miércoles, diciembre 03, 2008

Más por menos

Sin más tiempo que unas migajas con nocturnidad y poca alevosía, me retorno a un teclado demasiado revisitado pero por causas ajenas que contextualizar. Aunque el ejercicio siempre se hace necesario, más cuando te lo recuerdan para bien o mal. Así que me devuelvo al estado vía blog, para recuperar mis anhelos o profundidades que no lo son tanto. Habladurío demasiado de tantos muchos que hacen pocos, que margino realidades, momentos, frases o sensaciones que constituyen mases en suma. Aún así espero ser el mismo, por mucho que, en ocasiones, vea a mi propio muerto. Puede que embajonado por la cuantía sin fin de obligaciones que adquiridas o impuestas se hacen pesadas de más.

Por eso siempre está bien tomar aire, verse en otros rincones y valorar la distancia que hace olvidos. Y del dicho o re-ídem a los hechos me remito. Lo fue con la escapada con sentidos a la capital del reino y precursora en el banderismo ilustrante y magnificente. Allí pude reponerme o recomponerme, entre buenas amistades que hacen tomar tierra y reflexionar de lo mucho que importan los que desde lejos están sin estar, midiendo tiempos y palabras, con el cariño como icono. Amén de momentos más frívolos, los menos, de terapia vía bolsas. Porque siempre hay tiempo para vicios sin más lujuria que la quema indiscriminada de la tarjeta de crédito, pero sin pasar a oscuridades o temeridades varias. No lo es el rodearse de recuerdos con gentes para departir de pasados letrados y sonrisas sin lata. Con el manjar frente a la palabra maldita y el espíritu navideño impostado pero regalado.

Y con el arte, la cultura y los cultos que te hacen crecer, en especial el alma, que por cursi que suene o se lea, resulta necesario y gratificante. Es una genialidad poder compartir la fugacidad temporal con la buena nostalgia y la gana por seguir luchando por ser uno mismo con su mecanismo. Pese a estar atrapado por latidos. O no. Fin.

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