sábado, mayo 30, 2009

Si es que...

... nos las dan con queso, por mucho que las hayamos pedido con mermelada. Porque no aprendemos.
... caemos en lo surrealista de lo ajeno, sin atender a lo real de lo propio. Así nos luce el pelo (a los que aún tienen).
... optamos por la ingenuidad sin impostar y retozamos entre la maldad en cúmulo. Mal panorama.
... lanzamos el dardo envenenado a quien no corresponde y dejamos 'de rositas' a los enemigos de buena cara y peores intenciones.
... regalamos el latido a absurdos de entrega cero y palabras que lleva el viento.
... del error no hacemos virtud. Sumamos a la mochila las piedras del camino y los morados del tropiezo infeliz.
... los otros no están de nuestro lado, por muy 'bienpensados' que marque nuestro CV.
... creemos que la entrega es un medio a algo y no es más que la consecuencia de la estupidez de grado más. El balance siempre da mínimos.
... agotamos letras y palabras en desorden, que para decir algo conducen a la nada. Y en espiral seguimos abochornados de nuestra propia existencia.
... el autoentendimiento es cosa fina, el que tiene que ver con los extras más vale dejar en cuarentena, pues la extensión de la bobez acabaría con poblar el todo.

... quién me pone la tecla encima, para dar texto a pesadumbres como éstas. Víctima en propia carne (por blog).

jueves, mayo 28, 2009

Agradecido y emocionado...

Solamente puedo decir, gracias por ser así. A todos quienes desde su cercanía me han demostrado y demuestran ese apoyo incondicional. Mi realidad y mi umbral de exigencia me hacen ser un rancio conmigo mismo, de difícil autogestión y emociones en vaivén. Pero si no fuera por quienes me rodean, me soportan y aconsejan no sé qué hubiera sido de este escribano de futuro incierto. Ellos me hacen mejor y me dan motivos de seguir. Por muchas ausencias y vacíos latentes, los latidos pesan de por sí gracias a los afanados en permitirme su amistad.

Claro está que todo es mejorable, pero sería injusto o más si no pusiera en valor la suma de cariños deslatados que voy guardando en mi cajita deseable. Porque no me puedo olvidar de los deseos, de los te quieros que vendrán y de aquellos que sin pronunciar siempre quedarán. Y es que algunos vienen para quedarse en el cardio interior sin fisuras. Frente a los tirititeros que obligan al mal rato. Qué necesidad de perder un esfuerzo en otros por borrar.

Lo grande es el dibujo en sí, de mi vida y de la sonrisa compartida con tantos que hacen el hoy posible. Como me apuntalaron el ayer y me cimentarán el mañana. Sin esa cuadrilla de obreros de la verdad y el cariño gratuito mi inmobiliaria de la sensiblería cotizaría bajo cero. Ahora está en las nubes y eso que hay ... (ponga ahí la palabra maldita).

sábado, mayo 23, 2009

Simulacro de empacho

Surrealismo puro la canallada sucesiva de hombres imprevistos, bien plantados, de caras complacientes o placenteras o vehiculo de, que arremolinan unas calles mojadas pero de tránsito feliz. Y es que la huida se hace necesaria como la visión del clan guapo que habita en los sueños y viene a la vida a ejercer el papel figurativo. Como el que pasa por casualidad y sin quedarse deja un poso. Así me siento, atesorando sonrisas, ojos en profundidad, rostros delictivos, cuerpos cincelados y deseos por explotar. Hasta que la Carrá entre en acción y explote algo más que el corazón.

Es curioso como el contexto nos define. Cómo nos hace mejores o peores, pero modifica nuestras expectativas, necesidades, prioridades... Volver por Madrid es un aire fresco en unos días grises, de mases sin suma, de caras enquistadas, de palabras que taladran por doquier. El escape se justifica en sí, por los reencuentros y el ejercicio introspectivo. El volver con todo el sentido. El coger la realidad por los cuernos y no dejarse llevar por la maldad que hace imposible cualquier ápice de avance. Pero no es momento de hacer plante ni todo lo contrario. Más vale sacar en bien lo que mis días me dan y dejar vacíos sinuosos para el futuro por escribir.

Aún así no reniego del empacho embriagador de los seres que son sin ser de apropiación. Una lástima que una mala bruja me conjuró. Hasta que no pase su hechizo seguiré vagando como un paupérrimo esperador.

sábado, mayo 16, 2009

Si no fuera él

El dilema del amor siempre ronda una cabeza. Bien por posesión o habitáculo, bien por ausencia lamentosa o lamentable. Me subo al carro segundón y aunque no haga uso del lacrimal sí que reconozco que mi quejío es una constante. Porque a veces los silencios son muy evidentes y el saberse desocupado es un lastre que se enquista. Y salir de ello es una complicación que ningún libro de instrucciones ni un amigo optimista de más conseguirá convertir en levedad. El sentirse malamente no es, por tanto, algo gratuito. Aunque haya días en oferta, el corazón no entiende de marketing y se deja llevar por el sentimentalismo subido. Y qué error puede ser el confiar las naves en una persona, un ser, en considerar a un príncipe como azul, verde o amarillo y ver cómo el tiempo no resuelve la ecuación.

La persecución del amor en vida, que en el más allá quién sabe si se duan los espíritus, es errática. Porque de la espera uno desespera y hasta confunde emociones. O no. Pero la negación se vuelve dardo. Y el sentir que los latidos van por su cuenta y que el muro se construye es doloroso. Puede que no sea. Que la pertenencia sea ajena. Que sus caricias sean de sueño. Pero quiero soñar despierto.

sábado, mayo 09, 2009

De maldiciones e incomprensiones

Últimamente no hago más que preguntarme cómo nuestro mundo se corrompe a la velocidad de la luz y parece que el común gentío no hace nada por evitarlo. Todo en una ceremonia de descrédito generalizada y donde la maldición, en versiones variadas y pixeladas, se apoltrona con picardía funesta. Asistimos a la crítica palabra de familia común, aquí siempre llamada maldita, que nos tiene en un ¡ay! constante. O eso a algunos. Las tiendas están llenas y el ser compulsivo sale con bolsas aunque sus bolsillos se vacíen. Los restaurantes se abarrotan y las reservas se copan. Estas mismas en -s final se beben y beben con ahínco en noches de crápulas infinitos, miradas de falserío y posturas impostadas. Nada es lo que parece. Ni ganas. El consumo viciado, carnal, emocional o extensibles se ha hecho un hueco de gigante. Malamente.

Y las cosas pasan y se colorean en negros y las reacciones están por llegar. Y puede que pierdan su vuelo o facturen con exceso imperdonable. Porque sigo sin entender cómo el aprovechamiento ruin de los jóvenes se ha hecho un continuo. Que si basuras contractuales, becas para salir al paso y ahogarse hasta el cuello, enchufismos electrizantes... Los cálculos no salen y el talento se evapora entre desganas.

Incomprendo, a mi modo, a muchas personas que están de paso y quieren zancadillear a los demás. No sabría adjetivar su pasotismo y su maldad espontánea, con consecuencias. Con ellas haría uso feliz de esa goma de borrar personas con la que siempre he fantaseado. Puede que así me ahorraba malos ratos y sentimientos explosivos. Están otros, los mosquitos muertos. Pero que en su fango siguen picoteando y empeorando el panorama. No siempre se ve venir su aguijón, pero cuidado con, su efecto puede ser letal. La hartura con esos otros sobrantes es máxima. Más porque aún no está a la venta la loción antiparásito social. Si alguien conoce la fórmula que me la haga llegar, que quiero rociar un radio de acción importante.

domingo, mayo 03, 2009

Trastenidos

Aunque el protocolo vía calendario imponga una loa maternofilial, soy de los que piensan que no es necesario ceñirse a lo previsto ni ensalzar en comandita. Ella sabe su importancia y vitalidad. El resto es añadido. Por eso opto por apearme en otra realidad. Tras mucho comentario de lo que ocultan las relaciones emparejadas, las mismas empeñadas en quedarse en tanta superficialidad ajena y no incurrir en el peso de lo oculto, está claro que somos seres de engaño feliz. Con poco nos conformamos y edificamos nuestras concepciones de los otros y sus vidas con una levedad insólita. Todo sea por grandificar nuestro drama y elevar el victismismo y la fatalidad frente a los escaparates plantificados y goteleados de esos otros que miramos con recelo, envidia o pasmo.

Pero saltaré de esa trastienda de los dúos corazoneados, que cada cual se las componga, a la que nos pertenece a los individuos como tales. Como yoes indisolubles. Lo mucho que escondemos y puede que ni nosotros seamos capaces de incorporar. Y es que llevo una sucesión de personajes -más nombre no merecen- que muestran una patita pavorosa de lo que tienen en su museo de los horrores. El saber todo, el resolver su ecuación ya no es ni deseable. Todo apunta a un suceso de dimensiones estratosféricas, unas palabras fuera de lugar, unas visiones tenebrosas. Porque el mostrarse tales cuales es un ejercicio reservado a unos pocos, los transparentes por saberse sin dobleces. En cambio, la masa común se recrea en su doblez, en el cúmulo de mentiras que pasan a medias verdades con suerte. A su espiral de caras -caretos o caretas- que demuestran su falsedad de paseo diario.

Lo digo. Estoy hasta allá de saberme rodeado, ninguneado y falseado. Qué necesidad de construir en engaño. De poner rostro entrecortado, de adular entre egoismos sin dosificar. Recapaciten pues, que el análisis está cuarteado. Y la desazón cuajada.

viernes, mayo 01, 2009

Riada laboral

Desbordado me encuentro ante el cúmulo de obligaciones, necesidades, compromisos, exigencias y demases laboriosos que me hacen pensar en infinito sobre el mismo tema. Creo que la adicción la sobrepasé tiempo y proyectos atrás, pero lo actual no tiene nombre. Quizá haya personificado tanto lo que hago que mi pecho no da a basto para asimilar esa cantidad de requerimientos, de procesos que esmerar... Un caos por lo mucho y los tantos ajenos que requiere. Con satisfacciones evidentes, visibles o audibles, pero con sinsabores que en la actualidad no compensan. No lo hacen por la falta de actitud de quien debiera perder mucho en ello, por la hipocresía incorporada que da pie a ruines a campar a sus anchas, por el cero valor que los entes extrarradios aportan al cúmulo... El panorama no pinta en positivo.

Pero lejos de eso, mi preocupación es el estado vital que me reporta la espiral en que se ha convertido lo cotidiano. Los espacios robados, las ganas volatilizadas, el ansia cronificado y la exigencia supina en choque con la autoestima subsuélica. Pero dicen que el seguimiento es ley de vida hasta que expira. Y parece que pintan bastos. O bastardos. Los mismos que te hacen sentir peor o más. Con esas caras que degollan y reflejan su hipocresía degradada. La pena quedó atrás, como la compasión. El odio va in crescendo. Todo para prejuicio del sentimentalismo poco contemporáneo. Y los que eran dueños de aprecios o quereres se lapidan por deméritos edificados.

Qué aportar en este mar contracorriente de guadianas emocionales y lágrimas sin pozo. Ni el tiempo reconciliará a los Dioses de la cosa nostra. Hagamos lo que hagamos. Y cómo lo hagamos. Ni con trabajo ni sangre. Malamente.