sábado, diciembre 06, 2008

Impostados

Debe estar necesitada la ciudad que me habita, o la inversa, cuando necesita de un mástil cuasi kilométrico que tiene mucho de falocentrismo, el mismo que parece padecer nuestro reducto capitalino. Con una bandera por sí misma y muchas reacciones como consecuencia, asistimos a la ceremonia del rancismo con las dudas del desquite francotirador. Y todo con unas luces proturrón de vómito posible. ¿Qué está pasando? Puede que el regio regidor encanado y encamado se pierda en curvas de lo ajeno y así nos luce lo deslucido de un terruño que aspira a más cuando va a menos. Triste.

Lo estoy también por el venir ya de las zambombas sonoras y machaconas, ante la ausencia de las carnales. Y por el reiterado paso del tiempo que aplasta los recuerdos y deja al aire las menudencias. Más en estos tiempos malditos, donde nos refugiamos en lo que fue, dado el presente de hastío. Pero es lo que tocan y hasta se nos pide poner buena cara. Aunque no semejante a la de los caras plurales sin serlo que hacen de las suyas con los damnificados en suma.

Una curiosidad que desconocía. Dada la alta falsificación negociante de todo lo inimaginable, en lugar de recolocar las mercancías de falsete entre los necesitados sin ansias de etiqueta, resulta que los Cuchis, los Klavin Kleines, los Emporios de Armanis o los Fuma pasan a mejor vida de quemazón o pisonadoras. Peripatético. Si eso hacen con los restos de lo innecesario qué no van a hacer con lo verdaderamente importante. Estamos en manos putrefactas o más.

Y en este estado de las cosas el calendario marca puente, pero las constantes vitales designan retiro casi sacramental. Si es que el asqueo no conoce límite.

1 comentario:

Copito dijo...

Ays pero que hombre!!! Más positividad que también llegan los regalos y los amigos lejanos.
Te quiero y lo sabes.
Copito.
Besos.