Este año no he debido ser muy
bueno, pues no tengo lo que tanto deseo y eso sabéis me frustra mucho. Pero
quería escribiros esta carta. No para pedir, sino para daros las GRACIAS. Así
sin más, lo necesito. Soy un vinagre, un frustrado, un pesado siempre con mis
historias, pero por mucho que me pierda, por tantas pataletas y sinsabores,
nunca habéis dejado de apoyarme, entenderme, soportarme… Tenéis porrones de
paciencia y un cariño infinito. Sabéis cómo hacerme sentir especial y eso que
un hijo viene al mundo con un pan bajo el brazo (en mi caso un mando), no con
un manual de instrucciones. Recuerdo cuando de peque vivía con tanta ansiedad
estos días y la llegada de sus Majestades, los Reyes Más Majos de la Casa. Con
todo un protocolo de ilusión. Recepción de catálogos de centros comerciales e
inicio de lista de deseos. Visita guiada por jugueterías, con caras de asombro y onomatopeyas de megusta/meflipa/loquiero en bucle. Escritura de mi carta, cuidando
la caligrafía -Rubio mediante-, fantaseando con tantas cosas. Llegaron mis
hermanos (¡Hola! Pasad, pasad) y comencé a vivir esa magia a través de sus
ojos, haciéndolo más especial y manteniendo así mi esencia infantil. A día de
hoy, sigo siendo ese niño que imploraba a Baltasar, por mucho que en alguna
cabalgata el pobre perdiera, por momentos, todo el color y la dignidad.
Con el
tiempo entendí que los regalos son mucho más que un símbolo, toda una muestra
de conocer a quien envuelves esa sorpresa, un gesto de cercanía lleno de lazos
y brilli-brilli. Vosotros habéis
acertado siempre, dándonoslo todo, disfrutando de nuestras reacciones. Siendo
un ejemplo de crianza, de educación, de generosidad, de entrega. A estas
alturas, mucho dudo que la vida me ponga el reto de reproducir vuestro papel
perfecto. Pero está claro que he tenido a los mejores maestros. Ahora que están
de moda las community madres, que los
foros se llenan de consejos, los tutoriales inundan youtube y demás, el verdadero ejemplo está en la vida sencilla, con
honestidad y entrega, que vosotros habéis construido para esta familia. Sabéis
que me encanta haceros rabiar, sacaros una sonrisa y compartir momentos
absurdos los cinco. No me cansaría de escribir más y más palabras, de volver entre
recuerdos, de capturar esos instantes que se congelan para siempre y dan
latidos al corazón. No son necesarias las muestras grandilocuentes, los
pastizales sin querer. Me quedo con el querer queriendo. Así lo aprendí yo. De
vosotros. Gracias por ser tan majos. Os quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario