martes, agosto 27, 2013

Adelante



Hoy es el inicio de muchos hoy por escribir. Un cambio de residencia. De aires. Un giro necesario. La ruptura con unas circunstancias nefastas. Una suma de ilusiones por desatar. El resultado lógico frente a la frustración. La respuesta al momento. Incertidumbres todas. Miedos los necesarios. Pero necesidad, mucha. Creo que apostar por esta huida me hace bien. Potenciará no sólo oportunidades, también sueños que esperaban en un cajón.  Dejo cariños y miradas que lo son todo, pero me encuentro con compañía genial. Con quereres auténticos. Buscaré el equilibrio y pretendo adaptarme sin caer en los excesos de una ciudad en constante ebullición. Conozco las consecuencias y no quiero ser víctima del ansia de vida que por aquí se respira. Mi objetivo es otro, la estabilidad que la realidad me ha arrebatado repetidas veces. Y como querer es poder, hago del ADELANTE mi eslogan. Defiendo mi propio marketing personal, mi talento y aspiro a disfrutar de mi libertad. Suena tremendista, pero me he sentido un tanto preso en medio de fuerzas del mal. Por eso el escape se antojaba vital. Y luego está la crisis de treintañero, que asumo me ha abofeteado. No me puedo quedar cual pasmarote esperando. Siempre esperando. A que tú reacciones. Por fin. A que yo me quiera. Del todo. A que el mundo laboral se recomponga. NO. Hay que pasar a la acción. Resolver. Ser esto que llaman proactivo, en términos de postureo profesional. Escribo estas líneas con la emoción de seguir descubriendo, de rodearme de energía, de entenderme más y mejor. Nunca me iré del todo. Ni quiero ni debo ni puedo. Pero era ahora o nunca. Madrid, soy todo tuyo. Y tú, ¿serás mi cómplice? 

¡Que comience el espectáculo!

miércoles, agosto 07, 2013

Ineptos



La vida sin obstáculos nos parecería aburrida. Sin ejemplares innecesarios, por no decir necios, absurdos, patéticos, igual. Es más, en el colmo de nuestra incoherencia nos buscamos problemas cuando no los tenemos, nos enrollamos con personal tóxico anulando los buenos sentimientos. Y así, en bucle, transitamos de la risa al llanto, del amor al odio, de la necesidad al desprendimiento… Polarizamos toda nuestra existencia de modo reduccionista, así nos es más fácil entender nuestro mundo y el de los demás. Y muchas veces perdemos la cordura por el estado de las cosas que hemos creado entre todos. En un ejercicio de bienquererse cualquiera se desharía de todo aquello que sólo resta y genera mal en suma. Desde la consciencia nadie firmaría para pasar por momentos ni compartirlos con si el resultado final menoscaba nuestro bienestar. De lo contrario alzaríamos el masoquismo social a absurdez común. Pero, ¿por qué somos incapaces de alejar ese lado oscuro, tremendo, doloroso? ¿Por miedo a la felicidad real? ¿Por gusto sádico? Es del todo incomprensible. Nos lamentamos de lo que fomentamos. Maldecimos a quien damos la llave de nuestro yo auténtico. Criticamos lo que hacemos una y otra vez. No hay quien nos entienda. Y nosotros no poseemos la capacidad suficiente para intentarlo. De hacerlo nos podríamos asustar. 

Siempre fantaseé con la goma de borrar personas. Suena macabro, pero en realidad no sería más que la ensoñación de quitarse de en medio a quienes nos sobran de todas, todas. Evitar esos encuentros incómodos, esas miradas de medio lado, esas sorpresas cero gratas, esos recuerdos abruptos para mal. Por mucho que se hayan ganado a pulso nuestro olvido, hay sensaciones impulsivas que nuestro ecosistema emocional es incapaz de inhibir. Por eso, todo mecanismo capaz de librarnos de tales seres no deseados, bienvenido sea. El ejercicio de vida plena, de conciencia tranquila, de ojos que se encuentran, de labios que se desean, de palabras que se fusionan, todo lo que es vivir para bien no necesita manchas negras de contextos o contactos nefastos.

Ineptos, abstenerse.