lunes, abril 07, 2008

Confusión bajo las estrellas



Hay veces que los tránsitos son tan abruptos que asimilarlos es harto-difícil. Ocurre con mi reciente vuelta a la realidad transgresora de las noches en vela. No en el mar mojable, sí en la mojadura de las calles y los especimenes vampíricos que habitan la nuit. Cuando uno, además, saca de paseo la mordacidad adormecida y la guasa sin fronteras el resulta es un cocktail molotov del juerguismo bien entendido. Por mucho que no se acabe de asimilar el panorama. Y es que en un corto espacio de tiempo cambiar lo cosmopolita por lo rancio en la expresión sublime produce un vaivén de sensaciones indescriptibles.

Como siempre, las compañías dotan de valor al hecho festivo. No se entiende de otro modo la diversión sin adyacentes capaces de reinterpretar las señales y sonreír sin guión. Cuando se sale arrastrado por la fuerza de la necesidad, con la desgana en el bolso o el bolsillo del pitillo el efecto es desolador. Todos hemos personificado el ser no llamado por la Diosa de la Huerta, la misma que dicen es una alegría sin igual. Por eso el talante lo hace todo. Nos conforma como seres de la noche.

Tanto preámbulo para gritar en palabras virtuales que este sábado fue especial. Rodeado de un cuarteto feminoide supimos representar una gran versión de Sex and the city, con carcajadas al cielo y miradas atónitas de los cazadores de yugulares singles. Casi ajenos a la humanidad supinos retorcer los sentidos y enguasar nuestras vidas. Todo en un ejercicio de liberación sin poses ni perfeccionismos en pos del chulazo impropio. Haberlos los hubo, pero sin operativo de atrape efectivo. Aunque a veces más vale la recreación que la decepción subterránea.

Lo que sí constaté, de nuevo, es que el ambiente nocturno de mi ciudad sigue rezumando rancismo por los cuatro costados. Destacan cuatro grupos poblacionales claros: - Los pijos sin remedio en versión duada, con la gaviota tatuada en su mismidad; - Los macarras orgullosos de sí mismos, con exaltación de su realidad y aires de perdonavidas; - Las chonis aparentes venidas a más y ajustadas a menos; - Las ladies sencillas sin alharacas y con ánimo divertido. La mezcla es rara avis. Y un servidor en esa fauna, un marciano.

Pero tras las visiones extrañas, las situaciones surrealistas y las mofas sin censura, siempre se puede rizar el rizo. Increíble fue toparse con una furgoneta transporte púbico, de mujeres de la calle que tras sus servicios eran devueltas a sus hogares con unos billetes de más tras hacerse de menos. Ver para creer. La realidad supera la ficción y la noche nos sigue confundiendo. Para bien.

2 comentarios:

SemiSueca con frío dijo...

Que fuerte lo de las mujeres de la calle... ya me lo explicarás...

Y qué risa con lo de los pijos de la gaviota tatuada, jejeje... son los mismos que llevan aún el caimán en un lado del pecho?

Jejeje... me alegro de que por fin salieses y te divirtieras en una noche especial!!! Y viva lo rancio para salir de fiesta!!!

Besos de echar de menos momentos contigo ;)

Anónimo dijo...

Aunque a veces más vale la recreación que la decepción subterránea.""""""""

sabes que me encanta parafrasearte, como buen artisto q estás hecho... y sí, siempre, siempre, "siempre se puede rizar el rizo".

un beso muy grande
(hoy subiendo del currete me acordé de nuestro zumín de lima.... y de ti.... jeje)