miércoles, febrero 05, 2014

Vuestro



Es de bien nacido ser agradecido. Y ha llegado el momento de rendirme y mostrar mi total admiración y gratitud. Sin ellas, ni yo ni nadie seríamos lo que somos. Porque su suma nos ha permitido hacer del viaje de la vida un ejercicio único. No importa su tamaño, sí su carácter y el tono. Se delatan a sí mismas. Y se pegan, unas a otras, culebreando. Cada usuario se apropia de su inmensidad, acentuando su verdad y jugando con su riqueza infinita. Se regalan y tantas veces se desperdician, pero siempre alcanzan un significado. Analizarlas puede ser tan sesudo como divertido. Muchas veces complican la existencia, poniéndose capas para redefinirse. Me conquistaron de pequeño, desde mi inconsciencia. Y, algunas veces, sufrí mi incapacidad total para verbalizar su esencia. Recuerdo las bromas que me hacían por atreverme a ser mayor, salpicando mi discurso de loco bajito con algunas piezas robadas a la madurez. Por aquella época, me rodeaba tanto de mayores que asimilaba deprisa y corriendo multitud de ejemplares sin saber, ni mucho menos, qué escondían. Porque suelen ser burlonas y travestidas. Otras extranjeras, dudo que con papeles, vinieron para quedarse. Eso sí, la gente se apropia de su valor de mala manera, dando pie a la risión de los más exquisitos.

Algunas consiguen muchos premios, gracias al talento de unos cuantos hábiles en su deporte. Otras tienen mala prensa y se procura alejarlas de los más pequeños. Pero, no nos engañemos, tarde o temprano se rendirán a ellas, incluso a las peor vistas. Se pueden formular de tantas maneras que las nuevas tecnologías consiguen ponerlas en peligro. De pronto, se acortan y quedan en nada, víctimas del trastorno vago de quienes las necesitan. Son de amor. Y de dolor. Hasta un compromiso que no necesita firma. Son tantas, que resulta imposible conocerlas a todas. No habría contactos suficientes en el móvil, ni permisos de amistad en el caralibro. Se manifiestan por las calles, aunque Delegación de Gobierno no conoce mecanismo para contabilizarlas adecuadamente. Hay quien intenta callarlas, borrarlas o someterlas pero su poder acaba ganando en aliados. Lo mismo están en la música que en el metro. En un pueblo profundo que en la gran ciudad. Me fascina su capacidad para ser tan profundas como festivas. Raramente irrepetibles, de ahí su grandeza. Ahora entendéis que necesitara hacer públicamente esta declaración. Vacío de ellas no soy nada ni nadie. Desde aquí doy las gracias a las palabras por haberme dado tanto y lo que os rondaré amigas...

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