miércoles, marzo 27, 2013

Vidas



Acto reflejo del que cuenta... de los titiriteros de las historias... de quienes construyen de la nada y desequilibran la realidad... Confieso que no puedo evitar jugar al quién es quién. Aunque no me pierdo en sumar pares, sino en fantasear con las vidas ajenas. Tampoco es enfermizo, sólo divertido. Me planteo sus pensamientos, cuál será su color favorito, si hoy tiene un buen día o está en medio de un drama. Todo. El ejercicio suele magnificarse cuando se trata de parejas que no entiendo. Supongo que eso nos pasa a todos, que cuestionamos dúos de amor como quien saca la basura. Pero si se trata de la de otros como que pesa menos. Observo incrédulo ausencias de gestos cariñosos, palabras gruesas, tonterías petrificadas que desacreditan el hecho in love. Y pocas veces envidio la escenificación ideal del bien quererse, porque no logro verlo. Analizando a los demás siempre vuelvo a la conclusión de que la incomunicación es nuestra losa. Presos de los silencios, con tantas ganas y palabras entre paréntesis esperando su oportunidad. Si el concepto de vida es vivir nos cuesta practicarlo. El miedo a lo desconocido nos pasa factura, pero ni con los recortes somos capaces de minimizarlo.

Es curioso cómo nos necesitamos continuamente y a la vez cuestionamos sin parar al otro. En la calle se ve este mal acusado, entre miradas de desdén, pitidos al volante y peinetas sin mantilla. En el circo de los días estamos rodeados de material sensible, de personas que sienten, que acumulan un bagaje insólito, de personas con todo el peso del concepto y muchas veces ni levantamos la vista. Ni somos capaces de regalar una sonrisa. Cuando el roce de la piel bastaría para conectarnos. Citando a mi amiga Ei vamos por ahí de kamikazes emocionales y al final nos quedamos en una nebulosa inconclusa. Hay que traspasar la barrera, romper el vacío y edificar nuestra esfera social. Más allá de las olimpiadas de la imaginación de los extraños. Lanzarse a conocer a los otros, dejar que nos aporten, nos inquieten, nos hagan descubrir... Hacer de cada hoy un folio en blanco digno de escritores de cabecera, otros invitados. Y perdernos entre palabras, abrazos, suspiros, quizás. Contigo. Hola, me llamo...

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