sábado, marzo 15, 2008

¿La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?



No sé si 'Los perros dormidos mienten', como dice la película, pero nuestra intrahistoria confirma a cada paso que los humanos sí. Muchas veces por purita supervivencia. Otras por la perversión en sí del hecho ficticio sobre una realidad doliente e inesperada. La sinceridad se cotiza al alza en esta sociedad, por eso en el filme remitito un personaje dice a boca llena: 'Por ser sincera te quiero mucho más'. Una declaración de principio amoroso que deja a la otra parte contratante en una posición compleja, más cuando los secretos almacenados en el cajón del olvido piden volar por el ambiente. Pero todos tenemos un panel de pinochadas o medias verdades que azotan la conciencia de lo más sentidos y se soterran en las vidas de los pasotas con damnificados. Está claro que cuando hay engaño el nivel marca la delgada línea que separa de la mentira piadosa y la ocultación intencionada con ánimo de no agresión. Pero, a veces, la duda llega y los pajarillos cantan y las nubes se levantan. Con lo que, a veces, es mejor el remedio que la enfermedad de la mentira cruel.
Todos tenemos secretos. Lo malo es cuando entramos en la espiral insana de dejarnos llevar por la mentira sin aparentes consecuencias. Ahí se construye un muro entre la realidad y la ficción que es imposible derribar a los ojos de entes ajenos. Se nos va la mano y desfiguramos la propia biografía. Lo incontable siempre será incontable, pero de ahí a hacer castillos de naipes con los momentos vividos que no lo son, es un paso más allá en la falsedad personificada. Pero en la película perruna dice su protagonista: 'Estar a la altura de las mentiras que contamos nos convierte en mejores personas'. Verdad, ¿o no? Desde luego que hay que saber parapetar ese escondite de la verdad absoluta y ofendible, pero de ahí a hacer un arte de la mentira van trechos varios. Y lo peor es no saber encontrar el techo y seguir por la vida con la cara lavada y recién peiná. Sin inmutarse al decir la mentira, toda la mentira y nada más que la mentira. Los expertos tienen los resortes necesarios para ello. A los aficionados se nos nota en la mirada perdida y en la gestualidad impostada que profesamos verdades alteradas.
Y el fin, dos frases duras que rebozan sinceridad dolorosa: 'La tristeza te sienta bien' y 'Necesito que me quieras, papá'. Se pueden decir verdades más altas pero no más claras. Amén.

3 comentarios:

Neraka dijo...

¿Has descubierto algo de alguien?

Yo, en la pasada semana, descubrí dos mentiras, que me han hecho ser más cautelosa con algunas personas. Nunca se puede imaginar hasta qué punto la vida del otro es la mentira que ha querido inventarse.

Miedo me da vivir las mentiras de otro.


Hablamos, ok?

Anónimo dijo...

Tienebuena pinta la película. Acaso la vida no es una gran mentira. Besos desde la melancolía.
Copito

SemiSueca con frío dijo...

Jolín... qué frases se leen... qué filosóficos....

;)

Yo no estoy de acuerdo con eso de que la vida es una gran mentira, ya que para mi no existe otra cosa, así que no creo ni que sea mentira ni verdad, simplemente es lo que nos toca vivir.

Otra cosa es que la gente "parezca" que está viviendo una vida que en realidad no vive, o "parezca" que es de una manera cuando en realidad es de otra. Pero ninguno de estos casos estaría bajo la frase de que la vida es una gran mentira, sino más bien la forma de vivirla de un ciudadano X.

Quién sabe si cuando muramos alguien bajará de los cielos y nos dirá que todo ha sido mentira, y que a partir de ahora viviremos otra vida (pero esta vez de verdad...???) Al menos da para un guión original...

En fin, yo prefiero no mentir porque no me siento cómoda y creo que es injusto para el que recibe esa mentira. Aunque algunas mentirijillas piadosas o secretillos son inevitables ;)