domingo, febrero 10, 2008

Bailando bajo la niebla



El anonimato que da abrirse paso en las calles de una ciudad ennieblada permite el despliegue de la faceta videoclipera que siempre me acompañó. Así que, con el canalleo de una madrugada de díficil tránsito he puesto en escena mi faceta ochentera con playback de Fame y What a feeling! Un impulso lógico, tras una tarde-noche musicalizada en busca del talento eurovisivo. Primero con los suecos y sus suecadas hechas música. Con desiciones finales poco comprensibles, porque a estas alturas que aquellas tierras apuesten por su propio Luis Aguilé desconcierta. Y si a eso le sumas una María Isabel glitterizada pues el despropósito es mayúsculo. El consuelo para los suecoeurofans es que sólo se trataba de una fase previa. Mientras, el previo patrio se libra en la red y en los MySpace que echan chispas de tanta candidatura incomprensible. Aún así hay varias potables y más que bailables. El colmo del cotillismo es comprobar las criaturas inmundas que quieren abrirse camino musical con canciones de todo a un euro. Por intentarlo. Miedo me da el fulgor de las fanes con furor uterino. Los votos no serán del todo justos. Así que la salvación de Eurovisión está difusa.
Más allá de la música, los ritmos, las emulaciones artísticas de baldosa en baldosa... Estos días he practicado el sano ejercicio de la revisión. He vuelto a dos de mis clásicos. A mis películas fetiche. A mi vida. El viernes pisé las Piedras del camino y el sábado grité que Sobreviviré. Y, una vez más, he vuelto a confirmarme en mi pasión desmedida por el cine español, de autores jóvenes con acento almodovariano, que cuentan historias mínimas o no, pero que te hacen degustar diálogos ricos en sentimientos, sensatez, sensación... No tengo palabras ni objetividad para valorar el dúo de filmes integrados en mi biografía. Pasa el tiempo y ellas permanecen, clavadas a fuego en mi piel cinéfila. No aspiro a que gusten a masas pero me reafirmo como masa invidualizada que se enriquece con cada visionado. No importa la revisión porque siempre aporta enfoques, detalles y minuciosidades de las que empaparse. Sólo con dejarse llevar por historias así merece la pena pasar un fin de semana entre las paredes de la cotidianeidad.
Aunque hay más. Me conformo con poco que es mucho, pero a entrada regalada no le mires el diente. Sobre todo cuando el regalo es mayúsculo pues te permite adentrante en la historia de 'En casa, en Kabul', con la enorme Vicky Peña (la mujer de las babuchas en la recitada Piedras) que se marca un monólogo de aupa en el que zigzagea entre la historia kabulense y su historia vital. Sublime. De Max. Sus compañeros de reparto no desmerecen en esta función del todo política que presenta el horror descarnado en su punto de ebullición. Por mucho árabe ininteligible que hablen la violencia se traspira y corta el ambiente. Los aplausos contenidos cuatro horas merecían de bises redoblados. Y es que no siempre se puede disfrutar de un montaje mayúsculo en su sencillez. Con él sumo un contar más y una razón razonable para la práctica del BocaOreja. Dicen que hay que predicar con el ejemplo...
Para mal ejemplo el de Francisco Rivera Pantoja (Paquirrín, Paquirrón en mi maldad) que, cambiando de tema, cumple años estos días y confirma que en mi generación hay muchas manzanas podridas. Como en todas, pero vamos que saber que uno comparte años con semejante me eriza la entretela. Como también saber que comparto restaurante favorito con Nova, antaño Richi Bastante. Los dos somos amantes del buen hacer a los platos de Public, en la calle Desengaño madrileña, entre putas de bajo coste. Su risotto y la tarta de queso son indescriptibles. Pero vaya casualidad. Si es que mi vena frivolona tenía que salir a relucir por algún lado. ¿Consecuencia de la niebla?

3 comentarios:

SemiSueca con frío dijo...

Todo un gustazo poder haber compartido tarde de Sobreviviré en compañía, aunque con momento de bacanal con retraso.

Menos mal que al menos hemos disfrutado de una gala del Melodifestivalen en toda regla. El sabado que viene mas gala, y con Carola, que cuatriplite en esto del Eurovision sueco.

En fin, al que le guste que repita de todo y cuanto pueda, como nosotros con Sobreviviré.

Saludos que se dirigen a La Soledad en breve, tu entiendes.

;)

Anónimo dijo...

siento mi ausencia pero espero que tanto performances os hicieran acordaros de mi un poquito

Bardamu dijo...

Te veo cantando por Ray Heredia. Por cierto, conozco gente (entusiasta del teatro) que se salió de Kabul; siempre está bien tener otra opinión.
Me alegra que la niebla te siente bien. Deberias adentrarte en ella usando el transporte público. Una experiencia contextualizadamente indescriptible.