sábado, febrero 27, 2010

Frivolités

Tiene que ser difícil vivir rodeado de focos, de expectación, de ojos recelosos, de prejuicios atemporales... No creo que cualquiera esté preparado/ada para cumplir siempre con un papel adjudicado y no defraudar o todo lo contrario. Resulta que ayer tuve ocasión de compartir el cumpleaños de una famosa o más, adosada al saludo semanal previopago, amiga de muchos amigos no menos públicos, y encantada de conocerse. No extraña cuando ha vivido siempre una vida de desahogo, liberada de tantas preocupaciones que para los mortales comunes suponen horas de desvelo, cefaleas incómodas o ansiedades de difícil cura. Ella siempre tuvo extendidas las alfombras de colores, el servicio atento al sonido de la campanilla impertinente, los lujos como hechos cotidianos... Y es curioso que todo eso, su modus vivendi, ha creado una idea en los demás bastante negativa, de dama altivona, demasiado suya, egoísta y hasta intratable.

Llegado a un punto alto y lejano, previo viaje en curvas, tuvo lugar el reencuentro con la endiosada. No era el único, el océano liberó a muchos tiburones pegados a un micro corazonero, ávidos por arrancar una polémica o un gesto a destiempo. Tienen recursos de sobra para ello y pasean su estigma encantados de reivindicar sus glorias catódicas. La protagonista bien lo sabe, pero torea con tronío, no en vano tiene tantos matadores en sus cercanías que entiende más de verónicas que de josés... El caso es que allí, en una plenitud de protagonismo y gratiseo, la mujer VIP demostró que la tontería puede tener fecha de caducidad como los lácteos. O que al menos, en las distancias cortas, no es la realidad (ella en sí misma) como la pintan o maquillan en exceso.

Una idea tal ocurre con alguien en constante exposición mediática y social. Pero la paradoja se cumple entre los restos, incluidos los anónimos infinitos, a las que es sencillo prejuzgar, de quienes podemos esperar algo y resultar en vano, ver cosas o actitudes donde no las hay... Todo sea por nuestra necesidad de hablar por los codos, de recreamos en situaciones y personas para superar nuestras propias miserias. Sólo así, sorteando el escollo y pasando la bola es como intentamos quedar por encima de muchos.

Siempre me reitero, de saber toda la verdad descarnada de cada cual, de no haber comprado tantas motos usadas que alguienes nos vendieron, de no haber ejercido de tolerantes e ingenuos a partes iguales, nuestro espectro social y humanoide sería bien distinto. Más o menos frívolo, con muchos o pocos brillos, pero seguro que nada tendría que ver con el actual...

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