jueves, noviembre 20, 2008

La palabra maldita

Aunque luzcas las mejores orejeras ad infinitum, estos últimos meses, semanas, días, momentos, contextos, tertulias o debates... Aparece fantasmagórica para dejarnos llevar por la histeria. Y qué mejor que un histerismo para que los medios nos sumemos ávidos al desparrame informativo, al surrealismo de la verdad a medias, al ensalce de lo malo que puede ser peor. Una suma en negativo que nos lleva cuesta abajo y parece que el retorno es lejano. Sí, hablo de crisis. Y es escribir o decir la palabra y sentir un congojo extraño. Es hipócrita que unos nos quejemos tanto cuando otros tienen menos y sus gritos se silencian. Pero bien es cierto que, en estos tiempos en que lo crítico parece lo máximo, el discurso general parece tener base. Y la tiene en la coyuntura mundial, pero en lo que nos concierne, en la cercanía de lo cotidiano nos resulta abrumador.

Debajo de cada piedra de la realidad, hoy día parece que navegamos en la crisis y con la sequía como amenaza. Quizá haya un gurú que desde su altura mandamás tenga interés en nuestro miedo intrínseco. Está bien coger todo con pinzas, pero los ejercicios de sublevación y lucha contra la caída en picado del estado de las cuentas propias y ajenas no es más que el resultado del asombro de lo que alguien pronosticó y que el tiempo nos ha materializado.

Pocos pueden saber a ciencia cierta qué será de todo esto. Si, en realidad, la crisis se sentará en nuestros hogares como sustituta del turrón y hará suyo el vuelve, a casa, vuelve... Pero sin caducidad. Seguro que nos quedan muchos contextos críticos o crípticos. Mientras podamos contarlo, saldremos ilesos de todos los golpes.

1 comentario:

Copito dijo...

Necesitamos más entradas, que no las comentemos no significa que no las leamos y si son alegres mejor,jajaj. Muas