martes, marzo 10, 2009

El baile discordante

Agotando el contexto me encuentro y podría decir que agotado. El efecto bajada tensional del estrés cotidiano al remanso de no obligaciones me ha sentado mal esta vez. Aunque el descanso era justo y necesario, de ahí que el balance sea más que óptimo. Y es que estos volveres capitalinos siempre me cargan de pilas y compras, porque de emociones mejor ni hablamos. Por mucho que siempre estas calles, sus miradas, sus rostros en escape den satisfacciones exprés. Algo que contar y que vivir.

Como la vida, que tiene cada cosa que nos descoloca. Últimamente me fijo de más en el baile confuso de cuerpos de equilibrio dudoso. Seres de difícil fusión pero que el destino, el interés, la confusión, la necesidad o lo irracional han unido. Quién sabe si para siempre. Pero no puedo dejar de preguntarme cómo sobreviven tantas parejas discordantes. Sin ir más cerca que unas manzanas me he encontrado con un famoso actor plumífero y egocéntrico, agarrado de su macho cabrío púber aún y macarra. Era un nexo difuso el que les unía, por mucho que exaltaran tal cosa. No son los únicos. Por estas calles de bellezas robadas, pagadas, exageradas y hasta naturales, se ven dúos de enajenación supina. Y en un ejercicio de maldad todos nos preguntamos el por qué de semejante visión. Sale el lado cotillo/cruel y cuestionamos la ausencia por la presencia ajena y su afición a dejarse ver. Una incomprensión quizá para los pacientes de la autoestima volátil o en desaparición sine die.

Las felicidades y decisiones ajenas cuestan de ser comprendidas. A todos nos ocurre sufrir el brete de amistades en la nube y el momento crucial de presentaciones cruzadas o de una sola vía. Ah clarito, ejercer la sinceridad se torna harto complicado, porque está en juego mucho y romper ilusiones y enfrentarse a las mariposas o todo tipo de flora, fauna e insecticidas que viva el otro no es sencillo. Pero siempre quedarán las conversaciones de juicio rápido con más semejantes, esos que se limitan a llamar majo/maja a la pareja del ser ennoviado y exaltado, pero que no hacen más que salirse por la tanjente y aplicar un adjetivo para salir del paso. Aunque quién no sabe que la majura sin más, a secas, es un jarro de agua fría para quien espera una loa infinita. Pues eso. Que el panorama está difícil, pero la discordia en el amor o en las relaciones parece salir indemne. Y sino que no me lo digan a mí.

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