miércoles, noviembre 25, 2015

No es AMOR



Hollywood hace mucho daño a la concepción romántica del amor, pero l@s mal@s sin película, también. Basta ya de víctimas. Querer es otra cosa.


domingo, noviembre 22, 2015

Perfectos conocidos



Los tópicos venden. Aseguran la risotada y unas cifras de taquilla históricas. Vascos, andaluces, catalanes… Y, ¿qué hay de los cántabros? De los santanderinos, para ser más exactos. Son muchos los rasgos de común denominador (STV, Santander de Toda la Vida) que nos definen, pero hay uno que me resulta perturbador. En una ciudad pequeña, con ínfulas de quiero y no puedo, tan única como acomplejada… Se repite, en exceso, el fenómeno de la memoria selectiva. Por gracia de la tontunez compartida. Aquí nos conocemos prácticamente todos, pero nos hacemos los nuevos, a ver si cuela. Lo peor es que sí lo hace, porque la otra parte contratante reproduce el modelo de despiste/olvido/gilipollez social. Y el bucle no cesa. ¿El sentido? No dar el brazo a torcer y reconocer que cualquier tiempo pasado pudo ser peor y los recuerdos en común, un tabú que más vale esconder. Porque aquí somos muy ‘maricomplejines’, demasiado de piar de los demás sin piedad y poco de ejercer la mirada propia a lo que viene ser el ombligo. Así que las calles se llenan de idas y venidas a discreción, evitando saludos, con auténticos retorcimientos ‘espontáneos’ para evitar holas mayores. 

Cierto es que se da el fenómeno contrario, el otro extremo que ‘a grito pelao’ escenifica historias en común y se llena de aspavientos. Tampoco es eso, pero desde aquí apelo a la naturalidad, a comunicarnos sin dobleces y a defender la memoria histórica que nos define. Porque, queramos o no, somos producto de la suma de momentos pasado/pisados y las personas que los dieron vida. Santander tiene un potencial enorme y se queda ahí, estancada, porque somos cómplices de un modelo de ciudad dormida. Tenemos que agitarnos, reconocernos y defender lo nuestro sin pudor. Lo ajeno lo elevamos a los altares, lo nuestro lo cuestionamos sin remedio. Así es como nos limitamos y quedamos siempre en una zona de confort que pasea de El Sardinero a Castelar, sin representar a los vecinos de verdad, los que cada día ponen las calles y no se les caen los anillos heredados. Nos hemos conformado con vender ese señorío de pijismo recalcitrante cuando, en suma, somos otra cosa. No llegaremos a socios de un club de raqueta y postín, donde intuyo tampoco todos se saludan o si lo hacen es con hipocresía del postureo. Comemos algo más que patata cocida, pero nos callamos nuestro sentir santanderino, nuestra verdad, y así nos va. Hola fulanito, ¿qué tal? ¡Cuánto tiempo! ¡Estás igual...!

Ilustración | Jordi Labanda

domingo, noviembre 15, 2015

No



No tengo palabras. No entiendo este odio. No son humanos. No podemos vivir en el miedo. No hay un fanatismo bueno. No puede ser verdad... Tantos noes lloran de amargura.


lunes, noviembre 02, 2015

Amores perdidos



La realidad y la ficción se dan la mano para decirnos que no corren buenos tiempos para el amor. Hace unos días vi la película ‘Los Miércoles No Existen’ y me preocupó el mensaje desesperanzador, negativo y cruel del mundo de la pareja. Por un momento, quise poner en cuarentena la suma de relatos pesimistas, el cuestionamiento cruel a los quereres treintañeros, pero poco después hice un escaneo rápido a mi alrededor y me di cuenta que es la tónica general. Afortunadamente quedan unas pocas, sanas y estables relaciones, dignas de un altar mayor, que aplaudo y venero con todas mis fuerzas. Pero, ciertamente, son las menos. Por lo general, nos hallamos ante la soltería con frustración y desánimo o frente a un miembro/a asociado/a a una pareja disfuncional, de difícil entendimiento, pero en conveniente estado de ¿confort? Respeto esta opción de vida, pero me parece un castigo innecesario. Querer bien parece difícil, pero hacerlo mal deliberadamente, a sabiendas que esa historia es el peaje a la infelicidad, no me acaba de cuadrar. Que hay personas dependientes, que no saben estar en soledad… Lo sé, durante un tiempo lo padecí. De ahí que ahora pueda escribir esto y aconsejar a cualquiera a estar bien (o mejor) desde la individualidad y desde ahí esperar que el destino o Cupido hagan el movimiento adecuado. Ese que difícilmente llega si nos replegamos o nos escondemos tras una pantalla de ordenador o móvil.

La tecnología está enterrando el misterio de la seducción. Consumimos cual fast food a personas, olvidando sentimientos y elevando ideales en objetivo de caza. ¿Dónde quedan las personas? En el buzón de eliminados o tras la X de no me gusta. Así, nos dejamos llevar por prototipos que sólo existen en nuestra cabeza. Porque, qué son esos tipos, sino límites que nos imponemos. Desde esa exigencia boicoteamos muchas opciones. Incluso a sabiendas de los pésimos resultados de tal o cual carácter, rasgo o personalidad. O lo que es lo mismo, habitualmente somos nuestros peores consejeros a la hora de hacer el retrato robot a nuestro lover de cabecera. Luego está la comunicación y más bien su ausencia, que da al traste con la mayor parte de los romances. No aprendimos lo necesario de las tramas intensas de 'Sensación de Vivir' o 'Melrose Place' y caemos, sin remedio, en los mismos errores. Parece que la sinceridad, la honestidad, la transparencia quedan reservadas para definiciones del rosco de 'Pasapalabra' y muchos deciden enterrar historias por no hablar con su pareja, ni dejar las cosas claras. Encontrar o encontrarse es algo indescriptible, sí, pero también un ejercicio de responsabilidad que empieza en uno mismo y termina en el otro. Ojalá llegue el momento que nuestras relaciones estén limpias de polvo y paja y se cuenten en otra película (alerta spoiler) con final feliz.