jueves, noviembre 02, 2017

Siete más tres



Han pasado siete años. Parecen muchos, pero a su lado es como un suspiro. Como el aire fresco que siempre imprime a cada momento. Entonces apostó por un cambio. Por descubrir opciones en una tierra que sentía propia, pero sabía que no sería fácil. Nada impidió que se abriera un hueco irremplazable, en su destino profesional y en las vidas de quienes somos afortunados de tenerla cerca. Lo nuestro fue progresivo, una historia de amistad bien entendida. Compartíamos mucho y, poco a poco, sabríamos que la conexión era de banda ancha. Aún recuerdo cuando me ayudó con las maletas de una gran ilusión. No tenía que hacerlo, pero salió de ella el estar en un contexto tan señalado. Después han sido tantos, con mil motivos y siempre con sus consejos. Unidos a su mirada cómplice, observando y analizando para intervenir con corazón y cabeza. Es un gustazo ser público de sus realidades, aplaudir su crecimiento y entender que la autenticidad no se elige. En deportivas o subida a unos tacones. Acurrucada en el sofá o entregada al universo evento. No importa el lugar ni el cómo, a su lado la emoción está asegurada.

Sabe rodearse y es un placer compartir sus círculos más íntimos. Como en una serie de personajes adorables, donde pasa mucho. No siempre bueno, siempre de verdad. Tiene demasiado por escribir, porque su talento no conoce límites. Algunos sí, esos que ha transitado en el mapa del mundo. Fotografiando instantes y lugares únicos, absorbiendo la esencia de la curiosidad infinita. Me gusta que me abrace fuerte, sentir que todo irá bien mientras parloteamos de paseo por la playa, en su sofá o sentados en su coche. Cuando habla de su familia es puro brillo. Así se entiende que sea una bondad con patas y bien largas. Porque sus padres cumplen con su cargo y han educado a sus tres chicas en unos valores de nota. El ADN de este núcleo de la sangre se construye de sensaciones y juntos bordan el papel. Temo el día que me diga que hasta aquí, que cierra etapa y se aventura con la pasión a otra parte. Lo entenderé, pero me dejará un nudo en el estómago y un vacío con nombre propio. El de mi Marta, mi chica siete más tres. La suma de diez que no me canso de calcular. ¡Gracias por tanto! 

No hay comentarios: