sábado, septiembre 20, 2008

El entremoda

Por unos días la moda ha venido aquí y, cómo no, me ha tocado seguir sus pasos de pasarela. Por eso, más que conocer su verdadero entramado he asistido a un entremoda curioso y peculiar. Siempre se habla de la elegancia, glamour y demases de esta tierra adjetivada infinita, pero viendo a la mayoría de las señoras excesivas y a los divos promasculinizantes (ja!) entre los invitados al evento dudo mucho que esa mezcla sea capaz de soportar tamaña definición. Y lo peor de todo era la tontería reinante en la sala. Como si por asistir a algo así los egos tuvieran una convención en el más allá. Ni que esto fuera NY o Milán. Seguimos siendo tannnn provincianos que nunca abandonamos nuestro propio cliché.

Las propuestas tendenciosas fueron heterogéneas de más. Cosas ponibles, otras imposibles, no por poco prácticas más bien por su horrendidez que ni para hacer trapos, vaya. Los escasos aplausos parecían evidenciar el escaso entusiasmo. Quizá en sus armarios (habitados o no) suponían más clase. Poco presente en general. Empezando por las modelos, con tres excepciones puntuales, las representantes oriundas eran eso, oriundas en sus formas o nadadoras en toda la extensión del término. Parco el elenco maniquíl y tremendo que fueran las mismas una y otra vez, provocando un constante deja vu a los testigos de lo textil. Algunas caminaban con un palo inserto en lo más profundo de su ser, otras miraban al suelo castigadas por ser ellas mismas, otras movían sus caderas crecientes con profunsión desmedida, otras mostraban un asqueo con careto demodé... Tremebundas. Por no hablar de los hombres o supuestos manes, que si son el mejor ejemplo de la masculinidad embellecida ya podemos temblar. Si es que la belleza real no habita en su territorio supuesto.

Previopago había unos cuantos famosos que estaban más interesados en comer by the face que en el sentido real de la convocatoria modesta. Alguno pasaba tan desapercibido que mataba el tiempo haciendo pinitos con cámaras del todo a chino mientras soltaba por esa boquita lindezas del mundo famosíl por el que desea escalar. Aunque caras de la tele parece que siempre dan clase (de qué, ¿de física o química?) a todo lo que por estos lares plantean. Surrealista. Pero siempre lo es más la reiterada tontunez de la mayoría de los presentes menos importantes, con sus aires por las nubes y sus expectativas que no bajan de su propio ombligo. El mejor y más natural un José Miró grande por lo que hace pero pequeño en su gilipollismo. Cuánto debieran aprender quienes no son nada ni nadie pero estancados en su empeño hiperbólico. Así de moda, poco.

1 comentario:

NityaYang dijo...

Jjajajajjajajajajajajajjaja!!!!
Qué bueno!!!!!!!
MUASSSSSSSSSSSSSSSSS