lunes, febrero 18, 2008

Un camino, de nombre éxito

Entre tanta amalgama de respuestas insuslsas a preguntas impertinentes, de vez en cuando aparece un oasis hecho frase. Bigas Luna ha dicho que 'El éxito es uno de los mejores caminos a la infelicidad'. Nada nuevo, sino todo lo contrario, pero que conviene recordar. Y es que este tema tan recurrente se hace visible a las primeras de cambio. El otro día me ocurrió al tener frente a mí a una persona supuestamente en la cima de su éxito pero con un vacío interior que traslucía sin necesidad de potentes focos. Hay vida más allá de supuestas grandezas que son menudencias. Cuando uno comete el error de rodearse de palmeros aumentaegos pero se aleja de la realidad acaba en una cúspide volátil. Más dura será la caída. Pero más allá del ejemplo, el tiempo siempre nos regala motivos para comprender que más allá de las metas, los sueños y la ambición (bien o mal entendida) está la verdad. Cuando la mentira, tan poderosa y atrayente, nos atrapa la vía de salida se antoja lejana. La espiral o el círculo vicioso conduce entonces a la incomprensión, a la negación propia y ajena y al consuelo de un materialismo deshumanizado.

Pero, a todo esto, ¿qué es el éxito? Es un supuesto tan abstracto como el de la felicidad. Se puede ambicionar o perpetrar el éxito laboral, personal, amoroso... Un cúmulo de bienestares en escala infinita otorgan la capacidad de saberse en ese estadio tan complejo, dada su delgada línea entre la realidad y su inversa. Una dicotomía de difícil digestión, pues uno nunca está preparado para el fracaso ni para el éxito rotundo, porque en esta sociedad nadie forma para asumir situaciones de tamaño desproporcionado y propiedad confusa. Quizá por ello unos se pasen de más en el juicio autocrítico y otros lo hagan de menos. Lo peor para ambos bandos es toparse con el muro de la realidad distorsionada. Un choque agonizante. Destructivo. Fatal.

Supongo que lo importante siempre sea esa utopía de mantener los pies en el suelo, la tierra o la baldosa importada de Suecia. Así, en el plano de la verdad absoluta y la propia comprensión uno puede caminar sin miedo a una bifurcación incorrecta. Una ruta impropia. Una pérdida de sentido. Sin brújula. Qué más da si uno llega a la meta exitosa o no. Lo verdaderamente importante es hacer un viaje vital sin máscaras, dobleces más que feas y trucos no mágicos, sí hipócritas.

Recorramos nuestro camino. El real. Mentiras, no. Gracias.

3 comentarios:

princesa_sin_zeta dijo...

¿Y sabes qué es lo peor? Que te hagan aguadillas mientras intentas sacar lo mejor de tí sin pensar en el éxito y mucho menos en los focos que no hacen más que desdibujar el camino de baldosas amarillas. Pero ahí están. Solos. Sin amigos, sin amigas y sin fiestas que guardar porque para ellos todo es poco. Se atragantarán y vendrán a pedirnos que por favor les demos un golpecito en la espalda para ayudarles a escupir su avaricia. Y no sé por qué me da, que con lo tontos que somos tú y yo, ahí estaremos dispuestos a hacer el boca a boca a un imbecil que ha vendido su alma al diablo en un puesto del Rastro y que no despierta más que pena a los que sólo tenemos corazón. Somos demasiado buenos. Roguemos al señor...

SemiSueca con frío dijo...

Si las baldosas suecas hablasen...

Y yo me pregunto... ¿Qué es el éxito? Es una cosa tan subjetiva... y la felicidad reflejada siempre parece mayor, pero no olvidemos que las apariencias engañan...

Creo que he perdido mi norte... ya me lo aclararás.

Besos de post-pincho tortillero ;)

Rukaegos dijo...

¿El éxito? Levantarte todos los días de la cama, mirarte al espejo y decir, coño, a pesar de todo, sigo siendo yo.

Y salir a la calle con una sonrisa enorme, la mirada bien alta y el corazón preparado para combatir.

Besucos.