miércoles, febrero 13, 2008

Revisiones de lo cotidiano

Tras la sobreexposición mediática y la constatación de los kilos de más que inserta, sin permiso, la pantalla vuelvo a reconciliarme con una ciudad que se abre a mis pies. Porque en la renovación íntima y personal he integrado el gusto por el paseo. Porque paseante no hay paseo, se hace paseo al pasear. Un guiño a mis días de baldosas revisitadas o vírgenes a mis pasos, todas ellas testigos del bullicio desmedido de la urbanidad desmedida, en comunión a pares. Pero más allá de todo eso se antoja de lujo contemplar una bahía estable pero camaleónica, con ese matrimonio perfecto de mar y montaña. Una estampa que se graba en las retinas por siempre jamás. Hoy me dejé atrapar por esa visión, a ritmo musicalizante y entre bicicleteros ecológicos, parejas enñoñadas, marujas de visón ociosas, jubilados en busca del tiempo perdido y jóvenes que no corren carreras pero sí clases. Aunque me quedo con esos raqueros estáticos pero amenazantes como reliquias de una historia de lo populoso en su escala más baja. Pero el arte obra la magia y convierte un perfil en símbolo.
Andando, andando y sin flatos pese al ritmo que imponen mis pies apresurados en estos tiempos de estrés más tres. Así que hay que propiciar rupturas en el guión de lo cotidiano y dotar a nuestra escaleta de vida de momentos de mismidad. Y las compras siempre son, además de adictivas, terapéuticas. Y una terapia de rebajas siempre llena más. Caí en mi propia tentación pero en un gasto inferior a la ingesta de alcohol garrafonada. Mi estilismo merece de mimos. Hasta de mimosín. Porque uno tiene que estar suave para superar muchas pruebas. La primera la de la imagen, nuestro marketing personal. La segunda la de la realidad soporífera llamada traslación en transporte público. Cuando no queda más remedio toca sufrir el codazo incontrolado, la verborrea descontextualizada, las miradas desafiantes, la tristeza de ojeras inmundas, miniaturas envueltas en gafas de sol xxl y hasta leopardos en verde fosforito. Inaudito.
Y como los días pueden ser demasiado absurdos y vacíos de contenido, me propuse una reacción/acción más, vinculada al cine. Y ante el síndrome de Candice Bergen que tan bien conoce SemiSueca por su difusión en Sobreviviré... Aposté por la soledad del séptimo arte, sin palomitas, sin compañía de chascarrillo, sin ideas previas de la película, sin gasto mayúsculo. La opción, urbana y profana, fue Conociendo a Jane Austen. No haré una crítica más allá del aplauso, de las risas que provoca y evoca, de las bellezas de efebo que alegran miradas de señoras de collares perlínicos extralargos... Fue como dijo una de las espectadoras, una cana al aire en su dimensión cultural. Porque un martes es poco común autoprogramar una salida fuera de contexto. Quizá eso diera más entidad al hecho que no fue deshecho. Y cada vez defiendo más esa visión personal sin necesidad de apoyos humanos para disfrutar de historias que atrapan, que cuentan con buen tino realidades curiosas que nos son lugares comunes pero que precisan de Talento, en mayúsculas, para que la credibilidad sea posible. ¡Objetivo logrado!
Acumulo temáticas en estos días que se antojan complicados por motivos variopintos. Entre efemérides, presentaciones, simbolismos, conciertos íntimos para arrancar el corazón, cupideces varias y momentos siamésicos de relumbrón. Todo pasa. ¿Cuánto queda? Se supone que mucho vendrá. Y los días son sólo eso, días. Hoy le dije a mi hermana diva, vive hoy como si fuera el último día de tu ida. Y a sus diez años me miró con extrañeza. Otra vez delira, pensó. Era un regalo. Sin envolver.

5 comentarios:

SemiSueca con frío dijo...

Qué gran película la que fuiste a ver... y que gran poeta estás hecho...

Como Supino dijo una vez: Todo pasa, y la vida es esa sucesión de cosas y días que pasan rápido y más rápido mientras nosotros nos empeñamos en hacer otros planes...

;) Besitos

Anónimo dijo...

copito dice:aver si hoy quedamos,que os parece???que días mas tontos tengo, perdonadme y seguid así, que gran blog!!!!besazos

Anónimo dijo...

Mi niño, que bonito retrato del Paseo Pereda. Me has arrandaco una sonrisa viendo a las señoras de abrigazo y a las ñoñas parejas. Pero que bonito es mi Santander... Y tú más. Y qué te has comprado?? Ya te estoy imaginando de escaparate en escaparate. Por cierto, buena idea la de ir solo al cine. Yo también pasé por eso y hoy lo recuerdo como una de las cosas más duras que he hecho pero también como una gran azaña de la que sentirme orgullosa. Bravo!!!!
Besitos de tu gaditana más cantabra que nunca.

Bardamu dijo...

Qué bonito el regalo: el última día de tu ida. Porque éste es un viaje sin destinos ni retorno.
Mola que te decidas hacerlo a pie.

Anónimo dijo...

Hola sigue así, me gusta como escribes y creo que tienes mucho que decir,un beso muy fuerte adelante.