lunes, febrero 20, 2012

Corderito dime tú



A vueltas con los falsos aparentes me encontré con la realidad negada. Cuesta abrir los ojos y entender la falsedad hecha persona. Los días pasan y el instinto silencia el peor de los balances. Lo sabemos, por mucho que nos neguemos, que nuestro entorno, los círculos de vida y confianza están poblados de personas tóxicas. Ejemplares envenenados que ejercitan sus peores cualidades sin considerar que hay consecuencias. Dando un golpe en la mesa y diciendo basta se consigue romper con el vínculo férreo e interesado que el ser maligno ha creado. Porque saben cómo aprovecharse, dar las teclas adecuadas para empequeñecer al otro, para destacar desde la intransigencia y la ingratitud. Esta tipología de personas queda abocada a la soledad más triste, por mucho que haga de los faltos e insensatos su ejército. Por mucho que compren el cariño, ajenos a los sentimientos de verdad, no de mercadeo. Poseen todas las armas y se conforman con regalar píldoras de sí mismos como bien preciado. Víctimas de su ego, de su ridiculez absurda... Así son, así los sufrí yo. Su disfraz corderíl es la mejor metáfora para encubrir su esencia lobezna. Enjaulados, presos de la autocrítica con contenido, practicando la empatía que tanta alergia les da, humanizandose en definitiva... Solo así pueden reinsertarse y limpiar el mundo. Pero el tiempo y los años me demuestran que eso no les interesa, se quedan enchidos en su realidad e hiperbolizados como piezas prescindibles.
 

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