domingo, junio 04, 2017

Davidelfín: el inquieto eterno



Llevaría semanas instalado en Madrid. Era una de mis primeras fiestas. Un sarao enorme, en un hotel de lujo. Llegué pronto y estaba rodeado de fotógrafos y periodistas hastiados de lo cotidiano. En cambio, aquello era mi sueño e intentaba exprimir cada sensación. Una firma cosmética presentaba una revolucionaria barra de labios, con pretendida solidaridad. La diva del momento Dita Von Teese ejercía de madrina y reclamo, pero había un montón de celebrities patrias. La más, Alaska. Acompañada de un anónimo, por entonces, Mario Vaquerizo. Junto a ellos muchos de sus amigos, como Davidelfín. Después de su paso por la alfombra roja y el protocolo habitual de focos, saludos y despliegue social, tuve ocasión de acercarme al diseñador. Le conté mi historia. Era un recién llegado, apasionado de la moda, que escribía para El Diario Montañés todo lo que la capital en ebullición me permitía. Trabajaba en un artículo sobre el estilo militar y David era el mejor referente. Accedió a charlar un rato y echarme un cable. Entonces aprendí que las improvisaciones no siempre eran efectivas, pero con alguien como él todo fluyó. Hablamos de sus inicios, de la esencia que había impactado y conquistado, a partes iguales, el universo fashion“La moda me eligió a mí”, me dijo. Sabia elección, porque nos ha regalado episodios memorables. Cada una de sus colecciones sorprendía. Crecía y conseguía que su tipografía única, sus símbolos recurrentes, las geometrías o los prints se instalaran en el imaginario colectivo. Su triple salto al éxito fue absoluto. Siempre con la esencia de sus trabajos, acumulando apasionados de sus creaciones, a los que definía como “inquietos”. Su mejor reflejo.

Entre mis preguntas de cuasi debutante se coló una, demasiado cliché. “Dentro de diez años, ¿cómo te ves? ¿Qué te gustaría conseguir?”. Su respuesta fue la mejor muestra de su autenticidad y un pronóstico certero. “Trabajando y seguir creciendo. Poder tener la capacidad de seguir sorprendiéndome, que no me falte nunca el estímulo. Aunque pienso que la creatividad es inagotable. Espero seguir haciendo cosas y tocando a la gente…”. Sin duda, cumplió su expectativa. Es más, la superó, aunque el tiempo nos ha arrebatado demasiado pronto su talento infinito. Confiaba en ‘tocarnos’ y vaya si lo ha hecho. Su despedida ha sido un mazazo para la industria de la moda, pero no solo para sus compañeros y amigos. Había conseguido el cariño global. Con una mezcla de timidez, picardía, frescura e irreverencia. Un mix muy personal, de difícil imitación. Su amiga Bimba Bosé, esté donde esté, habrá preparado un gran desfile de bienvenida. Fieles a su simbiosis creativa y a ese amor que no necesita lazos de sangre, sino de vida. Las redes sociales se han llenado de homenajes. Palabras, fotografías, delfines saltarines… Donde quiera que se haya ido, seguro que sonríe y agradece tanto afecto. No tuvo más que ser él mismo para conquistar mucho más que armarios. Aquella famosa noche tuvo el gesto cómplice de dedicarme unos minutos. Las risas y el frenesí con sus cómplices pudieron esperar. No le importó nada ir en chándal, recién salido de su taller. Enumeró sus múltiples proyectos con una pasión desbordante. ¡Estaba donde quería estar! “¿Y te queda tiempo para ti? Claro. Trabajando también invierto en mi propia vida. Me divierto mucho y lo aprovecho tanto como puedo”. Ojalá que hubiera tenido más tiempo para ejercer de David y surcar por los mares de telas y emociones. Entonces nos despedimos y sentí gratitud. Hoy, también. Porque nos ha dejado un gran vacío y sería injusto no sentir tu partida. Que siga la fiesta y que tu nombre brille siempre como un legado eterno. Érase un David a un Delfín pegado…

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