viernes, abril 27, 2012

Mario Vaquerizo, él mismo



Es el personaje del momento. Ha sido capaz de dar un golpe de efecto y superar en mediatismo y excentricidad a su propia mujer. Tarea nada fácil cuando uno está casado con la artista más movida: Alaska, Olvido Gara vía DNI. Por obra y gracia de su destino, en mezcla con su ambición y sus contactos jet set es capaz de construir su propia irrealidad profesional en ámbitos diversos. Periodista de vocación, rock star de corazón, famoso en vena y ahora escritor incipiente. Intentó novelar sus surrealismos, pero no se vio capaz. Por eso se puso la misión nada pretenciosa de retratar su lifestyle en reflexiones y artículos tan majarados como su propia esencia. 

En las distancias cortas sorprende que el profesional supera al personaje. Su anorexia tan buscada resalta con su complexión, alto y fibrado. Se gusta y se sabe cómodo en su pose de chico del momento. Pitillos, camiseta básica ilustrada y una de sus chupas de cuero hacen las veces de estilismo de promoción. Grados de cerveza achispean desde temprano cada una de sus respuestas. Locuaz, sencillo, cariñoso y divertido. Por momentos el hall de hotel que nos contempla se transforma en la imaginería pop de su salón de casa.  Con hueco para Warhol y toda la factory. Recorre su vida como quien planea la lista de la compra, deteniéndose en las ofertas. No quiere conocer límites, pero sin renunciar a todo aquello que despierta su pasión por escribir cada día de forma diferente. Como él. 

Me adelantó su plan de convertirse en bibliotecario de su propio hogar, del piso de arriba aún en obras. Para ello afronta con ganas el regreso a la Universidad, a golpe de tacón y caderas. ¿Qué artistas poblarán ahora su carpeta? Sigue fiel a Ana Torroja, porque me dijo le tiran más las maduritas, de ellas puede exprimir saberes que la turgencia veinteañera desconoce.

Es Mario Vaquerizo. Será el padrino de mi retorno televisivo. A partir del miércoles 2 de mayo NO HAY DÍA SIN NOCHE en Tu Canal Televisión (busca en tu TDT). De 21 a 23 horas prometo cerrar el día con una noche diferente. Para ello no podía ser otro quien nos diera el primer impulso.

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