viernes, junio 06, 2008

La parada de los monstruos

El panorama busístico siempre me superó. Quizá porque saca lo peor de mí mismo y me regala visiones o prototipos/as que sacan algo más que colores. Soy malo, porque lo tengo asumido y porque considero que forma parte de mi AdN. Puede que por el contexto físico y humano por el que me tocó (a bien o mal) nacer. Así que los detractores de la mofa ajena pueden ahorrarse la lectura de este despropósito. En realidad sólo el reflejo letrado de una personaja auténtica que me iluminó una mañana de transporte público, como mal parásito de la conducción. Con todos ustedes...

Carmen de Macarena

La dualidad de muchos asientos suele regalar malas sensaciones de corporeidad vecina, pero en ocasiones veo seres que bien valen un vómito con sentido. Ella rebautizada como tal, una Carmen superada de sí misma lo fue. Con su intento de moñamen en alto, entre raíces pintadas de rojo putón, exhibición de Touseces que compró al moro, chaqueta de rastro baraté, uñísimas de mejillón rosísimas, doradeces por todo su volumen, joyerío inquietante -a destacar un colgante de ojos escrutadores, los mismos que me habrán echado el mal de ídem-, bolsa pesadísima del todo a un euro, excesividad de colorete y ausencia de banana natural... Un cuadro que sólo ella es capaz de representar en vida. Como capaz de dejar su bolserío entre el gentío y comprar a metros y metros su cupón de la esperanza. Ese pasaporte a un mundo mejor que ejemplica su deseo de crecer. Precioso.

Pero las visiones crecen o se reproducen. Cerca de ella y sus bondades -reconvertidas a mi pluma tremebunda- contemplo a una joven que se revisa sus morados (¡!), un hombre superado por sus tics en rostro, una horda de comerciales encorbatados impropios, mucho hombrerío de pantalón axilar cual Pantojo, gorra free y complejos out. Amén de la ostentación del baterío médico entre los anónimos. Peligro, pues con un hipocondriaco cerca pudiera frenar su avance de baldosas y apropiarse de su sapiencia... Una de la protas de la apariencia en blanco, conocida en tiempos, nunca fue erudita, con lo que resolver dudas, pocas. Lo que aporta la uniformidad.

Aunque todo compensa, en especial la visión de la mar bravía. Que mecachis en ella y por ella tanto sentimos y sufrimos. Bien lo sabe MariPepiLoli, mi tendera de cabecera que se preocupa por mi alimentación mientras menta -que no canela- el órgano sexual de su abuela. Tal cual. La superación de la humanidad.

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