miércoles, diciembre 30, 2015

Queridos Papás Majos



Este año no he debido ser muy bueno, pues no tengo lo que tanto deseo y eso sabéis me frustra mucho. Pero quería escribiros esta carta. No para pedir, sino para daros las GRACIAS. Así sin más, lo necesito. Soy un vinagre, un frustrado, un pesado siempre con mis historias, pero por mucho que me pierda, por tantas pataletas y sinsabores, nunca habéis dejado de apoyarme, entenderme, soportarme… Tenéis porrones de paciencia y un cariño infinito. Sabéis cómo hacerme sentir especial y eso que un hijo viene al mundo con un pan bajo el brazo (en mi caso un mando), no con un manual de instrucciones. Recuerdo cuando de peque vivía con tanta ansiedad estos días y la llegada de sus Majestades, los Reyes Más Majos de la Casa. Con todo un protocolo de ilusión. Recepción de catálogos de centros comerciales e inicio de lista de deseos. Visita guiada por jugueterías, con caras de asombro y onomatopeyas de megusta/meflipa/loquiero en bucle. Escritura de mi carta, cuidando la caligrafía -Rubio mediante-, fantaseando con tantas cosas. Llegaron mis hermanos  (¡Hola! Pasad, pasad) y comencé a vivir esa magia a través de sus ojos, haciéndolo más especial y manteniendo así mi esencia infantil. A día de hoy, sigo siendo ese niño que imploraba a Baltasar, por mucho que en alguna cabalgata el pobre perdiera, por momentos, todo el color y la dignidad.

Con el tiempo entendí que los regalos son mucho más que un símbolo, toda una muestra de conocer a quien envuelves esa sorpresa, un gesto de cercanía lleno de lazos y brilli-brilli. Vosotros habéis acertado siempre, dándonoslo todo, disfrutando de nuestras reacciones. Siendo un ejemplo de crianza, de educación, de generosidad, de entrega. A estas alturas, mucho dudo que la vida me ponga el reto de reproducir vuestro papel perfecto. Pero está claro que he tenido a los mejores maestros. Ahora que están de moda las community madres, que los foros se llenan de consejos, los tutoriales inundan youtube y demás, el verdadero ejemplo está en la vida sencilla, con honestidad y entrega, que vosotros habéis construido para esta familia. Sabéis que me encanta haceros rabiar, sacaros una sonrisa y compartir momentos absurdos los cinco. No me cansaría de escribir más y más palabras, de volver entre recuerdos, de capturar esos instantes que se congelan para siempre y dan latidos al corazón. No son necesarias las muestras grandilocuentes, los pastizales sin querer. Me quedo con el querer queriendo. Así lo aprendí yo. De vosotros. Gracias por ser tan majos. Os quiero.   

No hay comentarios: