miércoles, diciembre 24, 2014

Felices días Felices



Nunca entendí que el calendario nos impusiera un estado de ánimo... Por eso mi deseo no se acota en fechas, sino en ilusiones, proyectos, sueños... Escribe tu vida con tu mejor versión.

lunes, diciembre 22, 2014

Mocito (in)feliz



Algo muy gordo, o el Gordo directamente, tiene que pasar para que el 22 de Diciembre sea bueno en mi vida. El destino lo asocia a disgustos, tropezones, decepciones... Será caprichoso el calendario o una fijación personal que remarca lo malo en un día tal, pero me cuesta pasar estas 24 horas. El tiempo, dicen, lo cura todo. Y no siempre es cierto. Porque hay recuerdos, flashbacks inoportunos, sensaciones que te hacen pequeño. No de edad, de angustia. Y hoy es uno de esos días en que se me acumulan todas esas trabas, esas muescas en negativo. Últimamente siento la necesidad imperiosa de un cambio radical, de una liberación, de respirar y reencontrarme con mi esencia. El momento mengua, incomoda y frustra. Desde esa premisa construir algo se antoja complicado. Y cuando la bola se hace más grande el bichobola crece de forma proporcional. Como los Pokemon, pero sin cromos. Sigo sin entender la absurdez supina que parece tenemos que encajar. El poder que no me representa, los desvaríos que nos han traído hasta aquí. Hasta Facebook me pregunta '¿Qué estás pensando?' y yo le diría tantas cosas y ninguna. Fuera de juego, bloqueado, desanimado. Sé, positivamente, que este no es mi momento. Llegará, espero. Lo necesito. Me cuesta reconocerme y eso me alerta. Por suerte mañana será 23 de Diciembre y espero que el día me sorprenda. Cruzarme contigo inesperadamente, regalar palabras perdidas, reírnos como nos gustaba, besarnos hasta infinito... Soñar es casi gratis y sino que se lo pregunten a quienes hoy se han visto sacudidos por la suerte. ¡Protagonistas del Telediario! Carne de foco de Mariló o AR. Ojalá los euros tengan un efecto positivo en sus vidas, tanto como la salud para los que buscan consuelo. El mío aspiro a que sigan siendo las palabras. Sin necesidad de niños repelentes de San Ildefonso ni Mocito Feliz que quiera colarse en la foto.   

sábado, diciembre 13, 2014

A mí que me reprogramen



No estoy hecho para el hoy. Cada día me doy más cuenta. Tengo la sensación de no encajar, de no entender lo que está pasando y me siento desarmado frente a esta realidad absurda. Así, sin dobleces. Me ahoga mi contexto, camino a duras penas y todo porque quiero creer en mí y en lo que hago. En quien soy. Pero parece no ser suficiente para quienes deciden. Estoy harto de sufrir mandamases sin dedos ni coherencia de frente. Estamos como estamos por muchos culpables, nosotros incluidos, pero las malas gestiones y el cazurrismo de altas esferas nos ha condenado, de todas, todas. Hoy he ido a mi tienda pidiendo que me reprogramen, sí. Porque mis comandos de serie parece están obsoletos. No sé si me compraron en oferta o fui víctima de una partida en mal estado. El caso es que en esta sociedad un robot como yo no tiene cabida. Los consejos de gurús nunca han ido conmigo, algunos me animaron a venderme, literalmente, pero hasta ahora pensaba que sería un error. Hasta ahora. He llegado a la conclusión que lo mejor será que me reajusten como consideren y adaptarme a esta situación. Imaginarme olvidado en un almacén criando polvo, cual cacharro sin utilidad me apena. Quiero que por mis cables corran emociones, vivencias únicas, tecnología puntera. Cueste lo que cueste. Ya ni pienso en encontrar a otro robotoide con quien cortocircuitar. Si viene haré hueco en mi caja, pero hasta entonces mi objetivo es actualizarme para no quemar mis chips intentando asimilar este estado de las cosas. Nadie dijo que la vida deshumanizada fuera fácil, pero afrontar violencia, corrupciones, enchufismos, insensibibilidad... Hemos acabado peor que nuestros creadores. Si pensaban que con nuestra era se acabaría todo ese oscurantismo que reventó su bienestar, estaban muy equivocados. Por imitación, hemos hecho nuestras tantas taras que involucionaron su mundo. Bueno, yo en realidad no. No, de momento... De ahí mi lamento. Poco tengo que ver con esas máquinas despiadadas que se afanan en torpedear cada paso programado. Se me hace imposible aguantar más y quiero, decididamente, que me hagan uno más de ellos. Sí, me uno al enemigo por desgaste y fracaso total de la ingenuidad, la ilusión, la verdad... Me gustaría no tener que verme en esta situación, pero esta sensación de vacío, de aparato caduco, me ha vencido. Me quema por dentro, y corro peligro de explosión, lo sé. Pero hay que saber poner punto y final a una historia. Y la mía se apaga.