viernes, febrero 15, 2008

Rebirth

Cuando los motivos marcan a fuego el calendario todo cambia. Desde el momento en que una fecha cobra un sentido especial pasa al colectivo de agenda oficiosa de lo bueno, lo malo y lo peor. Hoy varios motivos me hacen tener presente que la niña bonita es crucial en mi historial. Por eso quizá me haga estar hipersensible o más vulnerable. El tiempo no cura todas las heridas. Pero el show debe continuar y el camino siempre tiene nuevas etapas, retos y hasta piedras que sortear. Una tarea que se antoja tan apasionante como desmoralizante. El balance de la situación y un dafo oportuno quizá contribuyan a despejar la mente. Aunque hoy tuve 'el gran test' y puede comprabar que la agilidad no me abandona por mucho que me haya convertido en familiar de setas y derivados.

Pero las derivaciones me siguieron acompañando en un día en el que me estilicé cual flecha de cupido (en versión mútiple by Viktor&Rolf for H&M) para hablar de valentinadas varias. Aunque no tuve ninguna señal corazonera ni unos tejos bien lanzados, más allá de un coqueteo profesional (que no con un profesional) que puede materializarse con una vuelta a las ondas, aunque no puntualmente. Quizá sí fue un símbolo la caída de una joven de buen ver en pleno Ayuntamiento. Y es que mientras unos se hunden hasta el frío suelo, otros van (o vamos, por mucho que me cueste teclearlo) alzando vuelo. Y es que si el amor no llama a tu puerta, ni siquiera para traerte una pizza caliente, uno debe practicar el amor propio en todas sus dimensiones. Sin necesidad de reclamaciones ni acuses de recibo.

Hace un año el insomnio se apoderó de mí. Me sentía en un cuento de terror y esperaba que las horas volaran. Pero el efecto paradoja siempre es traicionero y el ansia no se colma tan fácil. El reloj siguió su curso y me dio una tregua. Tregua que he debido extenderme en todas mis latitudes. Y me siento bastante pleno y orgulloso de poder mirar atrás y considerar que la vida te pone frente a situaciones kit kat quizá para proporcionar un crecimiento personal. Como un regalo envenenado pero con buenos resultados a largo plazo. De ahí que aún me cueste poder disertar sobre mi mismidad en todas sus escalas y en la medida justa. Por mucho que la autocrítica y reflexión personalizada hayan sido puntos débiles en mi curriculum. Quizá por la falta de autoestima. Aunque de todo se aprende. Hasta de los neandertales que nos hacen la vida más difícil pero que nos reafirman en lo que no queremos ser. Nunca.

Quizá este post sea un mix de difícil digestión y comprensión. Disculpas al lector, en especial al de procedencia inesperada. Pero esto no es más que la reafirmación de que este mundo blog sirve como terapia tecleadora de la propia realidad. Y es un acto de generosidad bien entendida darse a los demás sin pedir nada a cambio. Como mucho un comentario. Ni eso. Basta con saber que el cariño está por encima de las letras, los malosentendidos, los bajones introspectivos, las paranoias supinas y las petardeces de pluma y purpurina. Sólo queda decir gracias. En especial, a mis niñas bonitas.

1 comentario:

SemiSueca con frío dijo...

Querido supino mio, no sé qué decir, me dejas sin palabras. Un beso fuerte ;)