miércoles, noviembre 12, 2008

Ceguera vital

Engañados somos por nosotros mismos, como autoenemigos e inconscientes de nuestra vida. Y por el camino vamos con la autoflagelación de momentos y seres que nos restan, minan o rebajan. Pero en nuestra absurdez supina no somos capaces de reaccionar y decidir que el camino puede allanarse e iluminarse sólo subiendo un dedo, no más, a la frente y con él ejercer de cabal. Cuesta apearse de lo inmundo y surrealista, de nuestra realización de máscaras, absurdeces y tonterías enquistadas. Incapaces somos de abandonar el lado oscuro porque despierta morbo y descontrol. Lo bueno conocido da más miedo, por ser más fácil y llevadero. Al límite se vive mejor, porque se convive con lo peor y el impacto va el pack. Así, en esta apoplegía de la mismidad más remota caemos en la espiral del error, en el suicidio asistido y reglado, con la inconsciencia como material genético.

Tremendidades y temeridades de una vida donde los buenos no lo son tanto y los malos se recrean en sus actos, sabedores del poder de atracción que despiertan o del miedo que levantan entre sus adláteres. En este mundo perdido, de noticias infructuosas, de homicidios de la verdad, de vómitos de realidad con trigliceridos, los seres de supuesta humanidad cabalgamos en la grupa de la tontainez. Negados de nosotros mismos, perversos en las entrañas y las formas. Así es como nos ensañamos contra el débil, dejado de sí, misterioso en su gruta de la inmundicia.

Todos juntos, en el carnaval de los horrores sumados a los errores, perdemos la oportunidad de construir un espacio vital menos tóxico. Al contrario, nos aliamos con el azar para que el desperdicio sea una constante que nos inspira y nos hace suspirar. Con los efectos colaterales que son tela que cortar, que cortes de digestión de mal tránsito. Un suma y sigue que nos deposita en un contexto para huir sin retorno. Allá en el otro mundo, donde la circunstancia sea otra, el orden no conocerá el caos, desdibujado por el saber hacer. Hasta entonces, tome la primera puerta a la derecha. Está el servicio, puede echar sus bilis. Gracias.

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