lunes, agosto 20, 2012

Código AMOR



Abrió los ojos. Habían pasado diez años. Para ella fue solo un instante. Pero algo había cambiado. Todo. La película de su vida se aceleró hasta llegar a ese momento. No entendía qué hacía allí, en aquella cama incómoda, protagonista de una habitación insípida. Quiso abrir su mirada con un parpadeo ansioso. Hasta que lo vio. Él. Dos letras que tanto habían inquietado sus días. Notó el paso del tiempo en su rostro. Las preguntas querían abrirse paso entre respuestas, pero seguía entubada. Presa del destino. Entonces el fantasma de la irrealidad se acercó a su rostro y sintió la compasión, la misma que siempre había rechazado. Quería sentirse única, especial, deseada. Y siempre resultaba minimizada por su sentimiento. Ese querer inmenso la aprisionaba frente a sus silencios y a tantos miedos. Una secuencia de película que se la antojaba indigna. ¿Después del sufrimiento queda más sufrir? Pasaron las horas y la verdad siguió dilatándose. La culpa se fundió con un sentir dormido. Ella siempre había descubierto sus cartas mientras él temía no estar a la altura de la partida. Aquella noche pensaba abrir su músculo cardiaco, impulsado por los besos al aire, cansado de los bandazos de amor no correspondiente. Y pasó. El golpe, los nervios, sonido de ambulancias, las dudas… y el tiempo. Así no te quiero. Frase de duelo y rencor. Rechazaba la posibilidad de un amor en circunstancias. De rebote. La cobardía pudo con él. Ella naufragó frente a la verdad. ¿Por qué el amor huye? ¿Por qué los latidos no se descodifican fácilmente? 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Because love is often the beginning of the word bitterness