martes, mayo 05, 2015

De Jesús a Hermida



Ayer las palabras, las mismas en las que se recreaba, se quedaron en shock. Se marchaba el maestro de contar historias, el gran prestidigitador de la realidad. Se iba Jesús Hermana y con él, una parte fundamental de la historia de la televisión en España. Quienes amamos este medio nos quedábamos huérfanos hace tiempo, desde que su pelazo entupetado abandonara la pequeña pantalla. Pero ahora, al saber de su marcha, el vacío se deshacía en titulares. Su genialidad era homenajeada por tantos compañeros, muchos de ellos su auténtico legado profesional. Porque fueron cien por cien obra suya. Hablo de las chicas y los chicos Hermida, cuyos nombres y apellidos sobran en este texto, pues nos viene a la cabeza su foto de familia, sus especiales con las mejores galas… Hubiera dado tanto por aprender a su lado y llenarme hoy la boca diciendo ¡gracias, maestro! Pero he reconocer que aprender, aprendí, desde bien pequeño postrado frente al televisor, empapándome de sus modos de hacer, de su espectáculo de lo cotidiano, de su grandilocuencia bien entendida. Ese cabecear, esas frases extendidas con genial hilaridad. Conseguía hipnotizar con aquello que transmitía. Trajo a España los grandes formatos matinales, auténticos shows, donde todo cabía en perfecto equilibrio. ¡Y en directo…! ¡Ay, el directo! Cuando la vida me puso la oportunidad de hacer tele, salvando las distancias, me inspiró lo mucho que había captado de su esencia. Magazine, qué gran palabra, tan denostada por muchos y valientemente defendida por su capacidad de comunicador innato. Nos hizo viajar a la Luna, sacó los colores a personajes de la Historia, demostró que el Periodismo se podía escribir en mayúsculas. Sin despeinarse cuando tenía que sacar a relucir su cara B, la de showman, que lo mismo montaba un teatrillo que cantaba a su manera. Quienes hoy ocupan los grandes medios, en realidad, quienes hoy ocupan los despachos de los grandes medios (y otros tantos pequeños) bien debían aprender de un hombre íntegro, profesional, capaz, decidido, innovador… Pues quienes vamos a su compás arrastramos sus miserias y no entendemos que nuestro sueño de contar historias, el que tan bien cumplió Jesús, se desinfle. Nos merecemos más ejemplos como él, atrapando a las cámaras y a los televidentes, amigos en la distancia. Se coló en nuestras casas tantas veces, hasta convertirse en casi uno más que, al decir adiós, se dice, se cuenta, se rumorea que se te echará mucho de menos, Jesús.
 

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