Las lecciones más importantes de
la vida llegan sin pedir permiso. Suelen extraerse de una frase de paso, una
mirada comprometida, un gesto que lo dice todo sin mediar palabra. Caminamos
con la prisa de los días y nos olvidamos de lo importante que es pararse,
entender nuestro contexto y respirar. Este último, mucho más que un verbo de
primera conjugación. Nos sometemos a una presión injusta. Sufrimos cánones
absurdos. Bailamos con la más fea y olvidamos los pasos de la coreografía que
nos hace felices de verdad. Los noes pesan demasiado y los síes vuelan sin
apenas cobrar importancia. Esa matemática resulta mezquina para con nosotros
mismos. Dejamos que los miedos ganen la batalla porque afrontar los ‘y si’
puede tambalear todo lo que somos. Si es que somos algo. Es una pena dejar que
la duda nos mengue y acabemos con un balance triste de nuestra realidad.
Hagamos apuestas sin pasar por el Casino, llevadas por las emociones. Esas que
teclean estas líneas sin más fin que despertar corazones.
sábado, abril 21, 2018
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