viernes, abril 08, 2011

Desnochado

Nunca fui carne noctámbula. Y eso que siempre he tenido contornos muy de agotar cada ocasión oculta al Sol. Pero es pasar los años y restar los niveles de aguante. Ni un gran plan ni una compañía perfecta limitan la sensación de descontexto. Miro a cada lado y veo gentes de sonrisas estudiadas, formas crápulas y alcoholismo encantador. Y no puedo evitar sentirme perdido entre la multitud. No es lo que quiero ni mucho menos mi sentido de la sociabilización ideal. Puede que el despojarme de la necesidad que tantos arrastran, o tristemente mendigan, implique más desdén y asqueo. Sí, definitivamente. Porque es pisar un antro nocturno y correr peligro de intoxicación por aire contaminado de todo tipo de productos químicos que supuestamente 'embellecen' y suman papeletas en la feria de las vanidades. Desde perfumes inolorables, lacas corrosivas, desodorantes machirulos... Síntomas de ingenuidad pretendidamente afrodisíaca, pero con resultados no siempre ostentosos. Que hay muchos saldos/salidos de última hora y las cuentas no salen cuando estos últimos son más.
Anoche mismo fui testigo de otro fenómeno en alza. Protagonista una mujer madura, bien solterona porque la vida quiso así... Matrimoniada para desgracia y con ganas de desquitarse o desponerse... O divorciada con todas las consecuencias y necesidades propias. No sabría catalogar a la sujeta dentro de uno de los genotipos descritos, pero evidenció un claro traspaso de sujeta a suelta con un chico joven de la veintena, venido de tierras prósperas a prosperar en ajenas, encantado de soltar penas en una barra cualquiera. De pronto, en una ceremonia de apareamiento insólita, ejemplicando el mejor efecto de un loctite, cruzaron los océanos labio a labio... Aquella mujer, aquella melena rubia, besaban a ese chico como si no hubiera un mañana... Dignos de los dos rombos. Agotando el ansia y olvidando cualquier conflicto, desfase, salto cualitativo o viceverso. Viendo la escena desde la barrera no sabía si sentir pena, envidia, compasión...
Allí les dejé, sin tomar aire, deglutando fluidos efervescentes... Confirmando mi apatía y la sensación de que la noche no es para mí... Y el día, me lo estoy pensando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta entrada y la de cuento hasta diez me han encantado.
Estoy de acuerdo en que la noche es para mí pero no para vivirla de esa manera, te entiendo, porque tampoco va conmigo.
Verdaderamente nuestras opciones son otras y las tenemos, como tal aprovechemoslas.
Lo de la mujerona y el chabalito, cosas de la vida, creo que no hacen mal, la vida está para gastarla porque se gasta sino por si sola igualmente, mientras no hagas daño a nadie, intentemos ponernos el mundo por montera.
En la otra entrada me he sentido identificada con alguna de las cosas de estos diez años, sobre todo en eso de la amistad hermanada. Te quiero amigo mio. Debes vivir el día y la noche como te convenga o guste.Y como diría una famosa presentadora: proceda amigo!!!muchos besos, como los tuyos, de querer!!!copito