sábado, diciembre 13, 2014

A mí que me reprogramen



No estoy hecho para el hoy. Cada día me doy más cuenta. Tengo la sensación de no encajar, de no entender lo que está pasando y me siento desarmado frente a esta realidad absurda. Así, sin dobleces. Me ahoga mi contexto, camino a duras penas y todo porque quiero creer en mí y en lo que hago. En quien soy. Pero parece no ser suficiente para quienes deciden. Estoy harto de sufrir mandamases sin dedos ni coherencia de frente. Estamos como estamos por muchos culpables, nosotros incluidos, pero las malas gestiones y el cazurrismo de altas esferas nos ha condenado, de todas, todas. Hoy he ido a mi tienda pidiendo que me reprogramen, sí. Porque mis comandos de serie parece están obsoletos. No sé si me compraron en oferta o fui víctima de una partida en mal estado. El caso es que en esta sociedad un robot como yo no tiene cabida. Los consejos de gurús nunca han ido conmigo, algunos me animaron a venderme, literalmente, pero hasta ahora pensaba que sería un error. Hasta ahora. He llegado a la conclusión que lo mejor será que me reajusten como consideren y adaptarme a esta situación. Imaginarme olvidado en un almacén criando polvo, cual cacharro sin utilidad me apena. Quiero que por mis cables corran emociones, vivencias únicas, tecnología puntera. Cueste lo que cueste. Ya ni pienso en encontrar a otro robotoide con quien cortocircuitar. Si viene haré hueco en mi caja, pero hasta entonces mi objetivo es actualizarme para no quemar mis chips intentando asimilar este estado de las cosas. Nadie dijo que la vida deshumanizada fuera fácil, pero afrontar violencia, corrupciones, enchufismos, insensibibilidad... Hemos acabado peor que nuestros creadores. Si pensaban que con nuestra era se acabaría todo ese oscurantismo que reventó su bienestar, estaban muy equivocados. Por imitación, hemos hecho nuestras tantas taras que involucionaron su mundo. Bueno, yo en realidad no. No, de momento... De ahí mi lamento. Poco tengo que ver con esas máquinas despiadadas que se afanan en torpedear cada paso programado. Se me hace imposible aguantar más y quiero, decididamente, que me hagan uno más de ellos. Sí, me uno al enemigo por desgaste y fracaso total de la ingenuidad, la ilusión, la verdad... Me gustaría no tener que verme en esta situación, pero esta sensación de vacío, de aparato caduco, me ha vencido. Me quema por dentro, y corro peligro de explosión, lo sé. Pero hay que saber poner punto y final a una historia. Y la mía se apaga. 

No hay comentarios: