sábado, enero 30, 2010

Porque yo lo mando

Me encuentro con una indignación considerable. Entiendo que los trabajadores nos sometemos a una estructura laboriosa que siempre nos relega y hasta ningunea. Pero claro, de ahí a que se nos tome el pelo va un abismo. Un hecho concreto me tiene atacado, una actitud intolerante y dictatorial de alguien que con las palabras puede hacer mucho daño. Un ejemplar de una mira única, de pensamiento extralimitado y consideraciones surrealistas. Si el tiempo, la experiencia y el dinero le ha dado cuantía para hacer responsable de algo y alguienes me parece perfecto, pero de ahí a limitar la libertad y un ejercicio profesional digno, pues como que cabrea.

Si a estas alturas de convenciones sociales no somos capaces de aceptar al otro, al que piensa diferente, al que actúa a tu inversa, que no tiene problemas en hacerse visible y hasta comprensible... pues dice poco de unos seres supuestamente en convivencia. No todos estamos cortados por un patrón, ni tenemos que comulgar con él -cuando ejerce de tal-, pero creo que si no partimos de esa base de respeto invididual hacia lo global, perdemos nuestro propio sentido. Y es que así, sumando y dando, a veces, el brazo a torcer, crecemos y podemos avanzar hacia igualdades, mejoras y sonrisas.

Que un trabajo limite, coaccione y simplique es penoso. Una muestra de nuestra propia bajeza, de los miedos interiorizados, de los complejos a sabernos cuestionados, de ahí que el gueto se crea como escudo y se convierte en arma peligrosa. No quiero que me alienen ni decidan qué es bueno y qué es malo sólo por mi, con el argumento de 'supuestamente' darme de comer. Que el destino nos ponga en el sitio merecido y el olimpo de las cosas y saberes no tenga dueños.

1 comentario:

Copito dijo...

ole, ole y ole.Ya sabes mi opinión- Totalmente de acuerdo. Ánimo. Besos