos.

martes, febrero 19, 2008

¡Todos somos Caritina!



Ya es hora de lanzar una verdadera campaña de apoyo real a Caritina Lapique. Quizá los profanos del corazón desconozcan la existencia de esta mujer, hija de Carlos Goyanes y Cari Lapique, que ha sufrido un ostracismo familiar y famosil sin parangón. Pocos recuerdan que en la historia mediática se haya negado tanto a una persona como a Caritina, que a decir verdad tiene un apodo poco propio a su índice de masa corporal. Pensando sólo me viene a la cabeza el maltrato que sufrió la llamada 'fea de las TESS', un trío de jóvenas que musicalizaba aquella serie antológica de nombre 'Al Salir de Clase'. Pues bien, la pobre aspirante a estrella siempre era obligada a tapar su cara de no ángel con una mata de pelo. Amén de ser la última en cada coreografía. Motivo más que suficiente para paralelizar su historia a la de Caritina, siempre relegada en los photocalls y presentaciones de copa y copete. Ni siquiera piensan en ella para ser fondo humanoide en los mitines populares de exaltación de los valores gavioteros. Un cúmulo de sinrazones injustas para una mujer que no aspira a florero, descontextualizándose del papel de una madre y una hermana más artificiales que los ramos de venta en chinos.
Pero más allá del humor grueso, dos ejemplos de chicas mediáticas ancladas en cuartos planos por sus no atributos sirva de reivindicación de la desigualdad, el eclecticismo, la variedad personal, física y de elección. Los patrones cortados y malgastados con el tiempo merecen de aperturismo sin límite de formas, actitudes ni credenciales. Pocos podrán decir que alguna vez en su vida no han sido marginados. No importa la razón, pero la marginación o el rechazo quedan grabados en el álbum no nostálgico de los recuerdos propios de goma de borrar. La utopía es sólo eso, pero las realidades de muros de incomprensión y discriminación son alargadas, dolorosas y inexplicables. Porque quizá Caritina se haya asumido con el dinero como bastión, pero la 'fea de las TESS' canta en karaokes regionales con la angustia por bandera. Son suposiciones. Otros marginados, excluidos y maltratados no pueden contar ni reírse de sus historias. Y eso sí que es triste.

lunes, febrero 18, 2008

Un camino, de nombre éxito

Entre tanta amalgama de respuestas insuslsas a preguntas impertinentes, de vez en cuando aparece un oasis hecho frase. Bigas Luna ha dicho que 'El éxito es uno de los mejores caminos a la infelicidad'. Nada nuevo, sino todo lo contrario, pero que conviene recordar. Y es que este tema tan recurrente se hace visible a las primeras de cambio. El otro día me ocurrió al tener frente a mí a una persona supuestamente en la cima de su éxito pero con un vacío interior que traslucía sin necesidad de potentes focos. Hay vida más allá de supuestas grandezas que son menudencias. Cuando uno comete el error de rodearse de palmeros aumentaegos pero se aleja de la realidad acaba en una cúspide volátil. Más dura será la caída. Pero más allá del ejemplo, el tiempo siempre nos regala motivos para comprender que más allá de las metas, los sueños y la ambición (bien o mal entendida) está la verdad. Cuando la mentira, tan poderosa y atrayente, nos atrapa la vía de salida se antoja lejana. La espiral o el círculo vicioso conduce entonces a la incomprensión, a la negación propia y ajena y al consuelo de un materialismo deshumanizado.

Pero, a todo esto, ¿qué es el éxito? Es un supuesto tan abstracto como el de la felicidad. Se puede ambicionar o perpetrar el éxito laboral, personal, amoroso... Un cúmulo de bienestares en escala infinita otorgan la capacidad de saberse en ese estadio tan complejo, dada su delgada línea entre la realidad y su inversa. Una dicotomía de difícil digestión, pues uno nunca está preparado para el fracaso ni para el éxito rotundo, porque en esta sociedad nadie forma para asumir situaciones de tamaño desproporcionado y propiedad confusa. Quizá por ello unos se pasen de más en el juicio autocrítico y otros lo hagan de menos. Lo peor para ambos bandos es toparse con el muro de la realidad distorsionada. Un choque agonizante. Destructivo. Fatal.

Supongo que lo importante siempre sea esa utopía de mantener los pies en el suelo, la tierra o la baldosa importada de Suecia. Así, en el plano de la verdad absoluta y la propia comprensión uno puede caminar sin miedo a una bifurcación incorrecta. Una ruta impropia. Una pérdida de sentido. Sin brújula. Qué más da si uno llega a la meta exitosa o no. Lo verdaderamente importante es hacer un viaje vital sin máscaras, dobleces más que feas y trucos no mágicos, sí hipócritas.

Recorramos nuestro camino. El real. Mentiras, no. Gracias.

sábado, febrero 16, 2008

Un hijo (blog) más

Porque la televisión es más que un electrodoméstico. Es el punto de partida de mi nueva aventura blogera. Un proyecto retomado de otros tiempos en los que hacía de la crítica televisiva una de mis razones. Ahora quiero volver a tener un espacio propio donde opinar a mi modo de aquello que sea útil o inútil televisivamente hablando. Y es que no puedo evitar mis ganas fieras de poner en su sitio puntos sobre las íes de tonterías catódicos o colgar medallas a quien corresponda. Considerando que estos contextos tienen otro sentido lo mejor era abrir una vía independiente en la que hacer y deshacer. Sin más, invito a los aficionados a la caja tonta a dar sus opiniones y recomendaciones. Nadie nos escapamos al poder de la televisión. Lo importantes no caer en sus garras y con argumentos, maldades y dobles sentidos todo es posible. Si un diario no era suficiente, ahora me duplico. Anota:

La locura de la tecla. Disfruta de al doble ración. Pero procura no empacharte. Gracias. Nos leemos.

Y ya van TREINTA



El título de una buena obra de Ángel Llácer y de la cariñosa Marta Hazas me da pie a calcular que esta es la entrada número treinta en este nuevo diario. El ansia de la tecla, la dispersión de los momentos y la necesidad de contextos explican esta profusión de tonterías varias pasadas por la turmix blogerizante. Siento tanta digresión, paranoia, pataleta, petardismo, yoísmo condensado en párrafos insulsos, nostálgicos, emotivos o supinos. Gracias sin más por la presencia visible o no, por la confianza en este mirador con objetivo difuso. Atrápate por el contexto.
Aunque en el mejor de los casos será el contexto el que te aprisione. Hoy deduje que mi corazón es de globo, que mis entendederas amorosas están enquistadas y que el ritmo no tiene techo ni fecha en el calendario. Siempre es gustoso saber que en la nómina amistosa hay amistades con sentido artístico que con un estilismo barróco pero contemporáneo, unas sombras iluminamiradas y una actitud de buenrrollismo hecho música arrancan corazones, sonrisas y lágrimas interiores. Cuando una voz es incontestable y el sonido de una guitarra customizada transporta a viajes supramusicales la noche cobra más peso y se vuelve gatoparda. Y pensar que quien fue aprendiz crece con alas en el escenario emociona.
Como emoción se supone en los encuentros aplazados. Los mismos que uno planifica en esos otros inesperados en plena calle, cuando el compromiso de la situación obliga a citarse de aquella manera tan sui generis. Pero, de vez en cuando, la nebulosa encontradiza se materializa y una fecha con lucha y hora conducen al abismo del repaso vital. Una sensación semejante a ver un resumen completo de varias temporadas de tu serie favorita o secundaria, con lo que ello supone. Y lo que es peor, de espectador u oyente pasas a sujeto activo de la historia con el componente de pereza narradora. Pero el rizo sobre el rizo es cuando te das cuenta que tu vida no avanza y la del otro interlocutor ha dado un cambio radical que ni el programa basura del mismo nombre. Son los gajes de la película de nuestros días.
¡Feliz fin de semana! Haz lo que quieras o debieras, pero piensa en tu país y vota para Eurovisión. Con cabeza. Para más información, visite a SemiSueca.

viernes, febrero 15, 2008

Rebirth

Cuando los motivos marcan a fuego el calendario todo cambia. Desde el momento en que una fecha cobra un sentido especial pasa al colectivo de agenda oficiosa de lo bueno, lo malo y lo peor. Hoy varios motivos me hacen tener presente que la niña bonita es crucial en mi historial. Por eso quizá me haga estar hipersensible o más vulnerable. El tiempo no cura todas las heridas. Pero el show debe continuar y el camino siempre tiene nuevas etapas, retos y hasta piedras que sortear. Una tarea que se antoja tan apasionante como desmoralizante. El balance de la situación y un dafo oportuno quizá contribuyan a despejar la mente. Aunque hoy tuve 'el gran test' y puede comprabar que la agilidad no me abandona por mucho que me haya convertido en familiar de setas y derivados.

Pero las derivaciones me siguieron acompañando en un día en el que me estilicé cual flecha de cupido (en versión mútiple by Viktor&Rolf for H&M) para hablar de valentinadas varias. Aunque no tuve ninguna señal corazonera ni unos tejos bien lanzados, más allá de un coqueteo profesional (que no con un profesional) que puede materializarse con una vuelta a las ondas, aunque no puntualmente. Quizá sí fue un símbolo la caída de una joven de buen ver en pleno Ayuntamiento. Y es que mientras unos se hunden hasta el frío suelo, otros van (o vamos, por mucho que me cueste teclearlo) alzando vuelo. Y es que si el amor no llama a tu puerta, ni siquiera para traerte una pizza caliente, uno debe practicar el amor propio en todas sus dimensiones. Sin necesidad de reclamaciones ni acuses de recibo.

Hace un año el insomnio se apoderó de mí. Me sentía en un cuento de terror y esperaba que las horas volaran. Pero el efecto paradoja siempre es traicionero y el ansia no se colma tan fácil. El reloj siguió su curso y me dio una tregua. Tregua que he debido extenderme en todas mis latitudes. Y me siento bastante pleno y orgulloso de poder mirar atrás y considerar que la vida te pone frente a situaciones kit kat quizá para proporcionar un crecimiento personal. Como un regalo envenenado pero con buenos resultados a largo plazo. De ahí que aún me cueste poder disertar sobre mi mismidad en todas sus escalas y en la medida justa. Por mucho que la autocrítica y reflexión personalizada hayan sido puntos débiles en mi curriculum. Quizá por la falta de autoestima. Aunque de todo se aprende. Hasta de los neandertales que nos hacen la vida más difícil pero que nos reafirman en lo que no queremos ser. Nunca.

Quizá este post sea un mix de difícil digestión y comprensión. Disculpas al lector, en especial al de procedencia inesperada. Pero esto no es más que la reafirmación de que este mundo blog sirve como terapia tecleadora de la propia realidad. Y es un acto de generosidad bien entendida darse a los demás sin pedir nada a cambio. Como mucho un comentario. Ni eso. Basta con saber que el cariño está por encima de las letras, los malosentendidos, los bajones introspectivos, las paranoias supinas y las petardeces de pluma y purpurina. Sólo queda decir gracias. En especial, a mis niñas bonitas.

jueves, febrero 14, 2008

Por San Calentín...

Ya es 14 de Febrero y no he sido asaeteado por una flecha de Cupido. Ni ganas. O sí. No importa. En realidad prefiero otras presencias más allá del amor que llenen mis contextos, aunque a veces las paradojas, las incomprensiones o la distancia no permitan la conjunción. Porque cada cual se sube al tren y si sube y baja en conveniencia, en un viaje complejo y subjetivo. Pero no es cuestión de metaforizar sobre mis paranoias y menos sobre este día que dicen especial. Aunque casi tengo un master sobre San Valentín, porque me ha tocado documentarme en extensión y me sé obra y milagros del ilustre patrono de los enamorados que sufrió lo suyo y cual mártir mereció un reconocimiento póstumo. Y los gerentes de El Corte de Ingles se frotan las manos desde entonces. Es lo que tiene el materialismo que lo desvirtúa todo.

Ante la falta de regalos, bombones y piropos me quedo con los recuerdos de esos primeros valentines escolares, cuando el cosquilleo dominaba las tripas infantes con la ilusión por bandera. El intercambio de artesanías y accesorios varios era un clásico. Como insertar en la mano el nombre del amado/a con pilot resistente al agua. Así uno encendía la llama del amor, el coqueteo embriagador y las tonterías plamadas en libros, testigos de pasiones que furtivas o no salían de los adentros corazoneros. De esas pequeñeces sí me acuerdo. Qué nostalgia. Incluso estaba en una acera ilusoria. Aunque con los años crucé solo al bando de la inversión. Aunque no tengo hipoteca. Ni un amor hipotecado. Sí amores imposibles. Hoy incluso vi a uno de ellos. Un chico muy especial. Su cara por el retrovisor de su coche me produjo ese hormigueo necesario en el proceso amoroso, dicen. Pero como apareció, desídem al volante de su coche sin ínfulas. Mi guión me sigue poniendo puntos de giro constantes. Y, de momento, no sé capearlos como es debido.

Sí que capeé una situación que preveía incómoda, sufrida y negativa. Mis apocalipsis de anteposición siempre me juegan malas pasadas. Pero no, opté por sacar mis mejores galas, por llevarme del brazo a mi siamesa más auténcia y bella y toreé un evento sociolaboral donde no había fantasmas pasados ni promesas futuras. No es cuestión de croniquear en profusión porque quién sabe la dimensión lectora de este humilde blog. Pero fue un visto y no visto, porque ni esperamos a los canapieses fríos ni a degustar la falsedad impostada en caras amables de hola corazones de autoridades, señoras de lujerío hasta en el carné de identidad y de compañeros del oficio con cara de malas pulgas. Y cuando el contexto no te pertenece lo mejor es poner contextos de por medio. Así que alegrar el estómago es la mejor opción por mucho que mi dietista luche contra el momento hipercalórico. Y si al mix le sumas encuentros inesperados con padres ajenos encantadores y dispensadores de cariño, el día resulta más que sabroso. Aunque menos que un biberón de mi princesa en miniatura, que con su mamá me regalan instantes de ternura, confesiones y sonrisas sin lágrimas. ¿Qué más se puede pedir? Un corazón caliente.

miércoles, febrero 13, 2008

Revisiones de lo cotidiano

Tras la sobreexposición mediática y la constatación de los kilos de más que inserta, sin permiso, la pantalla vuelvo a reconciliarme con una ciudad que se abre a mis pies. Porque en la renovación íntima y personal he integrado el gusto por el paseo. Porque paseante no hay paseo, se hace paseo al pasear. Un guiño a mis días de baldosas revisitadas o vírgenes a mis pasos, todas ellas testigos del bullicio desmedido de la urbanidad desmedida, en comunión a pares. Pero más allá de todo eso se antoja de lujo contemplar una bahía estable pero camaleónica, con ese matrimonio perfecto de mar y montaña. Una estampa que se graba en las retinas por siempre jamás. Hoy me dejé atrapar por esa visión, a ritmo musicalizante y entre bicicleteros ecológicos, parejas enñoñadas, marujas de visón ociosas, jubilados en busca del tiempo perdido y jóvenes que no corren carreras pero sí clases. Aunque me quedo con esos raqueros estáticos pero amenazantes como reliquias de una historia de lo populoso en su escala más baja. Pero el arte obra la magia y convierte un perfil en símbolo.
Andando, andando y sin flatos pese al ritmo que imponen mis pies apresurados en estos tiempos de estrés más tres. Así que hay que propiciar rupturas en el guión de lo cotidiano y dotar a nuestra escaleta de vida de momentos de mismidad. Y las compras siempre son, además de adictivas, terapéuticas. Y una terapia de rebajas siempre llena más. Caí en mi propia tentación pero en un gasto inferior a la ingesta de alcohol garrafonada. Mi estilismo merece de mimos. Hasta de mimosín. Porque uno tiene que estar suave para superar muchas pruebas. La primera la de la imagen, nuestro marketing personal. La segunda la de la realidad soporífera llamada traslación en transporte público. Cuando no queda más remedio toca sufrir el codazo incontrolado, la verborrea descontextualizada, las miradas desafiantes, la tristeza de ojeras inmundas, miniaturas envueltas en gafas de sol xxl y hasta leopardos en verde fosforito. Inaudito.
Y como los días pueden ser demasiado absurdos y vacíos de contenido, me propuse una reacción/acción más, vinculada al cine. Y ante el síndrome de Candice Bergen que tan bien conoce SemiSueca por su difusión en Sobreviviré... Aposté por la soledad del séptimo arte, sin palomitas, sin compañía de chascarrillo, sin ideas previas de la película, sin gasto mayúsculo. La opción, urbana y profana, fue Conociendo a Jane Austen. No haré una crítica más allá del aplauso, de las risas que provoca y evoca, de las bellezas de efebo que alegran miradas de señoras de collares perlínicos extralargos... Fue como dijo una de las espectadoras, una cana al aire en su dimensión cultural. Porque un martes es poco común autoprogramar una salida fuera de contexto. Quizá eso diera más entidad al hecho que no fue deshecho. Y cada vez defiendo más esa visión personal sin necesidad de apoyos humanos para disfrutar de historias que atrapan, que cuentan con buen tino realidades curiosas que nos son lugares comunes pero que precisan de Talento, en mayúsculas, para que la credibilidad sea posible. ¡Objetivo logrado!
Acumulo temáticas en estos días que se antojan complicados por motivos variopintos. Entre efemérides, presentaciones, simbolismos, conciertos íntimos para arrancar el corazón, cupideces varias y momentos siamésicos de relumbrón. Todo pasa. ¿Cuánto queda? Se supone que mucho vendrá. Y los días son sólo eso, días. Hoy le dije a mi hermana diva, vive hoy como si fuera el último día de tu ida. Y a sus diez años me miró con extrañeza. Otra vez delira, pensó. Era un regalo. Sin envolver.

martes, febrero 12, 2008

Mucha tela que cortar

Cuando sobran los temas, sobran los motivos para la no publicación. Quizá para evitar la sobreexposición en este territorio de dimensión incalculable y visitas de aquí, allá y acullá. Por eso opto por el tránsito al camino de la frivolité que nunca me deja, más bien me posee y, de vez en cuando, pide a gritos una tecla en la que desahogarse a gusto. Y en estos días mi vena frívola se pone de moda porque Cibeles vuelve con fuerza. Más en tiempos de polémica de tallerío, con esa morfología realista pero de difícil producción. Diábolos, campanas y cilindos conviven desde tiempos inmemoriales aunque cada vez se disipan más las fronteras y las marcas conducen a engaños provocando una confusión injusta. Así que el lío supino se instala en nuestras perchas y los saltos de talla superan a los de pértiga. Pero que haya meollo político con escala social da más efectismo a la cita con la moda en lata o en conserva. Todo se vuelve de lentejuela y tacón vertiginoso. La pasarela de la vida refuerza las visiones desconsideras de un público que como mucho puede darse al efecto boca abierto, que lo que es la compra queda relegado a fortunas de riquísimas entalladas y enjoyadas sin más preocupación que una pedicura a deshora.
Pero el circo de modé merece la pena. Quien vive los desfiles desde dentro sabe que es un vértigo constante, de pasiones cruzadas, de ansiedades por estallar, de carreras sin cinta que cortar pero con meta, de pisotones imprevistos pero calculados. Una locura. Aunque es un gustazo ver que las prisas se tiñen en aplausos y que los remiendos de última hora en costuras impecables. Todo el engranaje del engaño, la ilusión y el efectismo cumple su función. Y gira noria. Y vuelta a empezar. Este año, como todos, la historia era hacer historia con las modelos y sus pesos. La masa corporal parecía superada, pero no. Tres chicas se consideran inadecuadas por no dar la talla. Mejor dicho, el peso. Pero nada pasa, aunque algunos mueven ficha y ahora buscan la gresca en la procedencia de las maniquís. Una lata, puro marketing.
Lo verdaderamente importante son los diseños. Primero Ágatha Ruiz de la Prada, más agathizada que nunca y con creaciones más urbanas, aunque fieles a su colorismo a borbotones. Cortes curiosos en prendas que son un juego más que una realidad a la moda. Nada que ver con el clasicismo renovado de Jesús del Pozo que jugó a las damas medievales y construyó una colección única, de cortes limpios y diseños envolventes que contaban una verdadera historia. Lo de Duyos fue un neochic urbanita, de asimetrías y visiones más futuristas. La tarde se abrió con Lemoniez y su pijismo hecho mujer. Todo muy popular. Mi favorito, por la unión cantabrizada, Schlesser que fue él mismo con mucho vestido, algunos de corte huevo, faltas de tubo y talle alto, blusas de sedas para altas ejecutivas y, en general, un glamour sofisticado en el que el negro tiene la última palabra. Palabra doble la del dúo personal y textil Victorio&Luchino que se inspiraron más en Rusía que en Andalucía, aunque algún volante se hizo visible. Sus vestidos de noche visten la elegancia y sostienen un total look de lujo en el que la caída de la tela lo dice todo. Y como broche de oro un genial Elio Berhanyer que sabe conjugar modernidades y revisiones de sus clásicos en una mujer muy feminina, que se gusta y que se viste de pies a cabeza con sentido de sí misma. Los trajes de chaqueta y los vestidos de noche son obras de arte más que fondo de armario. Aunque, lo dicho, exquisiteces de difícil acceso.
Pero más allá de lo visionado (para aficionados, desfiles en directo en los canales digitales) siempre queda un poso de irrealidad. Todo muy bonito, elegante y lujoso pero es carne de pasarela que no de mujeres de entornos sin necesidad de reafirmarse con la ropa. Por mucho que sea la que nos cubra de la desnudez. Queda mucha tela que cortar y mucho tacón que desfilar. Con diábolos en el aire, campanas de boda y cilindros concéntricos. ¿Qué más se puede pedir? Amor.

lunes, febrero 11, 2008

Una soledad mal entendida



El vacío del nadismo es turbador. Siempre se cumple la teoría del domingo olvidable. Así que ante la ansiedad de la ausencia nada mejor que la reacción/acción. Y por mucho que pasen las horas y el reloj muestre sus garras, sacar a pasear las deportivas de oro siempre congratula. Más cuando los brazos se extienden a una compañía doble de la salvadora y dadora de vida y una siamesa que expira y respira su huida. Y en triplete el cine se ve y vive mejor. Contraposición a La Soledad hecha fotogramas. Qué decir de esta película de minorías pero de Goya. Es una crónica de hiperrealismo denso, embriagador. Cual reality show sin confesionario pero con confesiones. Una sucesión de momentos de lo cotidiano, imprecisos pero llenos de precisión. El canto a seres de nuestro imaginario gentil que se cobijan bajo historias mínimas que son máximas.
No es un cine de fácil tránsito. Pero de copias están las ruedas cinéfilas llenas. Los gruñidos y leves ronquidos de una sala aparatosa no ayudan. Menos los ruidos importados de otras películas que atravesaban los muros y ponían una musicalidad sonrojante a un filme ausente de banda sonora. Abusa de los silencios y los ruidos ambientales, pero lo hace con sentido ficticio y comprometedor con la causa de la realidad en su máximo exponente. El elenco es desigual, como nuestros cromos humanos. Unos más sinceros, otros llenos de falsedad y poses impostadas, nada creíbles. Lo de la polivisión es otra historia. Una intrahistoria. Curiosa, explicativa, eficaz aunque, a ratos, símbolo de confusión. Quizá por la falta de costumbre a dividir una pantalla que se sabe fija, única e intransferible. Pero las normas están para transgredirlas. Y el efecto final es más que óptimo.
Su recomendación es complicada por todo esto y más. Su división en capítulos también se sale del común de las producciones. Gustará a los sentimentales, sosegados y amantes de una tranquilidad vital plasmada en el espejo cinematográfico. Causará horror a los necesitados de acción continua, de la respiración entrecortada y los puntos de giro a la vuelta de la esquina. El cine es para todos. Las películas, cada película es para unos pocos. Solos o acompañados.

Y así finiquitamos una semana de encuentros y reídem, trajes de tul, bebés monárquicos, cultura en lata y al natural, música para amansar a las fieras y otras para sacar de paseo a la fiera que nos posee, reflexiones a voz y tecla, introspección ansiosa... Lo que está por venir es un misterio. Quizá haya algún hito o un cambio radical inesperado. Todo, en la soledad de la mismidad.

domingo, febrero 10, 2008

Bailando bajo la niebla



El anonimato que da abrirse paso en las calles de una ciudad ennieblada permite el despliegue de la faceta videoclipera que siempre me acompañó. Así que, con el canalleo de una madrugada de díficil tránsito he puesto en escena mi faceta ochentera con playback de Fame y What a feeling! Un impulso lógico, tras una tarde-noche musicalizada en busca del talento eurovisivo. Primero con los suecos y sus suecadas hechas música. Con desiciones finales poco comprensibles, porque a estas alturas que aquellas tierras apuesten por su propio Luis Aguilé desconcierta. Y si a eso le sumas una María Isabel glitterizada pues el despropósito es mayúsculo. El consuelo para los suecoeurofans es que sólo se trataba de una fase previa. Mientras, el previo patrio se libra en la red y en los MySpace que echan chispas de tanta candidatura incomprensible. Aún así hay varias potables y más que bailables. El colmo del cotillismo es comprobar las criaturas inmundas que quieren abrirse camino musical con canciones de todo a un euro. Por intentarlo. Miedo me da el fulgor de las fanes con furor uterino. Los votos no serán del todo justos. Así que la salvación de Eurovisión está difusa.
Más allá de la música, los ritmos, las emulaciones artísticas de baldosa en baldosa... Estos días he practicado el sano ejercicio de la revisión. He vuelto a dos de mis clásicos. A mis películas fetiche. A mi vida. El viernes pisé las Piedras del camino y el sábado grité que Sobreviviré. Y, una vez más, he vuelto a confirmarme en mi pasión desmedida por el cine español, de autores jóvenes con acento almodovariano, que cuentan historias mínimas o no, pero que te hacen degustar diálogos ricos en sentimientos, sensatez, sensación... No tengo palabras ni objetividad para valorar el dúo de filmes integrados en mi biografía. Pasa el tiempo y ellas permanecen, clavadas a fuego en mi piel cinéfila. No aspiro a que gusten a masas pero me reafirmo como masa invidualizada que se enriquece con cada visionado. No importa la revisión porque siempre aporta enfoques, detalles y minuciosidades de las que empaparse. Sólo con dejarse llevar por historias así merece la pena pasar un fin de semana entre las paredes de la cotidianeidad.
Aunque hay más. Me conformo con poco que es mucho, pero a entrada regalada no le mires el diente. Sobre todo cuando el regalo es mayúsculo pues te permite adentrante en la historia de 'En casa, en Kabul', con la enorme Vicky Peña (la mujer de las babuchas en la recitada Piedras) que se marca un monólogo de aupa en el que zigzagea entre la historia kabulense y su historia vital. Sublime. De Max. Sus compañeros de reparto no desmerecen en esta función del todo política que presenta el horror descarnado en su punto de ebullición. Por mucho árabe ininteligible que hablen la violencia se traspira y corta el ambiente. Los aplausos contenidos cuatro horas merecían de bises redoblados. Y es que no siempre se puede disfrutar de un montaje mayúsculo en su sencillez. Con él sumo un contar más y una razón razonable para la práctica del BocaOreja. Dicen que hay que predicar con el ejemplo...
Para mal ejemplo el de Francisco Rivera Pantoja (Paquirrín, Paquirrón en mi maldad) que, cambiando de tema, cumple años estos días y confirma que en mi generación hay muchas manzanas podridas. Como en todas, pero vamos que saber que uno comparte años con semejante me eriza la entretela. Como también saber que comparto restaurante favorito con Nova, antaño Richi Bastante. Los dos somos amantes del buen hacer a los platos de Public, en la calle Desengaño madrileña, entre putas de bajo coste. Su risotto y la tarta de queso son indescriptibles. Pero vaya casualidad. Si es que mi vena frivolona tenía que salir a relucir por algún lado. ¿Consecuencia de la niebla?

viernes, febrero 08, 2008

Familia hay más que una

Por mucho que intente mirar la vida pasar o, directamente, hacia otro lado (oscuro o no) siempre me acabo topando con la política. Y es que es difícil escapar de esta fiera boraz que organiza nuestras vidas. En televisión tengo que ser comedido y prudente, porque en el ejercicio de la sinceridad absoluta podría soltar alguna burrada y complicarme la existencia profesional. Así que en este mi espacio contextualizador no dejo ser yo mismo, un ente individualizado con capacidad de expresión sin consigna. Por eso no puedo gritar tecleando bien fuerte que mi indignación crece por momentos por las desfachateces populares que uno tiene que escuchar, leer o ver.
Pero por encima de tanta tontería acumulada cual basura en un vertedero incontrolado, me repatea el tema de las familias. Esas que algunos intentan manipular y restringir, negando realidades que por muy incómodas lo son. Y también cuentan. Claro que es entendible que un partido en cuyos hilos de marioneta tanto tiene que ver la descastada Iglesia no se podía esperar menos. Líderes que aspiran a la gobernanza titubean ante la aceptación de estas notas discordantes en su esquema arcaico de mentalidad obtusa.
Porque el ejemplo del nucleo familiar de botellas y agages no es el único. Es más, resulta el menos creíble, el más impostado y respira posos de una antigüedad insana. Las madres solteras son familia, las viudas con hijos igual, las solteronas de toda la vida en par o en soledad suman, gays y lesbianas con prole biológica o de adopción tres cuartos de lo mismo... Familias hay miles no, millones como personas hay en este país tan dividido entre los de pensamientos enquistados y los tolerantes, receptores de voluntades varias sin filtros ni mediocridades absurdas.
Es hablar de todo esto y se enciende en mí un resorte que echa humo, pero es que soy incapaz de dar el beneficio de la duda a tantos absurdos que se creen en posesión de una verdad única y absoluta que no existe. Lo triste es que con estos mensajes de sinrazón que emiten a diario captan alienados que se dejan llevar por unos corruptos de los sentimientos y de la riqueza social y emocional de los ciudadanos que cuentan y votan. Mientras, ellos dan el cante.

jueves, febrero 07, 2008

¿Dónde está mi caja? ¿Aquí? ¿O aquí?



La noche cayó y yo sin colgar la ropa texturizada en este diario que me abraza y me refugia. Tras un día sin contextos mayúsculos más que el propio contexto de una vida propia y a ratos conjuntada, tengo la obligación de traer a colación un tema que apareció ante mis retinas días pasados y pisados. Fue viendo en buena compañía un programa muy popular en una televisión que lo es hasta en el nombre. Reseñable que al mando del despropósito estaba una señora llamada Cuca, archiconocida entre los cirujanos y regenadores faciales. Los mismos que han timado a la ingenua 'periodista', con más arrugas que el lino de Adolfo Domínguez. Pero la cuestión no era estética, sino moral. En una mesa no camilla reunió a un cuarteto de exponentes de la juventud más fiel al esquema Agag-Aznar, calcomonía del esquema reproductivo conejíl. Bien, el debate (inexistente) trataba sobre jóvenes y sexo.
El cuartero populista defendía la castidad y las buenas maneras propias del cinturón de castidad. Aquello parecía un nido monjíl y de sacristía, en el que defendían conservar su cajita secreta, en palabras textuales de ellas, hasta pasado el matrimonio. Una vez consumado nadie aclaró si esa caja se abre hasta con una ráfaga de viento. Sea como fuere, todo aquello olía a rancio. Respeto las opiniones individuales, cosa que ellos no, pues juzgaban la liberación de chicos y chicas que optan por una sexualidad sin ataduras. Eso no convierte a nadie en practicante de una profesión de carne a la venta. Lo grave fue la negación a las otras realidades, que no tienen por qué tener una dimensión política. Pero parece que determinados sectores siguen siendo expertos en confundir churras con merinas...
En otro paso al frente, lejos de estos adalides de la moral hipócrita, siempre he tenido una idea surrealista en cuanto a la virginidad. Más bien en lo que a su reválida se refiere. Defiendo y defenderé siempre la segunda, la tercera, la cuarta... He perdido la cuenta. Creo que hay muchas virginidades, aunque una marque el antes y el después. Pero se podría decir que cada nueva relación íntima con un amante también por estrenar se convierte en eso, un estreno. Y tendrá alfombra roja y luces de neón y han transcurrido días y días desde el último episodio amatorio. No quiero pensar cómo será mi próximo reestreno, una macroproducción digna del mejor Hollywood. Hasta de Óscar. Pero no hablaré de intimidades, eso se lo dejo a las niñas de papá que no se cortan en sacar a pasear su cajita bajo llave hasta los medios. Miedo me dan.

miércoles, febrero 06, 2008

Aunque la novia se vista de seda



Prioridad, un mensaje tranquilizador a la población lectora y femenina, alertada ante mi estado de ánimo emergente y revisionista del pasado. Días malos y momentos de propia incomprensión tenemos todos. No hay que magnificar pero sí agradecer el cariño acaudalado y las reflexiones sinceras que salen del ventrículo derecho. Gracias.
Cuando uno es depositario de un contexto impropio no puede menos que dejarse llevar y empaparse de una realidad ajena y de díficil apropiación. Y es que no me veo de probaturas de vestidos de novia de perifollo a no ser que opte por un cambio de sexo tardío. Así que lo mejor es integrarse en una situación de regalo que supone una maraña de emociones encontradas más que curiosa. Porque una no se ve todos los días vestida cual princesa de la corte entre bordados artesanos, pedrerías varias, sedas, guipures, puntillas con vida propia y dependientas con ánimos casamenteros. La idea es vender y de ahí la necesidad de un estilismo agresivo con pijismo integrado para hacer presión a una novia que estira incrédula sus calcetines ante tanto despropósito. Normal, no todas encajan con filosofías de moda nupcial ni tendencias que hacen de lo no minimalista una máxima. Pero cada cual tiene las suyas y no es fácil cambiar los pareceres de una joven urbanita con ganas de comodidad, sencillez y sobriedad. La elegancia y el glamour van de serie.
Una de las dificultades más notorias es que el espectro de tallajes es limitado, con lo que las chicas con índices de masa corporal saludables tienen escasas posibilidades de abrocharse la cremallera, dando lugar a situaciones que referencian por sí solas a Scarlett O'Hara y su mami adyacente. Ello imposibilita a que la emocionada novia se visualice de todas, todas. Aún así el efecto boca abierta es común, porque una se siente vestida como de prestado y en un cuento ajeno. Aún así la fantasía se cumple y la prueba es aclaratoria. A más de una le reafirma en su pomposidad y a otras les da la razón en la necesidad de ser ellas mismas sin necesidad de derroches salariales que acabarán ennegrecidos en el afterweeding. Pero los acompañantes siempre disfrutan de esta experiencia del modelaje nupcial, aunque no reciban un trato digno. Qué menos que un café o té para degustar el pase de la novia que tras idas y venidas con uno y otro traje acaba más mareada que Nati Abascal tras dos dry Martini. Lo que cuenta es el contexto y la compañía contextualizadora. Y la mía fue de lujo.
Que se case la siguiente. Gracias.

martes, febrero 05, 2008

Escape biográfico



Aunque mi ingenuidad caprichosa merecería toda mi atención, prefiero no dar vueltas sobre asuntos que me pueden exponer demasiado o producir un resquemor infinito. Así que opto por seguir dándole vueltas al pasado que tanto se me hace presente estos días. Y de las personas paso a hablar de los momentos, en toda su dimensión. Con o sin diario de. Últimamente tengo regresiones extrañas en mi biografía que por una u otra causa llegan a estremecerme. Lo más curioso es que me cuesta lograr el contexto pasado y asimilo mal lo que pasó. Es como si de pronto te dicen que eres el protagonista de una película que no te crees o de la que te levantarías a mitad de proyección. Me cuesta visionarme y generar esas imágenes nostálgicas quizás porque no sepa recolocar en su medida acontecimientos que me marcaron y que a día de hoy son cruciales en mis entendederas y en mi mismidad.
Aspiro a que no todo el gentío convalide y con nota su historial, porque quien más y quien menos tiene episodios para negar, olvidar o enterrar. Yo no me libro, pero me entristece llegar a la conclusión de que nunca me reconcilio con un pasado cargante de situaciones indeseadas y vivencias que van de lo tenebroso a lo oscuro. Pero es que tampoco logro reubicar el puzzle de los supuestos buenos momentos. Puede que una autoexigencia desmedida y unos baremos contradictorios me torpedeen el ejercicio integrador de esa amalgama difusa de yoes. Puede que todo suene a paranoia de un ocioso sin mejor plan que estrujar una mente poco activa. Será eso. O será la necesidad de entenderse a uno mismo para crecer. Porque hoy me siento vacío, sin contenido como si lo que quedó atrás no haya sumado en mi mochila de vida. Una injusticia que mi psique me otorga y que me niego a asumir así como así. Porque somos producto de pasados, gratos o no, que nos hacen un todo absorvente y en constante evolución. En la operación matemática de nuestra biografía ser un escapista de realidades podría considerarse un talento. Pero aseguro que no lo he ejercitado conscientemente. Desgraciado soy...

domingo, febrero 03, 2008

Nadadores de la nada o de la alfombra ¿verde?

Odio los domingos. Es una de mis frases recurrentes y reflejo que pasa el tiempo y nada cambia en este séptimo día que no cobra sentido. Un día oscuro, lluvioso, de nadismos como el de hoy incita a refugiarse al calor de una manta cual segunda piel y dejarse llevar por el tedio hasta que el reloj marque una cita con el sueño. Y así gira la rueda como la noria y el hoy es mañana.

Por suerte o por desgracia hoy el contexto no me pertenecía y me quedaba lejos. La gala de los Goya reclamaba la atención pero la Diosa me concedió la presencia de una amiga infiltrada para saber las sensaciones y titulares del evento más cinematográfico del año patrio. Donde esté el vivo y el directo que se quite ese diferido rancio de los tiempos de maricastaña al que nos viene sometiendo el ente. Y para más inri con un Corbacho como maestro de ceremonias cuando está más pasado de vueltas que la noria. Sus gracias no lo fueron y su presencia llamaba más al vómito que a la carcajada. En fin. Otra decepción reseñable fue la alfombra, verde como los prados verdes. Y repleta de publicidad. Lo que introduce al star system un nuevo elemento: la alfombra anuncio. El poco glamour desplegado se evaporaba a la voz de ya...

Por capítulos. En el de moda. Diez para Goya Toledo y Silvia Abascal. Siete para , Belén Rueda y Bárbara Goenaga. Cinco para Maribel Verdú y Najwa Nimri. Y del todo insuficiente Silvia Marsó, Blanca Portillo y Verónica Sánchez. Aunque para gustos, los colores y los diseñadores. No es cuestión de argumentar cada estilismo pero no era difícil establecer niveles de excelencia a la moda de las actrices. Todas de prestadillo, disfrutando de un momento Barbie inigualable. De los chicos me quedo con ese par de guapos chulescos que formaban Hugo Silva y Alejo Sauras. Tengo un cariño especial a este último, un pequeño gran actor que penetra con la mirada. Y lo digo con conocimiento de mirada...

En cuanto a premios, el titular se lo lleva Jaime Rosales y 'La Soledad' que con los Goya a mejor película y mejor director hizo añicos muchas quinielas. Muy merecido, por lo que dicen. Espero poder rescatar el visionado tras estos días perdidos... 'El Orfanato' sumó muchos, pero especiales los de director novel para J.A. Bayona, al que siempre aplaudiré por sus vídeos de OBK y el guión original de su compañero Sergio G. Sánchez. Su compañera de cinta, Belén Rueda se fue con las manos vacías pero no hay que ser acaparadora. Era el año Maribel Verdú que parecía estar soñando sobre el escenario. Justo y con sentido. El actorazo del año, el simpar Antonio San Juan al que agradezco su petición de disolución de la Conferencia Episcopal. Los de reparto cayeron en José Manuel Cervino y Amparo Baró. Un reconocimiento al buen hacer y a la prestancia en la pantalla. Y el terreno novel se llenó de la energía de Manuela Velasco, mi preferida, con esa frescura innata de una niña pava pero que ha sacado adelante un proyecto con intríngulis. En el apartado masculino los votos respaldaron el trabajo de José Luis Torrijo, que completó el triplete al que optaba 'La Soledad'. Lo que sí me hizo feliz fue el premio para 'XXY', una propuesta arriesgada que visibiliza lo invisible y da voz a los olvidados con un tacto y mimo únicos. Al final, muchos discursos, muchos intentos de buena cara y al final la ficción siempre es la que manda en una gala así. Por lo que premia y por lo que evoca. Amén de lo que se ve entre butacas, con esa serenidad y buenrrollismo impostado. Siempre es igual.

De lo que todo el mundo hablaba, además de las tonterías a raudales de Corbacho&Cía, era de la ausencia de Javier Bardem. Y eso que ganó premio como productor de documental por 'Invisibles'. Seguro que se lo comunicaron para presionar su asistencia pero quizá prefirió pasar una noche de hotel cinco estrellas con PeNe y reírse de las inmundicias de la industria patria cuando ellos vuelan a otro nivel. Así que cedieron el papel de la más estrellona a Elsa Pataky menos ella que nunca, porque esos retoques ya no lo son tanto. Qué memoria historia la suya si se retrotrae a tiempos en que salía de clase con los morros pintados en rojo pasión. Curioso fue el discurso entrecortado y sin orden ni concierto de Alfredo Landa. Se las prometía felices de hacer doblete tras el honorífico, pero le salió mal el órdago. Uno y suficiente.

Poco más me queda que decir a no ser que me cuenten algún chisme de interés popular y contextulizado. Cuando se sepa, en exclusiva en el blog. Ahora opiniones, chascarillos, críticas, aplausos y demás loas. Los comentados de contextos son vuestros.

De ficciones y cromos pasados

Qué poco cuesta acercarse, de vez en cuando, a otras formas de ocio que nos permitan saltar de nuestras rutinas en serie. Basta con practicar el BocaOreja (televisado o no) o estar atento a la amalgama cultural de nuestro entorno para dotar a la agenda de eventos en mayúsculas... Hoy hice eso junto a mi siamesa vital a la que arrastré al teatro a ver 'El Principito'. Un cuento de todos conocido, revitalizado para las tablas con un montaje escénico de nivel y actores con garantías. Aunque la cara más visible era Eduardo Casanova, el plumifero Fidel de la serie 'Aída' que aquí deja de lado sus maneras para encarnar a un sensible (una vez más) personaje que logra empatizar con el público. Eso sí, es un montaje para adultos, porque abusa de la metáfora y los juegos de palabras, con lo que la chiquillería se pierde en el contexto cual lodo infecto. Ha sido toda una experiencia, como siempre lo es disfrutar y dejarse atrapar por el teatro. Aunque entiendo que muchos optaron por el teatro o circo urbano de unos disfraces de cuarta regional en el que muchas lucían muslamen y pechonalidad y otros instintos salvajes sin ánimo de rendición. Unos y otros, los teatreros y los carnavaleros hemos sido testigos de que esta vida precisa de ficciones que no vienen más que a suplir nuestras miserias. Penoso pero realista.

Pero esto no es todo. Hoy temática dual. Últimamente le doy muchas vueltas al pasado. Más bien a las personas pasadas. Las que quedaron atrás. Esas que formaron parte de nuestra vida y que un día con o sin motivo desaparecieron dejando un hueco o vacío. Con más o menos dolor. Esto me vino porque, de pronto, vi a una compañera de instituto del todo degradada, cumpliendo un personaje que le resultaba impropio a mis entenderas. En nuestros años comunes era una líder nata, exultante y arrolladora. Hoy ha decaído, se ha impuesto el chándal como fondo de armario y ha olvidado sonreír. No la juzgo porque todos tenemos una historia y la línea temporal no siempre nos resulta bondadosa. Pasó ante mis ojos como pasaron fotogramas de nuestras vivencias en común. Y la tristeza me invadió sin remedio. Como ellas otras muchas y muchos han dejado de ser protagonistas, secundarios o extras en mi vida. Ya no me pertenecen ni yo a ellos. Nos hemos desarrollado por caminos inversos y difílmente volvamos a coincidir. Es terrible saber que una persona que lo ha sido todo o mucho en tu vida pasa a ser un completo desconocido. Me dan escalofríos. Es más, hace poco me reunía con una persona pasada y sentí eso. Nada es igual. El rupturismo en nuestras biografías nos ha alejado y toca asumir que no todos los tiempos son iguales y que la distancia ahorca. Así que tantos cromos de vida, tantas gentes sentidas, de pronto suman en la masa informe llamada gente o sociedad. Mi memoria reserva para ellos un hueco en mi álbum de vidas no anóminas, pero ya no les siento ni padezco. Y no fantaseo en retomar historias ni momentos porque el pasado es pasado. Y si vuelve es para recordarte lo que fuiste. Y uno debe ser. El presente al poder.

sábado, febrero 02, 2008

Con disfraz de serie

Mal que me pese estamos en Carnaval. Nunca he entendido mucho esta fiesta de la peluca y el disfraz pero razones profesionales siempre me ligan, de una u otra forma, a esta realidad carnavalera tan colorista, con sentido del humor grueso y acideces variopintas. Mi mente de corto recorrido no llega a recordar episodios en que me hiciera carne de Carnaval, más allá de la infancia donde ya tuve la perversión de travestirme como bruja. Si es que el ramalazo sale por donde menos te lo esperas... Y salvo alguna incursión vía disfraz en Halloween de la que Neraka puede dar fe, poco más me ha inspirado para olvidar mis vergüenzas y pasearlas por las calles.

Quizá es que en mi día a día llevo un disfraz bastante curioso que no necesita de glitter ni otros apliques ornamentales. Y prefiero ser un disfrazado de la vida que llevar, directamente, una careta. Eso lo veo más derechón y no me gustaría asumirlo. El tema máscara está ligado al engaño, salvo la de pestañas que también o sino recordemos el escándalo con esos postizos en el anunción de PeNe. En fin, que no es lo mío y punto y aparte.

Me preguntaban en televisión sobre la tendencia masculina de hacerse mujer por un día. Creo que lo de lanzarse al tacón, el cinturón ancho cual minifalda y a esos pelos de pichiglás no es más que la explotación del lado femenino que algunos tanto reprimen. Es más incomprensible que aborrezcan a travestis y drags y a la mínima oportunidad se mueren por un maquillaje con banana y todo. Las ambigüedades cada día se hacen más visibles por mucho que algunos en el colmo de su intolerancia pretendan negarlas. Pero no, no lo entiendo. Y menos que opten por desprestigiar a las mujeres con atuendos chabacanos, de zorrerío supino. ¿Otra perversión? ¿Esperan eso de sus amantes? Esas que en la calle deben ser señoras y en la cama... Qué cosas, me voy por los zerros y esto no tiene sentido ni concierto. Pero es tarde y estoy saturado de drags. Arcoiris catódico, ¡qué sorpresa!

Sí, es Carnaval. Y algunos desfasarán y harán de las suyas en los 'cuerpos' de otros. Un baile de sentidos, sensaciones y perversiones que en la coctelera dan un resultado de lo más curioso. Al menos que haya fiesta y que impregne todo de sentido del humor ya merece la pena. Una pena que mis estrechas miras no conecten con el concepto. Cada cual tiene un imaginario propio y una escala de valores. Pero de eso ya contextualizaré otro día. Es sábado, sabadete...

viernes, febrero 01, 2008

La catarsis del tomatazo



Podría hablar de la visión atónita de los clones de Tokio Hotel, de las perversiones de unos Latin King de medio pelo con sus ornamentaciones de baratillo o de un encuentro de regreso al pasado que promete titulares. Incluso de mi torrente creativo que en un paseo entre los bajos fondos ha parido embriones de cortometrajes o novelas que ojalá fueran más allá de las ensoñaciones lanzadas al viento. Pero no. Hoy mi cuerpo me pide tomate. Y del malo. El televisivo que este viernes se pudre para siempre. Es la noticia más comentada por casi todos, en especial por los amantes de los cotillismos desaforados y las morbosidades en grandes cantidades. En un mercado saturado de mediocridades hay quien echa culpas fuera y se ensaña con los tomateros. A mi juicio es del todo injusto, porque hay más perros con distinto collar pero que muerden con una fuerza que nada tiene que envidiar a la del maestro.
En cinco años quien más y quien menos ha compartido muchos momentos tomate y lo que es mejor los ha transcendido a todas sus conversaciones para completar el imaginario de lo cutrelux que tanto juego de dimes y diretes nos ha dado. Cada cual tendrá en su memoria de lo audiovisual algunos vídeos o cebos hilarantes, donde estaba la esencia del tomate más ácido y que forjó su leyenda. Neraka nunca olvidará una loa a la mancha en la chaqueta de Norma Duval. Y qué decir de aquella ceremonia de gala de la hija de Toni Hernández, el pseudomarido de Sara Montiel, que pasaba a ser una mocita con un evento de lo más pomposo con bailes horterísimos incluidos. Casi a la altura de los que amenizaban los de las BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones) de Farruquito and Company y que los tomateros siempre sabían retorcer, con especial alusión a Massiel y a sus debilidades etílicas.
Otra cosa fueron los personajillos sacados de la chistera de la nada y la necesidad de fama, el recurso a concursantes de medio pelo ansiosos por el minuto de desgloria o la profanación de tumbas sin desazón. Era un mix difícil de entender, que no conocía los manuales de la ética pero que de todas, todas, entretenía. Que los documentales de La 2 serán joyas de lo audiovisual pero las audiencias prueban que un tomate bien aliñado no tenía rival. Pero las épocas de vacas flacas siempre llegan y más cuando la competencia te da en la línea de flotación utilizando tus armas pero a la inversa y haciendo de la risa a toda costa su mejor arma. Y sabieron lo que se hicieron dando palos sin cortes y cortando la respiración de los líderes que veían cómo su reinado corría peligro. Quizá no contaban que las penas se quitan bailando y si lo hacen unos jóvenes aparantes, bien musicalizados, estilizados y con ganas de comerse más que el mundo la pupa se convertía en herida profunda... Y de las heridas no todos los dolientes se reponen. Ahí el contexto juega un papel básico y el canal de choca esas cinco no tiene aguante y al primer síntoma de desgaste tomate triturado.
Es curioso que una vez soñé con llegar a trabajar en el programa. Lo más cerca que estuve de él fue cuando me llamaron para opinar sobre Los Campos, por el atractivo de una Bordiú amante de las tiendas de ultramarinos en una ciudad de provincias que no entiende más que lo justo y necesario. Entonces dije no. Temía que me sonsacaran demasiado y quedara como un chivato poco profesional y eso nunca fue ni espero sea mi estilo. Pero hasta he llegado a pensar en lanzar un formato similar en esta región, aprovechando su potencial pero limando sus aristas grotescas. Y ni el recurso a una princesa surtió efecto.
Hoy es un día triste. La parrilla televisiva va a tener un hueco difícil de sustituir. Y no me da pena de las cabezas visibles, con ese JorgeJa que se le va la fuerza y la bilis por la boca o esa Carmen Alcayde que hace suyo el baile de SanVito con el escotito (mejor, escotazo). Pienso en el equipo de redacción que han sacado adelante el día a día, en esos reporteros y cámaras que se han visto agredidos sin razón. La violencia no justifica ninguna mala arte. Ojalá que les encuentren una nueva lata que rellenar y con la que dar la lata, valga la redundancia, a los espectadores. Muchos se manifestarán hoy en contra del cierre verdulero. Otros sueños con que todo sea un montaje publicitario. Pero todo indica que no. Mi vídeo será testigo en vivo del fin. Verlo grabado no será igual pero no podía perderme tan magno acontecimiento. Es lo que tiene ser un freaky de la caja tonta. Un atontado de la vida. ¡Feliz digestión tomateros!