martes, agosto 28, 2012

Uno menos uno



¿Qué fue de mi ingenuidad emocional? Pasan los años y la realidad me obliga a cuestionar mi idealismo romántico. Las nulas experiencias, la toxicidad del corazón y la crisis del mercado merman cualquier esperanza de encontrar un amor real, digno del preciado color azul. Si sumo testimonios, palabras, circunstancias de parejas cercanas me distancio con temor del túnel de las relaciones. No acabo de ver la luz al final de su recorrido y no será por ganas. La incomunicación que tanto mal está haciendo a nuestra sociedad se ha apoderado por completo del mundo de los ‘enamorados’. Silencios, mentiras, cuentos, manipulaciones varias no deben entrar en el juego del querer. No es por caer en el pesimismo, pero no quedan muchas personas que te miren a los ojos y aspiren a perderse en la noria de los días. Prefiero asumir este tremendismo que coleccionar cromos de amantes pasajeros, prestidigitadores de la emoción fugaz, de piel a piel. Y luego la nada. El adiós o ni eso. Devoramos la frivolidad, cultivamos los cuerpos como lechugas, rebosantes de hojas pero manchadas de tierra. Hay que filtrar y depurar cualquier ingesta pseudoamorosa. Porque corazón solo hay uno y no es de piedra. El museo de los que se besan regala muestras insólitas cada día. Pares dispares, otros no tanto, de película. Todos sirven para accionar el mecanismo fantástico de la ensoñación. Del tú y yo por escribir. Por conocernos. Por fusionar horizontes, lunas y plurales. Si existes, razón aquí.  

No hay comentarios: