domingo, agosto 07, 2011

Regresivo

Levanto la vista y alcanzo recuerdos. Los días pasados por escrito, los del nacer a un sueño. Hechuras de una vocación que los necios, a menudo, consiguen menguar. Es triste cómo un propósito, un chispazo creativo, un mar de ganas pueden volatilizarse con la realidad. El momento no hace bien a casi nadie, pero eso tampoco justifica las tragaderas infinitas. Como diría una sabia, con todo y eso, luchar resulta utópico pero necesario. Sólo las armas propias del tesón y la gallardía impulsan al territorio de las sonrisas espontáneas. De la reafirmación más expresiva. Entonces uno siente la silla propia, no un mero préstamo con caducidad.

Me siento sin sentir. Víctima de tanto y tantos. Caminante en soledad por el hastío. Dudoso entre el fango de los días que vendrán. Mojado de lluvias coladas en agosto. Con pesar de mucho pisado. Añorando lo que un no me arrebató. Su ojos de vida. Sus palabras a bocajarro. Aquellos tequiero sin encargo. El pellizco de quien te atrapa en víscera. Ojalá el tiempo recoloque su ausencia y minimice el vacío. Entre tanto, sigo saltando mis charcos. Incrédulo de hechos. Hecho una conjugación en negativo.

Siempre me queda el refugio a la tecla, compañera de fatigas. Tolerante con el abuso metafórico, los requiebros que se antojan palabras. Sólo ella me entiende, testiga muda de mi devenir. Y vuelvo.

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